De la noche a la mañana, película de Manuel Ferrari que se estrena este jueves en salas rosarinas, indaga en la vida de un profesional de la arquitectura que se ve envuelto en un insólito viaje académico, en el que, por medio del drama y la comedia, interpela los momentos cruciales de la vida en los que uno debe decidir qué camino tomar.
“La idea surge por un personaje, el principal, que trabaja con su suegro y es algo que no le gusta. Tiene un libro que no puede terminar, pero todo indica que eso es su pasión y su interés. Una vida entre académica y artística en la arquitectura y, de repente, se ve interpelado cuando su novia, alguien mucho más firme, le cuenta que está embarazada”, sintetizó el realizador en charla con la agencia de noticias Télam.
En medio de ello, Ignacio (encarnado por Esteban Menis), arquitecto y docente de la facultad de Arquitectura, viaja a Chile a un seminario en el que lo invitan a disertar, pero cuando arriba se encuentra con la universidad tomada y sin que ninguna de las personas que lo invitaron le contesten el teléfono o le den hospedaje.
“A pesar de las dudas, su compañera lo impulsa a tomar el viaje y él se deja llevar. Si bien la noticia del embarazo no aparece explícitamente, más que al comienzo de la película, mi idea era que esa noticia de alguna manera lo acompañe en este viaje, frustrado por sus objetivos”, señaló Ferrari.
El director adelantó: “El viaje finalmente se transforma en algo plagado y profundo por cuestiones inesperadas, que reflejan sus temores y dudas y que lo terminan acompañando en lo que resulta ser un viaje interno”.
En Valparaíso, Ignacio es recibido por un excompañero de la facultad, que lo invita a cenar y le muestra el éxito económico que le siguieron a sus años de estudios, algo muy contrario a lo que el protagonista vive en sus días en Buenos Aires.
Después, inmerso en la toma de la facultad, se deja llevar por la juventud que lo rodea, algo que pareciera recordarle a sus años de estudiante, cuando soñaba con crear algún proyecto arquitectónico de vanguardia; algo que también choca con la pensión de mala muerte a la que va a parar y la necesidad de usar la extensión de la tarjeta de crédito de su pareja, quien, en contraposición a los deseos no cumplidos de él, se encuentra en plena inauguración de su propio restaurante.
Si bien la paternidad es un tema central en la película, la misma parece no tomar partido sobre las decisiones del protagonista. “No quería que fuera un padre decidido a procrear y convertirse en un padre de familia del Opus Dei, ni tampoco un atorrante que se escapa de viaje al enterarse de que su pareja está embarazada. A ambos los toma por sorpresa”, apuntó Ferrari quien fue poniendo al personaje en “situaciones risueñas y desesperantes” para “provocar ansiedad en el espectador”. “Me interesaba poner de manifiesto todos esos miedos que están acompañados en la vida adulta y que parecieran estar circunscriptos a los niños o a ciertas personalidades. Para mí era importante reírse de esos temores que todos tenemos desde que somos pequeños. A la muerte, a lo incierto, a lo dudoso… a enfrentarnos a lo desconocido y hacernos cargo de cuestiones ajenas”, explicó.
Si bien Ignacio huye de Buenos Aires, ante la posibilidad de quedarse en Chile también duda. “En el fondo mi idea era tratar a un personaje que en ningún momento llegara a considerar quedarse ahí. Si bien parece ser muy seductor un trabajo sofisticado y con buen salario en dólares, me da la impresión de que es un personaje que en el fondo no está haciendo lo que él quiere hacer. Y probablemente, lo que quiere no es trabajar para una gran compañía internacional. El viaje también lo pone en contacto con gente más joven y esto le hace tambalear en sus convicciones”, adelantó Ferrari.
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