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Reflexiones

De la devaluación al alza de precios

Según informe privado, una brusca devaluación provocaría leve impacto en tipo de cambio real y grave en la competitividad.


Una brusca devaluación provocaría un elevado traslado a precios y un bajo impacto sobre el tipo de cambio real, es decir sobre la competitividad, advirtió un informe privado. Un documento elaborado por la consultora Finsoport mencionó que en los días preliminares al inicio de un nuevo gobierno, la relación entre la magnitud de una eventual devaluación y su impacto sobre los precios cobra una importancia crucial. El informe analizó y contextualizó la relación entre devaluación y precios en los últimos tres episodios devaluatorios.

En ese sentido, el informe recordó que en el primer semestre de 2002 el tipo de cambio nominal se incrementó 260 por ciento. “No existía inercia inflacionaria y la elevada recesión y el alto desempleo vigentes no sólo eran una barrera al incremento de los precios internos, sino que el aumento casi inmediato de la producción, combinado con la elevada capacidad ociosa, permitieron una importante absorción de los costos fijos en lugar de un aumento de precios”, explicó.

El documento completó que a esa situación de 2002 se sumó la presentación de un presupuesto equilibrado y la no utilización de la emisión monetaria como vía de financiamiento del gasto público, a pesar de la muy baja recaudación tributaria existente. “El resultado fue que sólo se trasladó a precios un 16 por ciento de la devaluación y el tipo de cambio real mejoró un 137 por ciento”, calculó.

La segunda corrección de importancia en el tipo de cambio ocurrió en 2008, en el medio de la crisis internacional originada en el sector hipotecario estadounidense. El precio oficial del dólar pasó de 3,10 pesos a finales de septiembre de 2008 a 3,85 pesos en agosto de 2009, un alza de 25 por ciento.

Finsoport explicó que en esa segunda devaluación, el contexto era una elevada inflación (25 por ciento) y un mucho menor desempleo (10 por ciento), factores negativos importantes. Sin embargo, el informe destacó dos variables que operaron en favor del “éxito de la devaluación”. En primer lugar, una drástica reducción en los precios internacionales de las commodities alimenticios (-23 por ciento) y una caída sensible en el nivel de actividad (-3 por ciento en 2009). “La devaluación tuvo nulo traslado a precios, más aun, la tasa de inflación se redujo a la mitad”, mencionó.

Por último, la tercera devaluación importante se produjo en enero de 2014. El tipo de cambio nominal escaló de 6,50 pesos por dólar a 8 pesos, un alza de 27 por ciento en sólo dos días. “Las condiciones iniciales eran las más adversas de las tres devaluaciones: elevada inercia inflacionaria (30 por ciento), bajo desempleo, leve expansión económica y estabilidad en los precios internacionales de los commodities alimenticios”, enumeró Finsoport.

El documento completó que el déficit fiscal había alcanzado al 5 por ciento del producto bruto interno (PBI) y la expansión monetaria se ubicaba en el 22 por ciento promedio anual. “El traslado a precios fue total y la inflación ascendió al 39 por ciento anual”, precisó.

Para Finsoport, el contexto económico actual se asemeja al que existía en enero de 2014: elevada inercia inflacionaria (25 por ciento), bajo desempleo y actividad económica en leve expansión. El déficit fiscal alcanza al 6 por ciento del PBI y la expansión monetaria se encuentra en el 33 por ciento anual.

Por eso, una devaluación probablemente generaría un “pass through” (traslado de devaluación a precios) elevado y, en consecuencia, un bajo impacto sobre el tipo de cambio real, es decir sobre la competitividad, concluyó el documento.

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