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De corte local: avanzan en una estrategia rosarina para conocer las variantes del coronavirus

Su desarrollo permite identificar nuevas cepas, síntomas y formas de contagio. También ayuda a mejorar los diagnósticos y elaborar tratamientos

A principios de año la viróloga Adriana Giri y un equipo de investigadores estudiaban a los murciélagos, uno de los sospechados en participar de la propagación del Covid-19, como huéspedes del papiloma virus. Cuando la pandemia llegó al país, dieron un giro al proyecto y desarrollaron un test para detectar Sars-Cov-2 e influenza. La iniciativa fue la única rosarina seleccionada en la primera convocatoria del gobierno nacional para recibir financiamiento. Pero no fue la última. Giri y un grupo de investigadores de diferentes institutos de Conicet y unidades académicas idearon otro proyecto para la segunda convocatoria: secuenciar el genoma del coronavirus para identificar cepas, patologías y formas de contagios. El análisis permitirá hacer diagnósticos más precisos y desarrollar tratamientos. La estrategia parte de equipos más baratos y accesibles que lo usados en la actualidad para hacerla viable en diferentes laboratorios del país y que cada provincia pueda tomar su propia foto del virus que circula.

«Este virus de ARN muta a lo largo del tiempo. Esas mutaciones se pueden asociar a cambios en la patogenicidad, en la capacidad de replicación o de infección. Es fundamental monitorear las variaciones para controlar las herramientas diagnósticas que se disponen y evitar falsos positivos o negativos. Sirve también para discriminar casos importados de autóctonos”, explicó Giri a El Ciudadano sobre el proyecto que fue uno de cinco rosarinos, entre 64 de todo el país, seleccionados por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.

La foto del virus

En el mundo hay más de 60 mil secuencias del gen del nuevo coronavirus. Están registradas en una base de datos internacional que es actualizada al tiempo que avanza la pandemia. Argentina registró en abril 29 secuencias a nivel nacional. Fueron enviadas desde laboratorios del Instituto Malbrán y del Hospital de Niños Gutiérrez de Buenos Aires. Este mes el registro fue actualizado y ya hay identificadas 388 cepas provenientes del Amba, de la Provincia de Buenos Aires y de la Patagonia.

“Lo ideal sería hacer el seguimiento más rápido porque estamos atrasados. Es un virus de más de 30 mil bases de ARN. Hay que identificar toda la secuencia y compararla con la base de datos. Hoy no sabemos si el virus que actualmente circula en el país coincide con las cepas registradas en abril. La variante local actual se desconoce”, explicó Giri.

La propuesta usa equipos más económicos y accesibles a partir de una estrategia que logre reducir el nivel de error a la hora de leer los resultados.

“La estrategia involucra equipos más económicos que tienen un costo de entre mil y dos mil dólares. El problema con éstos es que tienen un alto nivel de error en la secuencia que leen. La estrategia diseñada por Tapia permite bajarlo y equiparar el resultado al de la tecnología más cara”, señaló la viróloga acerca del proyecto elaborado por un equipo de investigadores e investigadoras de cuatro institutos locales.

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Giri explicó que identificar la secuencia del virus permite conocer el origen de la cepa, las patologías que provoca, el nivel de carga viral, la replicación en la infección, entre otros datos que ayudan a la pronta detección y al desarrollo de un tratamiento efectivo. También permite establecer relaciones entre los virus que circulan en una población.

“La vigilancia genómica en un virus emergente es importante para controlar cómo evoluciona la pandemia. Disponer de una herramienta más barata permitiría descentralizarla. Podría hacerse en varios laboratorios y localidades y, por ejemplo, evaluar la cepa que circula en la provincia de Santa Fe. La idea es estandarizar la estrategia para replicarla en el resto del país”, advirtió, y aclaró que puede aplicarse también a otros virus emergentes.

El equipo ya firmó el contrato para efectivizar los fondos del subsidio y están a la espera de muestras para la experimentación. “Trabajamos con RNA sintético no infectivo que adquirió la doctora Tapia a través de fondos propios. Estamos finalizando de diseñar la estrategia y los pasos de la experimentación. Buscamos muestras positivas y contamos con el apoyo del Cemar para los dos proyectos. La cantidad de muestras disponibles es limitada ya que lo primordial es el diagnóstico y nosotros trabajamos con el remanente”, señaló la investigadora.

El proyecto Secuenciación multiplex de Sars-Cov-2 en muestras clínicas fue desarrollado por docentes-investigadores de cuatro institutos de doble dependencia de la UNR. Desde la Facultad de Bioquímicas e IBR-Conicet participan Adriana Giri, Elisa Bolatti, Pablo Casal, Diego Chouhy, María Florencia Re y Gastón Viarengo; por el Laboratorio Mixto de Biotecnología Acuática (FBIOyF/Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación de Santa Fe), Silvia Arranz, Vanina Villanova y Victoria Posner; por la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura y Cifasis-Conicet, Elizabeth Tapia, Pilar Bulacio, Javier Murillo, Flavio Spetale, Laura Angelone, Joaquín Ezpeleta e Ignacio García Labari, por la Facultad de Ciencias Médicas e Idicer-Conicet, Silvana Spinelli

Remoto

La iniciativa surgió en medio de la pandemia. Ninguno de los integrantes del equipo se conocía en persona y era la primera vez que trabajaban juntos. Entre Whatsapp y videollamadas intercambiaron ideas y elaboraron el proyecto. “La posibilidad de colaboración surgió como necesidad de aportar soluciones para combatir la pandemia. Armamos el proyecto a través de entrevistas virtuales y trabajamos de esa forma. Fue fantástico porque se nos abrió un nuevo mundo de conocimiento con personas con quienes teníamos afinidades y ahora pudimos generar un proyecto de interés. Estoy muy contenta de esta experiencia. Fue muy motivadora”, contó Giri, y destacó la capacidad del sistema científico nacional de adaptar los conocimientos para atender la emergencia sanitaria.

“Los organismos de ciencia y tecnología han demostrado estar a la altura de las situaciones. Nos levantó el espíritu porque veníamos bastante mal después de los últimos años que nos tocaron vivir en Argentina. Esta situación nos permite aportar lo que sabemos y adaptar nuestras destrezas y capacidades a una nueva situación”, agregó.

Test de diagnóstico

Para el primer proyecto los investigadores Adriana Giri y Diego Chouhy redirigieron la investigación sobre papiloma virus para desarrollar un test de diagnóstico de Covid-19 e influenza. “Nos interesa la evolución viral porque la mayoría de las cepas reportadas en papiloma virus son identificadas en humanos. Pero para reconstruir la historia evolutiva es necesario aportar nuevos genomas desde otros huéspedes. Hicimos un estudio en murciélagos. Sin quererlo estábamos cercanos a uno de los huéspedes sospechados de tener algún rol en la propagación del nuevo coronavirus”, explicó Giri y contó que el equipo colabora con el departamento de zoología del Museo Gallardo y el programa de conservación de murciélagos.

«Nos apareció el coronavirus y dirigimos el proyecto de diagnóstico. Estamos finalizando el desarrollo. Están determinados los parámetros analíticos y clínicos, y estamos definiendo la formulación de reactivos. Viene la etapa de producción. Esperamos la licencia de Anmat y la validación clínica formal con lotes ya preparados. Estimamos que dentro de un mes tengamos la licencia para empezar a comercializarlo”, concluyó.

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