Política

Cambio climático

De Coca Colas, lavados verdes y cambio climático

Desde el comienzo la COP 27 cosechó cuestionamientos: Coca Cola fue elegida como el sponsor del evento. La empresa líder de gaseosas es la número uno no sólo en el mercado sino también en el ranking de contaminación plástica que realiza el movimiento Break Free from Plastic


Son horas de decisión. En Egipto se está llevando a cabo la vigésimo séptima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Es en estos días donde se está jugando, podríamos decir, el porvenir de la humanidad. La COP 27 debería haber finalizado el viernes 18 de noviembre pero hasta el sábado por la tarde continuaban las negociaciones y entreveres entre naciones por el acuerdo final: el texto clave en la lucha contrarreloj por el cambio climático. Se trata de un compromiso público y global, con objetivos políticos comunes, que puede ser objeto de reclamos internacionales si no se cumplen a lo largo del tiempo. Entre los temas más conflictivos en la negociación se encuentran: financiamiento para la transición sustentable, daños y pérdidas, metas climáticas y la decisión (o no) de abandonar los combustibles fósiles.

La polémica no sólo gira en torno al acuerdo. Ya desde el comienzo la COP 27 cosechó cuestionamientos: Coca Cola fue elegida como el sponsor del evento. La empresa líder de gaseosas es la número uno no sólo en el mercado sino también en el ranking de contaminación plástica que realiza el movimiento Break Free from Plastic (libérate del plástico). Es el quinto año consecutivo que ocupa este puesto.

¿Cómo podemos explicar dicha decisión? 

Este es el claro ejemplo de lo que hoy se llama “greenwashing” o, en castellano, “lavado verde”. ¿Qué significa? El lavado verde es una operación de marketing: marcas, organizaciones o gobiernos promueven una imagen de conciencia ecológica sin realmente tomar medidas significativas para respaldarla.

Cecilia Bianco y Mirko Moskat, referentes de la organización socioambiental Taller Ecologista, conversaron con El Ciudadano sobre esta problemática y sobre cuáles son los caminos que pueden recorrerse a la hora de hablar realmente del cambio climático.

“Es una operación de marketing que busca diluir la responsabilidad de la empresa en ciertas cuestiones como son el cambio climático, los plásticos, entre otras. En algunos casos tiene que ver con acciones que aparentan resolver algo pero son mínimas. En otros, directamente está muy ligado a lo que se denomina falsas soluciones, respuestas que no vienen a resolver nada”, explicó Moskat, físico y coordinador del área Basura Cero del Taller Ecologista.

El greenwashing busca “ecologizar marcas”, lavar imagen. Para ello se recurre, sobre todo en el mundo del marketing, a elementos de una “estética verde”: paisajes naturales, el ícono del reciclado, la elección de colores verdes y azules, entre otros. Después esas mismas empresas son las que aparecen en ranking de contaminación de plásticos como Coca Cola o las que hacen lobby para que no se logre aprobar una Ley de Humedales en Argentina.

“En temas específicos como la contaminación de plásticos está este movimiento que se llama Break Free From Plastic, del que somos parte desde el año 2016/2017, con el que se vienen haciendo campañas globales en el mes de septiembre. Ahí se recolectan residuos en las costas de los ríos, lagos, en distintos ecosistemas, y se analizan identificando las marcas y las empresas”, describió Moskat, y continuó: “De esta manera se elabora a nivel local y mundial un informe con las principales”.

Siguiendo con esta línea, el referente afirmó: “El tema de los plásticos podría ser la falsa solución más estructural, históricamente hablando, que tiene que ver con la apuesta al reciclaje. Ahora se ha disfrazado un poco con el discurso de la economía circular, pero es la apuesta al reciclaje en vez de repensar qué es lo que se produce”.

También señaló que hay una cuestión que aparece recurrentemente en relación a los plásticos: el uso de lo que se llaman “bioplásticos” o plásticos biodegradables. “Siguen siendo residuos, la estrategia sería reducir y crear alternativas para la gran producción”, sostuvo Moskat.

Agregó en este sentido: “Las empresas no solo no se están haciendo cargo del problema, sino que hay un proceso de expansión de la producción de plásticos, de producción petroquímica. Esto sobre todo está ocurriendo en Europa y Estados Unidos, pero incluso acá en Argentina de forma más incipiente”.

“El meollo de la discusión es: vamos a tratar de tapar los impactos, cambiar ciertas cosas para que en realidad nada cambie, o vamos a restaurar estructuralmente lo que se produce, cómo se produce y para qué”, expresó.

Agregando a esto último, Cecilia Bianco, ingeniera mecánica y coordinadora del área Tóxicos, dijo: “Toda la cadena tiene un impacto, desde que se extraen cosas hasta que se producen residuos. Estamos todo el tiempo sacando cosas de la naturaleza y generando residuos que no reincorporamos de ningún modo al sistema productivo”. 

Mencionó que para que una empresa consiga que su proceso de producción sea sustentable tendrían que estar trabajando con la menor huella de carbono posible, consiguiendo que el ciclo de vida del producto que están poniendo en el mercado está sumamente controlado, que tengan contemplado el procesamiento de sus residuos o envases para darles el mejor tratamiento, etc. “Es más difícil ser sustentable, tratar de reducir esas cosas requiere más esfuerzo o más plata”, observó.

No solo el marketing de empresas privadas puede realizar estas estrategias de lavado, sino que desde los mismos estados nacionales muchas veces se falta a la palabra y, sobre todo, a compromisos internacionales. 

“Si Argentina dijo en la COP anterior que va a emitir 300 y pico de millones de toneladas menos de dióxido de carbono, en algún momento ya se lo van a empezar a reclamar”, detalló Bianco. “Después uno ve esto que está pasando en los humedales, tanto el que tenemos frente a Rosario como cuando se quemó toda la parte de Corrientes, y va en contra de eso”, aseguró. 

“Además ahí se está produciendo el cambio del uso del suelo, en un sitio que ya de por sí tiene un equilibrio muy precario en lo que se refiere a la absorción y emisión de dióxido de carbono. Si va a seguir creciendo la ganadería va a haber un aumento de las emisiones”, sostuvo y afirmó: “Cuando empiecen a poner los números para ver si realmente se logra cumplir no van a dar”.

Para abordar el cambio climático ambos referentes plantearon que debemos repensar el “desarrollo económico” y modificar los procesos industriales. “Es un cambio muy difícil, los políticos y políticas no quieren llevarlo adelante porque es muy restrictivo y nadie quiere pagar el costo”, dijo Bianco. Explicaron que los recursos energéticos, naturales, de los que gozamos los últimos 50 años no serán los mismos para las próximas décadas. “Lo disponible no va a poder sostener el nivel de industrialización ni la demanda hogareña que tenemos”, explicaron. 

Moskat afirmó que ante la pregunta sobre cómo hablar o qué hacer con el cambio climático la respuesta es: “bajarlo a tierra”. “Residuos, movilidad, cómo producimos alimentos, qué consumimos. Hay muchas cosas que tienen que ver con nuestra vida cotidiana, con las políticas locales, con cuestiones de mitigación o de adaptación”, expresó. 

“Hay que poner un poco más sobre la mesa la discusión sobre políticas públicas que hacen falta en todos los niveles de gobierno. Resultan medio espasmódicos hoy los momentos en los que se genera interés por estos temas. Tenemos que discutir qué cosas debemos cambiar, abonando esta idea de que no todo depende del ciudadano individual. La transformación tiene que ser en primer lugar colectiva”, concluyó.

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