Espectáculos

Regreso de un clásico

David Lebón: “La vida es la promesa de eso bueno que va a venir”

El ex Serú Girán se presenta este sábado en Rosario, en el teatro La Comedia, con “El tiempo es veloz”, un show en el que repasa 45 años de carrera. El músico, uno de los pilares del rock en castellano, adelantará también el reciente “Lebón & Co.”, un disco en el que se cruza con amigos entrañables


Franco Trovato Fuoco

“A mí me gusta mi público porque le gusta venir a verme a mí, que no tengo ninguna bandera de nada, soy simplemente yo, David, El Ruso, que les canto porque los quiero; no les estoy vendiendo ninguna estampita, ningún partido, ni haciendo ni diciendo nada de nada; simplemente hago mi trabajo, que más que un trabajo es un servicio hermoso: tratar de que les llegue lo que hago. Cuando veo gente en la platea a la que se la cae un lagrimón cuando canto «Laura va», de Spinetta, me muero, me pongo a llorar yo también, porque ahí entendemos todos lo que pasó en ese momento: quién es Laura, quién le levanta esa valija gris que pesa tanto, cuándo lo vamos a descubrir”.

El que habla es David Lebón, que a 45 años del comienzo de un recorrido musical que como solista arrancó en 1973 transita un presente de disfrute artístico y personal. Con la templanza y la resiliencia de alguien que vivió épocas duras, a los 66 años, algo de aquél muchacho que regresó de Estados Unidos a fines de los 60 sabiendo tocar casi todo y deslumbró a los músicos de entonces, convive hoy entre El tiempo es veloz, el show que lo trae este sábado por la noche de regreso a Rosario y el reciente Lebón & Co., un disco donde junto a un puñado de grandes artistas repasa su repertorio sagrado.

Guitarrista, cantante y multiinstrumentista, Lebón ve lejos y no tan lejos un camino que comenzó en el 71 junto a Pappo’s Blues y que siguió con La Pesada del Rock and Roll, Pescado Rabioso, Color Humano y la fugaz Polifemo que regresa en el nuevo disco, para desembarcar, en 1978, con Serú Girán, junto a Charly García, Pedro Aznar y el recordado Oscar Moro, la segunda fundación del rock en español que había tenido su debut con Los Gatos en los 60.

“Este sábado vamos a festejar la Patria y el amor, es 25 de mayo. Qué paradójico: la gente busca lo que nunca perdió que es el amor…y lo buscan en parejas, en autos, lo buscan en relojes caros pero en realidad el amor está adentro de cada uno, es así de simple”, dijo el músico en un momento de una larga charla que mantuvo con El Ciudadano, un viaje de ida y vuelta con un puñado de clásicos como banda de sonido.

Un disco, un homenaje

Lebón & Co., editado por Sony, que desde el 10 de mayo último está disponible en físico (CD y una joya en vinilo) y en todas las plataformas digitales es un disco con destino de clásico. Más allá de algunos guiños personales que van desde la tapa con Lebón frente a una tienda de instrumentos y objetos maravillosos que está “siempre abierta” y que la pueden encontrar en la calle L.A. Spinetta 45, el material encierra un potente compendio de canciones a las que aportan su talento grandes artistas argentinos como Fito Páez, Andrés Calamaro, Ricardo Mollo, Pedro Aznar, Coti Sorokin, Emmanuel Horvilleur, Lisandro Aristimuño y Eruca Sativa, a los que se suman los extranjeros Julieta Venegas, Carlos Vives y el español Leiva.

Con Páez, y una versión de la imprescindible “El tiempo es veloz” (1982), el disco cierra una lista de doce bellas canciones. “Fito es un divino; fue el que le mostró a Mercedes (Sosa) «El tiempo es veloz»; yo no sabía nada de todo eso, porque además con Fito no éramos de vernos muy seguido, no por nada en especial, sino porque cada uno estaba en sus cosas. Cuando Mercedes escuchó el tema lloró de emoción. Y Fito le preguntó: «¿Cómo no conocés a David?». Fue así que Mercedes se llevó ese tema por toda Europa; ella en castellano le recomendaba a los alemanes que me escuchen a mí. Y ahora profundamente agradecido de que Fito haya grabado esta versión conmigo a dos pianos, lo esperamos por mucho tiempo y es maravilloso que haya ocurrido”, dijo el músico acerca de uno de sus clásicos.

El nuevo material es un disco de duetos y no tanto. “Tratamos de salir del lugar habitual del disco de duetos porque ya lo hacen todos; este es un disco de amigos, porque hay cortes donde los invitados cantan casi el tema entero y yo no aparezco. Pasa con Lula (Bertoldi) de Eruca Sativa en «Dos edificios dorados» (1973), y Coti canta casi solo «Dejá de jugar» (1989). Formamos una gran banda de amigos donde la entrada era una sonrisa, sólo eso, entrar a jugar. Y Polifemo, y mi hermano Ricardo Mollo que me regaló una guitarra increíble que al principio no quería aceptar pero que ahora es mía (risas). Son todos grandes amigos, toda linda gente”, dijo acerca de una lista de temas que abre con “Puedo sentirlo (1986) junto a Julieta Venega, y donde también aparecen “Hola dulce viento” (1973) con Emmanuel Horvilleur, “Casas de arañas” (1973) con Lisandro Aristimuño, “Hombre de mala sangre” (1973) con Pedro Aznar, “Tu llegada” (1992) con Leiva, “Mundo agradable” (1992) con Ricardo Mollo, “Parado en el medio de la vida” (1981) con Andrés Calamaro, “Llorar de amor” (2003) con Carlos Vives y “Suéltate rock and roll” (1975) con Polifemo.

Fue precisamente este último corte el que implicó un gran reencuentro. “Polifemo (banda que integró con Rinaldo Rafanelli y Juan Rodríguez entre 1975 y 76) vino y tocamos de nuevo juntos después de treinta años. Tocamos en el estudio «Suéltate…» sin pasarla, sin ensayar, y salió igual que la última vez que la tocamos; en el medio se escucha una risa, porque nos reímos y disfrutamos mucho de ese reencuentro. Fue muy fuerte: empezamos a recordar lo que hicimos juntos; mucha emoción”, dijo el músico.

Un encuentro mágico

Lebón habla de un presente mágico y de un disco que refleja este tiempo donde tocar y cantar es una prioridad. “Tuve mucha suerte: me puso feliz cuando me enteré que querían poner como productor a Gabriel Perdernera (Eruca Sativa) que me encanta como toca la batería, me vuelve loco; pero todo fue así, porque yo en realidad me entregué a este proyecto. Lo que siempre quise hacer es liberarme de todo menos de la guitarra y de la voz, y en este disco lo logré. Prácticamente no me metí en nada: ni en la lista de temas, ni en los invitados. Patricia es una persona que sabe mucho de música, tiene un conocimiento. No quiero hablar en inglés pero me refiero al «know-how», el saber hacer, y yo la escucho, algunas veces más que otras, porque somos pareja (risas) y se mezclan un poco las cosas, pero no hay nada que un buen beso de amor no pueda solucionar”.

La de este sábado será una noche donde Lebón, además de sus clásicos, repasará otros de Serú como “Esperando nacer”, “Seminare”, “Viernes 3am”, “Noche de perros” y “Encuentro con el diablo”.

“Es complicado traer invitados, pero vamos a repasar un poco todo, y los temas que están en el disco, además sería imposible juntarlos a todos, vamos a ver, quizás haya alguna sorpresa. De todos modos lo haremos igual, son temas que están siempre, de mi primer disco y de otros que siguen, y que a la gente le encantan. Y me dejaron loco las cosas que me han escrito a partir de dar a conocer este disco hace un par de semanas porque la verdad es que yo no sabía que me querían tanto. Yo soy como Peter Pan, eso me dicen mis hijos: me dejo volar como un niño. En mi mente sigo teniendo 20 años, más allá de que el cuerpo no me acompañe mucho (risas). Y también muy feliz con Sony, que ya firmamos para tres discos; son los únicos que me han dado un crédito en mi vida”.

Los regresos de Serú

La refundación del rock nacional se dio entre el 78 y el 82 con Serú Giran, banda que tuvo un par de regresos hasta el quiebre que implicó la muerte de Oscar Moro en 2006.

“Han pasado muchas cosas, pero no creo que Serú vuelva; lo que puede pasar es que en algún momento grabemos los tres, porque sin Moro no va; es como si muerto Lennon le hubiesen querido poner un remplazo. Hay que pensar mucho, tampoco la idea es hacer plata. Ya la segunda vez que nos juntamos, en el 92, estuvimos seis meses discutiendo que ese regreso no se viera como un revival para ganar plata. Tampoco está mal la plata, me encantaría que todos tuviésemos un montón de plata, pero las cosas entre nosotros siempre fueron así, nosotros nos queremos mucho de verdad”, evocó.

Y acerca de la refundación del rock en español completó: “El rock en Latinoamérica comenzó acá, lo saben los mexicanos, los cubanos; estuvimos en Cuba con Lito Vitale y nos acercaron un libro donde están todos nuestros nombres como parte de ese origen al que me refiero, que no teníamos ni idea de que existía; los cubanos saben que el rock en castellano es Los Gatos, Sui Generis, Serú Girán, Polifemo. Siempre recuerdo de ese viaje una anécdota muy divertida: (el guitarrista) Héctor Starc quería tocar «La Balsa», no entendía que ese tema no se podía tocar ahí (risas)”.

La renovación

Lebón habló también, de cara a su poderosa vigencia, de su buena relación con las nuevas generaciones de rockeros y músicos argentinos. “Las nuevas generaciones de músicos son iguales a lo que éramos nosotros: ya van a crecer, ya van a ensayar, ya van a dejar de ocuparse tanto de la ropa para ocuparse más del sonido y de las letras y sobre todo por lo que tienen adentro del corazón. Está todo bien: al principio son las fiestitas y todo lo que quieran, pero siempre digo: «Acordate que sos músico, que fuiste elegido por la gente». Y entonces hay que tener un poco más de respeto por eso.

Pero además, cuando uno se olvida un poco de uno mismo empieza a disfrutar más de todo; cuando te aplauden, aplauden lo que estás ejecutando no a vos, la gente aplaude lo que sale de adentro de uno, y adentro de cada uno de nosotros siempre hay uno que sabe más que vos, porque si no fuera así yo no podría tocar ni el «Arroz con leche»”.

Un “mundo agradable”

En tiempos de militancias y diversidades, Lebón se refirió a una militancia propia y personal que no quiere correrse de lo que tiene para decir a través de sus canciones. “Hace mucho tiempo que digo que si la gente quiere conocerme de verdad tiene que escuchar mis discos, esa es la mejor manera de saber lo que yo pienso de todo. Me gusta decir esto frente a estas preguntas, porque si mirás cinco minutos la tele te cargás de un montón de cosas negativas que por lo general no tienen nada que ver con lo que está pasando; vos no chocaste a nadie, no le pegaste a nadie; quiero todo eso afuera de mi casa. Muchas veces prefiero decir que lo arreglen como puedan; yo tengo mi «mundo agradable», tengo mi familia: cinco hijos, siete nietos, una pareja, amigas y amigos a los que quiero mucho y que me quieren a mí. Mientras seas una buena persona, esa es la mejor arma que cada uno de nosotros puede tener. Si tenés amor, y mucho amor, te miran a los ojos y las armas se derriten”, expresó conmovido.

Lebón profundizó esa idea de igualdad y respeto a partir del amor. “Con esto que digo quizás no pueda convencer a nadie, pero siempre es mucho mejor intentar estar bien, vivir bien. Yo viví muy mal, tuve épocas muy complicadas; en la dictadura me secuestraron, me picanearon, y eso lo terminamos arreglando nosotros mismos, fuimos aquellos primeros soldados; después pusimos la alfombra roja y dijimos «bueno chicos…ahora ustedes». Yo ya estoy jubilado, yo ahora canto y soy feliz, ahora le toca a los otros”.

El que está adentro

“Me encanta escuchar este disco porque allí encuentro también lo que me quiero decirme a mí mismo. Mi cabeza es así, yo no soy un poeta, yo escribo rápido para poder hacer los solos de guitarra que me encantan, y quizás me salen letras lindas, porque canta el que está adentro. Cuando uno está bien, enamorado, se te hincha el pecho, se te cae una lágrima que sale del corazón y no de la cabeza, porque si no caería negra. Tenemos esa «inquilina» en la cabeza que te habla y te habla, y ese otro que le contesta, y vos sos el único gil que está escuchando todo eso y así no vas para ningún lado, porque el que domina es el corazón, que no habla. Yo me levanto y siento, es lo primero, y entonces hago lo que siento y no lo que pienso. Si me pongo a pensar lo que tengo que hacer, termino haciendo cualquier cosa. Soy como un perro que voy oliendo por ahí hasta que encuentro el lugar correcto. También a veces me he equivocado, pero no lastimé mal a nadie, no hice daño, aunque sí me lastimé a mí mismo y después yo me las arreglo. Yo soy mi mejor amigo y cuando me peleo conmigo siempre gano yo (risas)”.

Una familia inmensa

“La vida es la promesa de eso bueno que va a venir, es un juego muy complicado, mucho más difícil que el ajedrez, porque estás jugando con el creador, con el nombre que le quieran poner. Pero hay un creador que nos puso acá, y yo llegué hasta acá sin ningún mapa. Cuando nace un bebé y lo mirás, automáticamente sonreís, y si entrás a un ascensor no podés estar ni un minuto con otra persona al lado. El bebé no piensa nada, el del ascensor tiene miedo que el de al lado no piense igual que él; podemos no pensar igual pero podríamos amar igual. Somos una familia inmensa que se llama humanidad, nuestra casa es la Tierra, y estamos todos juntos viajando por todo el universo, con el Sol, la Luna y todos los planetas, a 250 kilómetros por hora, con techos infinitos, ríos y mares y muchas cosas que no conocemos. Estamos juntos y solos y nos sabemos cuál será nuestro destino. Debe ser un secreto muy increíble a qué lugar vamos a ir a parar, pero estoy convencido de que ahí está el sumun de la felicidad y que alguien nos va a estar esperando”.

Para agendar

David Lebón junto a sus músicos desembarcará este sábado, a partir de las 21, en el Teatro Municipal La Comedia, de Mitre y Ricardone, con un show especial al que denominó El tiempo es veloz, donde además estarán presentes las canciones de su nuevo disco, Lebón & Co.. Las entradas van desde los 250 a los 900 pesos y se pueden adquirir en la boletería del teatro o bien a través del sistema 1000tickets.com.ar

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