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Cuidado: ocho de cada diez males se contagian en casa

El baño es lugar de concentración de gérmenes y la cocina suele ser el lugar más "contaminado" del hogar.

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Un estudio reveló que el 80 por ciento de las enfermedades se contrae en el propio hogar. Se supo que el baño contiene gérmenes invisibles a los ojos humanos y la cocina suele ser el lugar más “contaminado” de un hogar. Un experto mencionó que “existe una relación directa entre higiene, salud y calidad de vida”. Años de insistencia sobre la necesidad de desinfectar el baño diariamente dieron su resultado. Hoy nadie dudaría en dejar de limpiar un día ese rincón de la casa. De hecho, estudios hechos en hogares muestran que, comparada con años anteriores, la concentración microbiana descendió en los baños, al tiempo que la concentración de gérmenes se incrementó en las cocinas.

El ingeniero Ricardo León, director global de Higiene y Salud de The Clorox Company, fue categórico: “El 80 por ciento de las enfermedades las contraemos en casa”, dijo.

León destacó que la Organización Mundial de la Salud “desde siempre hace hincapié en el esfuerzo individual para resolver estas cuestiones”.

“Mandé al nene a la escuela y vino resfriado”, “fuimos a comer afuera y tengo diarrea”, son algunas de las frases que el profesional reprodujo para ejemplificar cómo la gente “no se hace cargo”.

“Estudios en hogares que evaluaron cómo vivimos, cómo limpiamos, cómo nos organizamos revelaron que un gran volumen de enfermedades se genera en nuestras casas”, aseguró León, quien destacó que “aún hay quienes limpian la cocina y el baño con los mismos trapos y esponjas”.

En ese sentido, aconsejó tener dos y de colores variados para diferenciarlos. “La gente se preocupa por tener limpio el inodoro y después baña al bebé en la bañadera que no higieniza con la misma asiduidad y que suele estar más contaminada que el inodoro, dado que la suciedad que cae luego del baño diario queda adherida a las superficies”, consideró el profesional.

Entre los errores más comunes a la hora de limpiar la cocina, León enumeró dejar los platos sin lavar. “A la hora y media los microorganismos se multiplican (y cada media hora lo hacen al doble) por lo que a la mañana lavamos platos y quedan limpios, pero en la esponja quedan alimentos y restos de microorganismos, que después se transfieren a lo que se limpie”, describió.

Por trazabilidad se entiende la posibilidad de marcar un microorganismo y después “seguirlo”. Y es así que especialistas logran reconstruir el camino de las bacterias.

Así es que León recomendó que al terminar de usar las esponjas y trapos se los lave y coloque en un recipiente con un litro de agua y una cucharada de lavandina. Esa agua se deberá renovar diariamente y es lo que asegurará que los utensilios de limpieza estén “siempre limpios y desinfectados”.

“Las toallitas húmedas son muy útiles, pero no todos tienen acceso a pagarlas. Se deben pasar por la mesa, mesada, dentro de la heladera y tener en cuenta que cuando dejan de estar húmedas se deben tirar”, explicó el profesional.

Cabe señalar que todos los estudios fueron realizados en hogares clase media en Capital Federal y el Gran Buenos Aires.

“Si se hacen las tareas de limpieza a conciencia, se reduce el riesgo de contraer enfermedades infecciosas en más de 95 por ciento”, aseveró León.

La cocina, territorio minado

Por hedionda que resulte la comparación, León detalló que las bacterias más comunes de hallar en un inodoro son los coliformes fecales. Pues esas mismas se encontraron en las cocinas.

“Por una mala limpieza de las manos, por la propagación causada por el uso de los mismos utensilios que en el baño y por la contaminación de frutas y verduras”, detalló el especialista, quien culpó de esos resultados a la costumbre de estos países de regar los cultivos con aguas servidas, así como también el mal hábito de llegar de hacer compras y apoyar las bolsas en la mesada o guardar las verduras y frutas en la heladera sin lavar.

“Hay que tener en claro el proceso: si se va a cocinar carne con ensalada, la carne tiene contaminación pero a 300/360 grados se destruye. En el caso de la verdura, se la debe desinfectar en un litro de agua con una cucharada de lavandina, que no sólo no tiene gusto a nada, sino que tampoco tiene efecto tóxico”, resumió León y agregó que si alguien no quiere desinfectar las verduras, podrá preparar la ensalada en tabla de picar y luego ponerla en un bowl con vinagre o limón y dejar cinco minutos.

El consejo es tener tablas diferentes para la carne y las verduras y cuando se gasta y pone porosa cambiarla, dado que suelen quedar restos de alimentos.

Ante la inevitable pregunta acerca de si es posible tener una casa 100 por ciento limpia y desinfectada, el especialista destacó que puede lograrse una concentración de microorganismos tan baja que el riesgo de enfermarse sea mucho menor. Y subrayó la “relación directa entre higiene, salud y calidad de vida”.

Niños en el hogar

Tanto los bebés como los ancianos integran lo que León denominó “grupos más vulnerables”, junto con la población de bajos recursos y malas condiciones sanitarias.

El especialista se refirió a la “compatibilidad bebé-mascota” y subrayó que “cada uno debe ocupar su lugar”. Esto es, “que el perro coma donde tiene que comer y duerma donde tiene que dormir”.

Asimismo, destacó que cuando las mascotas entran a la casa se les debe limpiar con un trapo con jabón el hocico y las patas.

En ese sentido, agregó que “lo ideal” sería sumergir un trapo en un balde con cuatro litros de agua y una taza de lavandina y repasar con ese trapo los juguetes de los niños, esperar 15 minutos y enjuagarlos con agua. Esto debería hacerse diariamente.

“Si todos hiciéramos eso, el mundo no tendría epidemias ni pandemias”, aseguró León, para quien es esencial “no relajarse”, porque si eso ocurre “los microorganismos vuelven con más fuerza”.

“Habituarse a estas prácticas genera consecuencias directas en la calidad de vida”, finalizó.

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