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Cuestión Central

Por: Enrique Genovar.- Lo hecho por el equipo de Juan Pizzi no se diferencia con el de sus antecesores. La cosecha de unidades obliga al cuerpo técnico a dar una vuelta de timón inmediata.

“El rival de Central hoy es Central mismo”, esta frase fue utilizada por Héctor Rivoira en la conferencia de prensa cuando asumió allá por octubre del año pasado. Y si bien su paso fue con más pena que gloria, el Chulo dejó en esas palabras su legado más importante como entrenador canalla.
A casi un año, los dichos del ex entrenador bien podrían caber en el presente del equipo de Juan Antonio PIzzi. Central está inmerso en una irregularidad llamativa y el campeonato de la Primera B Nacional se encuentra más cuesta arriba que nunca.
El empate del sábado ante el pobrísimo Deportivo Merlo y la magra cantidad de puntos cosechados en los últimos partidos, hacen que de ahora en más el actual cuerpo técnico esté obligado a encontrar el rumbo y no dejar pasar más oportunidades para prenderse en el lote de los punteros de una vez por todas.
“Lo que hagan los rivales, ahora no me interesa”, dijo Pizzi en la rueda de prensa previa al choque ante el Charro. Y fue un error, el choque entre River e Instituto en Córdoba que terminó en tablas y tras no poder sumar de a tres su equipo en Buenos Aires, hizo que la duodécima fecha del torneo termine en rojo para los canallas.
Hoy la tabla indica que el conjunto que dirige Juan Antonio Pizzi ha quedado a seis unidades del Millonario y si bien el camino por recorrer es largo, el Canalla dejó pasar una gran oportunidad de achicar la brecha con los de Almeyda.
Pero más allá de la frivolidad de los números, el juego auriazul está en bancarrota. Central juega mal y no tiene un patrón de juego definido.
Jugadores por debajo de su nivel, reemplazantes con poca jerarquía (algunos), futbolistas faltos de confianza y un cuerpo técnico que no encuentra el rumbo; obligan a dar un golpe de timón en este receso, por las elecciones presidenciales, antes de recibir a Ferro el próximo viernes 28 en el Gigante.
Pizzi no heredó este plantel, sino que lo armó. La dirigencia sacó capitales de donde no tenía para darle lo que el entrenador pretendía. Sin embargo, la idea que pregonó Juanchi desde el comienzo está lejos de reflejarse en el campo de juego.
El técnico quería un equipo agresivo, que ataque por las bandas, con laterales que vayan al ataque de manera constante y contundencia dentro del área. Pero ninguna de estas premisas está siendo cumplida, lo que provoca la falta de resultados en los últimos siete encuentros, donde solamente cosechó siete unidades de veintiún posibles.
El presente no hace más que exhortar al cuerpo técnico a encontrar resultados de manera inmediata, si no el camino para lograr el objetivo de máxima se irá poniendo cada vez más sinuoso, como ocurrió en el campeonato anterior.

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