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Cuerpos incluidos: resurge activismo de gordos para luchar contra el sistema

Un grupo en Rosario se hizo eco de una iniciativa que comenzó en la década del 70 y fue alentada a nivel nacional por la lucha feminista en los últimos años


Juan Pablo Di Lenarda – Especial para El Ciudadano

Escritura de libros, fanzines, proyectos fotográficos, talleres, producción de teoría, organizaciones y encuentros ponen a la gordura en el centro del debate. Es que ya los gordos dejaron de esconderse y comenzaron a ocupar espacios para visibilizar una diversidad corporal que a muchos les molesta. Resulta imposible poder alcanzar una verdadera diversidad de cuerpos bajo un sistema que excluye, oprime, vulnera y discrimina los derechos humanos de las personas gordas, así como también todos quienes se alejan de la norma en cuanto al género y la sexualidad. Es imposible hablar de diversidad sin la representatividad de todas las personas que no se ajustan a la representación del “modelo de humano” del sistema vigente.

Pregunta

“¿Qué tan gordofóbico sos?”, estaba escrito en uno de los afiches que colgaba de las paredes de Casa Fractal algunos domingos atrás en la segunda edición del evento Gordura Estruendosa, donde la proyección del documental Fat Underground fue la excusa perfecta para comenzar a tejer lazos gordos en una ciudad que recién está problematizando los cuerpos como parte la identidad.

“Linda de cara”; “No estás gorda, estás linda”; “No sé si llego al verano”; “Comes como una gorda”, fueron algunas de las frases que aparecieron en otros afiches en Casa Fractal. Eran y son parte de un discurso violento e impuesto como natural. Son expresiones que sitúan lo gordo como un insulto.

“Yo no me podía nombrar «gorda». No podía poner en palabras lo que era. Como lo que no se nombra no existe durante mucho tiempo dejé de vivir por la vergüenza que me generaba mi cuerpo”, dijo Florencia (30) mientras encendía un cigarrillo y se acomodaba las mangas de su vestido floreado.

El activismo gordo deja en evidencia los privilegios de las corporalidades hegemónicas: las delgadas, que son las únicas que cumplen con las normativas corporales que embanderan el imaginario social, cuerpos que son deseables, saludables, bellos y aptos para habitar los espacios públicos.

“El feminismo me hizo sentir el click de que me siento mujer. Nunca antes me había pasado. No me sentía deseable. Gracias a mis compañeras me corrí de ese lugar que reproducen constantemente los medios masivos de comunicación y las publicidades”, afirmó Evelyn, después de relatar la experiencia del primer taller de activismo gordo impulsado por Laura Contrera en el Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) 2017 realizado en Chaco.

Antes del ENM, Nicolás Cuello –activista cuir gordo, profesor de Historia de las Artes Visuales– y Contrera –activista, profesora de Filosofía y abogada– comenzaron a teorizar sobre el activismo gordo. Incluso hicieron un taller llamado Hacer la vista gorda, con el objetivo de reflexionar e intercambiar experiencias gordas que después fueron publicadas en el libro Cuerpo sin patrones, resistencias desde las geografías desmesuradas de la carne, de la editorial Madreselva.

“Ellos fueron los encargados de tejer líneas más actuales, repensando estructuras y jerarquías para poner un tema que hoy forma parte de la agenda del movimiento feminista” concluyó Florencia.

Soy gorda

El negocio de la lucha contra la gordura mueve en el mundo miles de millones anuales. Genera un mercado que ofrece productos que no funcionan: Gimnasios monstruosos, medicamentos que generan efectos adversos, cirugías estéticas, dietas imposibles, zapatillas especiales, e incluso cosméticos que reducen determinadas grasas. Sin embargo, las cifras de consumo aumentan constantemente. Este es un claro ejemplo de cómo se victimiza por defecto al gordo. Desde el sistema el mensaje es: “El gordo es el que no puede y no se controla”.

“La lucha es contra el sistema de salud hegemónico y la patologización de la gordura. Los profesionales nunca nos tratan bien”, dijo indignada Florencia y agregó “Si te duele la rodilla es porque estás gorda. Si te duele el odio también es por gorda. Una vez fui a buscar los resultados de unos análisis de rutina y el médico me dijo «Estás bárbara. Solo te falta bajar un par de kilos».

Hace ocho años que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró a la obesidad como una epidemia mundial y bajo el IMC (Índice de masa muscular) y más de la mitad de la población pasó a ser considerada obesa. Ese cálculo solo contempla la altura y el peso para definir si un cuerpo es sano o enfermo. No tiene en cuenta la edad, etnia, origen geográfico y la cultura, entre otros.

“Los gordos no les servimos al sistema. Nos expulsa continuamente, pero hoy estamos ocupando nuevos espacios. Una se da cuenta de la perversidad del sistema cuando te subís a un ascensor y el cartel dice: «Peso máximo 180 kilos (tres personas)»”, contaban entre risas y complicidad las chicas en la Casa Fractal.

En los últimos meses se ha comenzado a discutir la corporalidad. El cuerpo está en escena siendo el reflejo de la urgencia de visibilizarnos, sea en el formato que sea. Encontrarnos, hermanarnos, y deconstruir todo lo impuesto.

¿Desear lo gordo?

“La peor etapa de mi sexualidad fue en la adolescencia, el ya saber que uno no es deseado, entrar en situaciones de entrega para hacer algo. El no poder elegir y poner en palabras todo eso fue fuerte y me empujó a militar”, dijo Evelyn sobre el deseo. Las personas somos deseables por lo que somos, pero ¿Cómo dejar al desnudo un cuerpo que se enfrenta a un discurso totalizador y violento como el de la gordura?

Las historias sexuales que cargan las corporalidades gordas abarcan desde fetiches hasta ser simples objetos de consumo desde un lado invisible y no consumible. Apagar la luz en un encuentro sexual, usar lencería apretada para esconder la panza o no mostrar determinadas partes del cuerpo para esconder los rollos y celulitis fueron algunos de los comentarios que mencionaron las activistas a la hora de expresar sus momentos de intimidad. La invisibilización política, social y del deseo de los cuerpos diversos es impulsada con tal agresividad, que la vergüenza o la culpa abundaban en los relatos. “Vincularse sexo-afectivamente con una gorda no está bien visto. Siempre que le gustas a alguien es pesar de y no por lo que sos” recalcó Evelyn. “Dejas de hacer todo lo que implique mostrar el cuerpo”, completó resignada.

Rollos como respuesta

A finales de la década del setenta en los países anglosajones el activismo gordo se enmarcó dentro de los movimientos feministas y queers buscando obtener el reconocimiento legal, social y político. El objetivo desde entonces es la igualdad. Teniendo en cuenta manifestaciones aisladas que hacían énfasis en la lucha sobre los estereotipos excluyentes buscaron las razones por las cuales tanto culturalmente como socialmente se discriminaba determinados tipos de corporalidades.

Estos primeros movimientos se aglutinaban bajo la consigna de “orgullo gordo” generando una deconstrucción de los sentidos y estereotipos impuestos en torno a la concepción de estos cuerpos.

En ese momento se crearon movimientos más institucionalizados, como la National Association to Advance Fat Acceptance (Naafa) y The Fat Underground. Éste último estaba organizado por lesbianas radicales que marcaron los primeros lineamientos del activismo gordo. “Después de muchos años el activismo lo es todo. Mi cuerpo es un acto político porque es lo que soy” manifestó empoderada Florencia dándole pie a Evelyn que agregó: “Hoy decido visibilizarme. No es una decisión, parece controversial, pero es una dimensión de nuestra existencia corporal ¿Por qué dependería de mi voluntad? Elijo estar así contra los mandatos que nos oprimen”.

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