El Hincha

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Cuando nos cortaron por primera vez las piernas: el doping de Maradona en Estados Unidos 94

Un Diego Maradona en su mejor nivel, una selección, la del Coco Basile, que venía de ganar dos Copa América, y el golpe de nocaut que significó aquella imagen: el Diez, feliz y sonriente, de la mano de la enfermera camino a una mala noticia


El doping de Diego Maradona en el Mundial de Estados Unidos 1994 dejó tela para cortar desde todos los bordes habidos y por haber, pero el abordaje de la noticia periodística en sí misma tuvo vericuetos que quedaron sumergidos en el tiempo, justamente porque el hecho que conlleva la misma siempre es más importante que la forma en que se la transmite, por más primicia que esta sea.

Lo primero que hay que decir al respecto, para contextualizar lo sucedido en aquel junio del ’94 en la ciudad estadounidense de Dallas, cuando se conoció que el control realizado a Maradona en el partido que tres días antes le había ganado a Nigeria por 2 a 1 en el Foxboro Stadium, de Boston, es que la primicia mundial de ese doping positivo, el más emblemático y doloroso que sufrió un futbolista argentino, fue de la agencia Télam y los tres periodistas enviados que hicieron la cobertura.

Todo empezó con un teléfono sonando a las 3.30 de la madrugada estadounidense del 29 de junio, cuando la principal fuente que Télam tenía dentro de la delegación futbolística argentina llamó al hotel donde se hospedaban dos de los enviados a Dallas para hacer una consulta que, por el momento en que se hacía la misma, obviamente no era nada menor: “hola, disculpá la hora, pero te hago una pregunta: si a un jugador le da un doping positivo, al equipo lo sacan del Mundial?”.

Las respuesta del somnoliento periodista que respondió sobresaltado al sorpresivo llamado fue negativa. “Solamente sancionan al jugador. Ni siquiera pierde los puntos del partido que jugó. Por qué los preguntás?”. “No, me quedo un poco más tranquilo. Después te cuento. Disculpame de nuevo y muchas gracias”, fue la respuesta de la atribulada fuente.

El seleccionado se encontraba en Dallas para jugar el 30 de junio ante Bulgaria, cerrando el Grupo D con la tranquilidad de ya haber clasificado a los octavos de final después de ganarle en el debut a Grecia por 4 a 0, con el último gol de Maradona en Copas del Mundo, y el mencionado éxito posterior sobre los nigerianos.

Ese llamado encendió todas las alarmas de los enviados, que a primera hora de la mañana se trasladaron hasta el centro de prensa de Dallas, que era el principal del Mundial porque allí estaba instalado su jefe principal, un italiano que iba a ser clave en esta historia pocas horas después.

Después del anunciode rigor y algunas otras cuestiones, la lugar se fue despoblando lentamente y apenas pasado el mediodía solamente quedaban allí dos periodistas del diario español Marca y los dos enviados de Télam.

Pero cuando estos dos últimos también estaban por retirarse, a uno de ellos se le ocurrió escuchar unas declaraciones televisivas que estaba realizando el entrenador argentino Jorge Solari desde Washington, donde el seleccionado de Arabia Saudita que dirigía le acababa de ganar por 1 a 0 a Bélgica, clasificándose para octavos de final. El gol de Saaded Al Owairan fue el mejor del Mundial. Se pareció al de Diego a los ingleses en México 1986 y en su país lo comparaban con él.

En eso andaba el argentino cuando se le acercó uno de los españoles, le miró la credencial y le espetó: “menudo problema tenéis con el doping positivo, eh. Pero dime, quienes fueron al control en el partido con Nigeria? La respuesta, previo pedido de intercambio de información (“a nosotros nos lo dijo nuestro corresponsal en la sede de FIFA, en Zúrich”, aclaró), fue “Sergio Vázquez y Maradona. A Vázquez le venían aplicando corticoides por una lesión en la rodilla derecha”.

“Bueno, entonces debe ser él. Nosotros tenemos que salir con la información ahora, porque por la diferencia horaria con España, ya estamos sobre el cierre”, explicó el enviado español. Esa noche los españoles “dieron” el “positivo” del exdefensor de Ferro Carril Oeste, Racing, Rosario Central y Banfield, cuyo primer contacto futbolístico con Maradona fue un “elogioso altercado”, ya que Diego primero lo ninguneó con un “¿quien es Vázquez?”, y luego destacó, “pero que huevos que tiene”.

El otro enviado argentino, al recibir el comentario de su compañero sobre esa consulta de los españoles, decidió verificar el dato con un antiguo conocido suyo de una época en que la profesión lo había llevado a trabajar a Italia, nada menos que el mencionado Jefe de Prensa del Mundial.

“Hola, tanto tiempo, sí, uno de los dos dio positivo. Si me esperas media hora te confirmo quien es”, dijo el italiano en un correcto español. Y pasados esos 30 minutos en que los dos periodistas parecían estar en la sala de espera de un hospital, esperando el desenlace de una operación a un ser querido, se abrió la puerta de la oficina principal de prensa y lo que ya se habían empezado a imaginar se ratificó: “el positivo es de Maradona”. Lo del número de frasco y demás no se escuchó.

El reflejo inmediato llevó a un anticipo de esa “bomba” periodística que llegó a Buenos Aires escasos minutos después. Y ahí empezó otra historia que duró poco más de tres horas. Es que el seleccionado dirigido por Alfio Basile era un “violín” y la ilusión en Argentina por el futuro de ese equipo era enorme, algo que era difícil de percibir, donde la gran mayoría de sus habitantes directamente ignoraba que allí se estaba desarrollando un “mundial de soccer”.

Las consultas fueron subiendo hasta el propio presidente de la empresa y más arriba también, ya que un error en la información hubiese sido fatal. Nadie sabía absolutamente nada del asunto en todo el mundo excepto el círculo áulico que rodeaba a Maradona, el Jefe de Prensa del Mundial y los dos periodistas de Télam, que lógicamente eran los únicos destinados a divulgarlo.

Pero no había fisuras en el tema y después de esa prolongada y nerviosa espera llegó el llamado desde Buenos Aires: “alguien dijo que parecía que se venía una noticia impactante, pero no aclaró de que se trataba. Ya sale el anticipo”. Y la noticia fue primicia.

Después la historia continuó con otra, ya que un encumbrado directivo uruguayo de la Conmebol le anticipó a Télam que los dirigentes argentinos, con el presidente de AFA, Julio Grondona, a la cabeza, habían confeccionado una nota que elevarían a la FIFA, retirando a Maradona del Mundial. Y mostró el texto que luego firmarían, entre otros, el vicepresidente de River, David Pintado, y el presidente de San Lorenzo, Fernando Miele.

Y el remate de esta historia periodística llegó cuando se jugaba el partido que finalmente Argentina perdería 2-0 con Bulgaria y solamente tres periodistas (uno radial, otro televisivo y uno de los dos de Télam) permanecieron en el hotel donde estaba la delegación argentina y se había quedado Diego. La idea era que Maradona hiciera alguna declaración, que sería la primera después de conocido el doping positivo. Y esa declaración llegó en el entretiempo del partido con los búlgaros.

“El doctor Ernesto Ugalde sabía todo lo que me daban a tomar”, lanzó Diego. Ugalde era el médico principal del seleccionado argentino, y la referencia protegía al nutricionista Daniel Cerrini, contratado por Maradona y quien le suministraba las pastillas que contenían la fatídica dosis de efedrina que lo terminó condenando.

La imagen de la enfermera Sue Ellen Carpenter acompañando a un Diego feliz luego del triunfo sobre Nigeria marcó el principio del fin. De una noticia que fue primicia, de esas que todo periodista quiere tener, pero que desde ese entonces hasta hoy, nadie quiere recordar, porque sigue doliendo.

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