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Cuando Norteamérica conquista la luna y la vende en parcelas

Con un tono leve de comedia y en un planteo de realidad alternativa, “Hello Tomorrow” muestra a un grupo de vendedores dedicados a convencer clientes que el mejor lugar para vivir está fuera del mundo: en ese satélite plateado que ven todas las noches, todo sin que a simple vista parezca una estafa


Especial para El Ciudadano

Hello Tomorrow, una nueva serie de Apple TV+, producida y protagonizada por Billy Crudup (The Morning Show), se estrenó el 17 de febrero con el lanzamiento de los tres primeros episodios, a los que van sumando un estreno semanal hasta completar los 10 que componen esta primera temporada. Si bien ya no supone una jugada arriesgada de esa plataforma, la serie apuesta cuanto menos, con cierta personalidad,  por un tono leve de comedia planteado en un imaginativo contexto retrofuturista.

Un pequeño hallazgo poético

Hay una idea de base en Hello Tomorrow que, incluso en –o a pesar de– su deliberada evidencia,  brilla en la ingenuidad de un pequeño hallazgo poético. En medio de una década del 50 imaginada, retrofuturista, en Norteamérica, cuando la promesa del “sueño americano” cobra dimensiones desmesuradas en las trampas criminales del progreso y en los falsos augurios del confort y el bienestar, lo que se ofrece, comercial y literalmente, como horizonte de vida, es la luna.

Una parcela en ese nuevo paraíso conquistado. Sin ruidos molestos, sin congestionamiento de tránsito, sin violencia. Un edén avistado siempre a la distancia justa de la noche. Un sueño plateado por mitos ancestrales. Una parte propia de un sueño prometido que no puede evitar, por ingenuo y excéntrico, develar las múltiples aristas de su posible falacia.

El grupo de vendedores en el cual se focaliza el relato vende la luna, al pie de la letra, o cuanto menos una parte de ella, una parcela en el nuevo mundo avisorado por el desarrollo tecnológico colonialista de esa Norteamérica en auge. Si el fatal “sueño americano” promete mundos imposibles, a costa de la estricta desaparición de otros, en Hello Tomorrow el grupo comercial promete, lisa y llanamente, la luna.

Un terreno propio en el confiscado territorio selenita. Un sueño esquivo. Evanescente, claro. Por todos lados, se puede suponer, un fraude. Una estafa. Lo que venden es humo, o cuanto menos,  cuando aún  no puede saberse con exactitud en los episodios emitidos (con esa posibilidad juega bien la serie), todo se juega en los vértices difusos de un engaño magistral, a sabiendas de lxs implicadxs o no, ya que tal cosa se torna secundaria.

Una historia alternativa y una ucronía

Ahora bien, ¿cómo es posible este planteo? ¿En qué tipo de realidad histórica se articula? ¿Cómo es que esa Norteamérica desbocada de los años 50 venda hasta la luna? Y es que allí está el otro punto cautivante de la serie. Esa década se despliega en Hello Tomorrow en una suerte de punto reconocible de una historia alternativa, una ucronía. En ningún tiempo, en realidad. ¿Son los 50? ¿Es Norteamérica? Sí y no. Lo es, porque se reconoce en la reconstrucción iconográfica de un imaginario asentado: las vestimentas, los autos, los bares, algunas noticias, el estilo de vida.

Pero no lo es, a la vez, porque esos autos reconocibles no tienen ruedas, sino que flotan, porque los bares están atendidos por robots algo infantiles propios del imaginario clase b del cine, porque las noticias se comunican en computadoras aparatosas con pantallas en blanco y negro, y también por muchos otros detalles flagrantes que reinventan con libertad una época.

Estamos, en Hello Tomorrow, en un mundo alternativo, en otra historia, con un desarrollo tecnológico alcanzado que no se corresponde con “nuestra” línea histórica, sino con un imaginario popular propio de esa época. ¿Cómo sería el futuro, imaginado en eso años? Quizás así, como el cine mismo lo imaginaba en sus producciones de bajo presupuesto. Y en ese mundo, que es el de Hello Tomorrow, vender una parcela en la luna es un hecho factible, aunque supure por todos los flancos los aromas de un engaño colosal.

El problema con Hello Tomorrow, porque hasta ahora lo tiene, es que plantea todo ese fecundo contexto de modo efectivo, pero después, no sabe muy bien qué hacer con eso.

La historia narrada es la de un vendedor estrella de parcelas en la luna, que incorpora arbitrariamente al equipo de ventas, a su hijo, con quien nunca había tenido contacto alguno hasta que su ex, madre del joven, queda en coma tras un ridículo accidente producido por un fallo tecnológico. En torno suyo, una pequeña comparsa de vendedores de medio pelo, cada cual con sus conflictos personales y afectivos, disgregando con ellos el relato entre anécdotas a veces simpáticas y otras, no más que pueriles y algo obvias.

Así, el relato, hasta lo poco que ha sido emitido, va lidiando conflictivamente con sus  hallazgos y sus falencias. En una lucha innecesaria que no se resuelve. Y decantando en general por una fábula de tintes afectivos algo trillados que no exploran en profundidad el rico, aunque ingenuo, contexto propuesto. De todas formas, claro, aún le queda cuerda por desplegar, y los elementos están planteados y establecidos.  Y si bien hasta ahora parece desperdiciar algunos fértiles puntos de apoyo y partida, Hello Tomorrow no pierde su encanto. Pequeño, pero efectivo.

 

Hello Tomorrow / Apple TV+ / 1era. Temporada

Creadores: Amit Bhalla, Lucas Jansen, Jonathan Entwistle

Intérpretes: Billy Crudup, Haneefah Wood, Alison Pill, Nicholas Podany

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