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Esto que nos ocurrió

Cuando nació El Gorrión de París

Un día como hoy, hace 100 años, vino al mundo la cantante francesa más popular de la historia, Edith Piaf.


“Mi vida de niña puede parecer espantosa, pero era hermosa… Pasé hambre… Pasé frío… Pero era libre…. Libre de no levantarme… De no acostarme… De emborracharme… De soñar… De esperar”. La frase es de Edith Giovanna Gassion, quien pasó a la historia por su seudónimo Edith Piaf, la cantante francesa más popular de la historia y de cuyo nacimiento en París se cumplen hoy 100 años.

Hija de un acróbata y de una cantante de cabaret, Edith vino al mundo el domingo 19 de diciembre de 1915 y su infancia fue muy triste. Sus padres se separaron muy pronto; la madre, alcoholizada y enferma, dejó la custodia de Edith a su marido, también alcohólico, y a una abuela paterna.

Abandonada por su madre y descuidada por su padre, debido a la precaria situación económica de la familia, de muy pequeña Edith tuvo que ganarse unas monedas cantando en calles y cafés de París.

La situación empeoró cuando Edith, a los 16 años, quedó embarazada. En 1931 tuvo una hija a la que llamó Marcelle, pero murió a los dos años. La vida de la cantante quedó marcada a fuego por esta tragedia.

Con todo, siguió cantando en cafés y clubes de la calle Pigalle, en el mundo que rodeaba a los barrios menos recomendables del París de la época. “Cantar es una forma de escapar. Es otro mundo”, escribió por esos años.

A los 20 años apenas podía sobrevivir como cantante callejera en el barrio parisino de Montmartre.

Pero su vida cambió cuando, cantando en la calle, un transeúnte muy elegante se paró a escucharla. Corría 1935 y el hombre era Louis Leplée, dueño de un cabaret de moda en París, el Gerny’s.

Él la invitó a debutar en su local nocturno con el nombre artístico de “la môme Piaf” (la niña Gorrión) debido a que era de pequeña estatura (1,47 metro) como un gorrión.

Sus presentaciones gustaron tanto que uno de los asistentes, el famoso actor y cantante francés Maurice Chevallier, se levantó y exclamó: “¡Esta chiquilla tiene agallas!”.

Desde entonces, las interpretaciones de “el Gorrión de París” elevaron la canción popular francesa a un nivel nuevo e hicieron que fuera respetada en todo el mundo.

Sola en escena, vestida de negro, con su pelo rizado, explicando historias de amor y de desamor con una voz temblorosa y rota, a menudo arrancaba lágrimas de sus admiradores.

Sin embargo, la vida volvió a castigar a la joven Piaf, ya que Leplée fue encontrado muerto de un disparo en el club que regentaba; la cantante fue sospechosa del asesinato.

La prensa la acusó y la sociedad elitista parisina le volvió la espalda. Volvió a mezclarse con lo peor de los barrios bajos de París, cantando en tugurios y llevando una vida desordenada.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Piaf cantó en clubes y music-halls, en donde conoció a su contemporánea alemana Ilona Hesse, y ayudó a los prisioneros a escapar mientras duró la ocupación nazi de París.

Su consagración llegó tras la Segunda Guerra Mundial, cuando se convirtió en la musa de poetas e intelectuales del París existencialista y se ganó la admiración incondicional del público.

En 1946, Piaf viajó a Nueva York y conoció al amor de su vida, el boxeador Marcel Cerdan. Ese mismo año Edith se convirtió en una estrella internacional con su grabación de “La vie en rose” (La vida en rosa), una canción que se hizo inseparable de su imagen pública, junto a “Non, je ne regrette rien” (No, no me arrepiento de nada).

Pero en Francia su vida llena de dolor ya era toda una leyenda. Leyenda que se acrecentó en 1949, cuando Cerdan murió al estrellarse el avión en que viajaba. Esto hundió nuevamente a Edith en una profunda depresión, que superó a base de alcohol y tranquilizantes.

Pero el letrista Raymond Asso, que se convirtió en su nuevo amante, la ayudó a sobreponerse. El Gorrión de París remontó el vuelo y volvió a los grandes escenarios de Francia, de Europa y de América.

La Piaf se hizo amiga de la actriz Marlene Dietrich y se convirtió en la gran dama de la canción francesa, ayudando a talentos emergentes como Charles Aznavour, Georges Moustaki, Yves Montand o Gilbert Bécaud, y relacionándose con intelectuales como Jean Cocteau.

Su fama aumentó en los años 50 por una serie de asuntos amorosos, accidentes de tránsito y adicciones que acentuaron el halo de tragedia que la rodeaba.

Morfinómana y considerada una “devoradora de hombres”, Piaf tuvo muchos romances. Los más conocidos fueron con Louis Dupont, Raymond Asso, Yves Montand, Marcel Cerdan, Marlon Brando, Charles Aznavour, Georges Moustaki y Théo Sarapo, su último marido.

Finalmente, el viernes 11 de octubre de 1963 se anunció al mundo la muerte de una de las cantantes francesas más célebres de todos los tiempos, Edith Piaf.

Jean Cocteau falleció el mismo día al enterarse del deceso de su querida amiga, ocurrida en la aldea de Plascassier, en la Costa Azul. La Piaf, murió de cirrosis a los 47 años, tras apurar una vida intensa y melodramática.

Algunas frases de la Piaf

– “Siempre tuve ganas de cantar. Como también supe que algún día ocuparía mi lugar en la canción. Era como una premonición que me vino simplemente escuchando las ovaciones”.

– “La gente dice que yo podría cantar la guía telefónica y hacer que suene bien”.

– “Cuando tus ojos me miran, mi corazón se alborota”.

– “Estoy segura de que podría leer a Baudelaire en un cabaret y aplaudirían”.

– “Si un día la vida te arranca de mi lado, si murieras lejos de mí; no me importaría si me amas, yo también me moriría”.

– “No me importa lo que diga la gente. Mucho menos me importan sus leyes”.

– “Quiero hacer que la gente llore, incluso cuando no entiendan mis palabras”.

– “Me gustaría oír a alguna persona al menos una, que sea capaz de admitir haber sido un cobarde”.

– “En lo que a mí respecta, el amor significa lucha, grandes mentiras y un par de bofetadas en la cara”.

– “En «Voyage Du Pauvre Negre», si hago con los brazos los movimientos de un nadador al final de la canción, es porque cuando la canté la primera vez no me acordaba muy bien de la letra y se me ocurrió ese gesto”.

– “No quiero volver a la calle y nunca lograré salir sola de ésta: tengo demasiadas cosas malas dentro, y esas cosas malas nunca las siento cuando tú estás ahí”.

– “No, no me arrepiento de nada. Pues mi vida y mis alegrías hoy comienzan contigo”.

– “Todo lo que he hecho durante mi vida ha sido desobedecer”.

– “No me molestaría en lo más mínimo volver a la Tierra después de mi muerte”.

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