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Cuando en Salem se cazaron brujas

El 1º de marzo de 1692 comenzó el tristemente célebre juicio en la ciudad estadounidense cercana a Boston contra personas acusadas de ser emisarios del demonio.


El martes 1º de marzo de 1692 comenzó el tristemente célebre juicio a las “brujas de Salem”, tras el cual fueron ejecutadas 13 mujeres y siete hombres acusados de ser emisarios del demonio en esa localidad estadounidense cercana a Boston.

Las personas fueron procesadas en base las acusaciones de Elizabeth Parris, la hija de 9 años del reverendo Parris, ministro de esa comunidad del estado de Massachusetts, y su prima Abigail, de 11, cuyos extraños comportamientos hicieron creer que habían sido poseídas por Satanás.

Durante la caza de brujas 200 personas más fueron acusadas por Elizabeth y otras 200 también fueron arrestadas y torturadas para que confesaran un supuesto pacto con el diablo.

En realidad, la imputación generalizada encubría una trama de odios y prejuicios entre distintos habitantes de la comunidad, que aprovecharon la circunstancia del juicio para poner en evidencia sus resentimientos personales contra otros vecinos.

Cuatro años después, arrepentidos por haberse dejado influenciar por la situación creada, los jurados firmaron una confesión de error y suplicaron clemencia.

Ann Putman, otra niña de 12 años que afirmó haber peleado con una bruja que quiso decapitarla, dijo 14 años más tarde que había obrado engañada por Satanás.

Una ciudad libre de brujas

Salem es una ciudad estadounidense del estado de Massachusetts, cercana a Boston. Es actualmente un sitio turístico que recibe a más de 800.000 visitantes al año para conocer la historia de sus brujas.

Según la ley británica, base de la estructura legal de Massachusetts en el siglo XVII, practicar brujerías era un delito contra la autoridad estatal.

Bastaba con una acusación para que los supuestos practicantes de brujerías fueran enjuiciados y llevados a la horca.

Había una gran diferencia entre ser “afligido” y “acusado”, ya que los afligidos habían sido supuestamente poseídos y atormentados por el demonio. Estos afligidos gritaban, en medio de su posesión, los nombres de los que los poseían, acusando así a las personas de brujería.

Mediante un juicio los atormentados acusaban y se establecía la culpabilidad de las brujas, que eran ejecutadas en la horca. Aunque las victimas, como se dijo, no fueron sólo mujeres ya que también hubo hombres e incluso niños.

¿Cómo comenzó todo?

En la antigüedad era extendida la costumbre de tener esclavas para servir y entretener. Este era el caso de las niñas Parris, hija y sobrina del reverendo Parris, las que eran entretenidas y acompañadas por una esclava de nombre Tituba, nativa de las Antillas y la cual, probablemente tendría una creencia religiosa diferente a la cristiana de la época.

Entre sus dotes se encontraban el poder de leer el futuro en la clara de un huevo. Esta fue una de las razones por la cual se la consideró bruja, iniciándose así la cacería de brujas en el pueblo de Salem.

Las niñas Parris empezaron “supuestamente” a cambiar su comportamiento. Se dice que lloraban sin razón, corrían en cuatro patas y ladraban como perros. Luego de ser examinadas por un doctor que fue incapaz de dar un diagnostico médico, se determinó que las niñas habían sido embrujadas y acusaron rápidamente a la esclava Tituba de este maleficio.

En ese tiempo, si una persona admitía practicar brujería, no se la ejecutaba; pero en cambio, si lo negaba –sobre todo porque no quería admitir algo que no era cierto y condenar su alma al infierno– era condenada a la horca.

Tituba confesó ser una bruja y así salvó su vida. Luego, acusó a las niñas Parris de brujería y estas a su vez se defendieron diciendo que habían sido poseídas por el demonio, pero que de esta forma podían ayudar a los ministros a cazar a las verdaderas brujas.

Lo que empezó como un juego de niños terminó acusando a muchos inocentes de brujería, condenándolos a morir en la horca, producto de la ficción de sus habitantes y la ignorancia de la época.

El 10 de junio Bridget Bishop fue la primera mujer ahorcada acusada de bruja.

El 19 de julio también fueron ahorcadas Sarah Good, Elizabeth How, Susan Martin, Rebecca Nurse y Sarah Wilds.

Un mes después, el 19 de agosto, fueron ahorcados George Burroughs, Martha Carrier, John Williard y George Jacobs.

El 6 de septiembre fueron condenadas Dorcas Hoar, Abigail Willians, Sarah Cloyce, Mary Lacy, Rebeca Eames, aunque todas fueron luego indultadas. Ese mismo día se condenó a Giles Cory a cadena perpetua y a Mary Bradbury, quien escapó de prisión.

El 22 de septiembre fueron ahorcados Martha Cory, Mary Esty, Alice Parker, Mary Parker, Ann Pudeator, Wilmot Red, Margaret Scott y Samuel Waldwell.

En tanto, Ann Foster y Sarah Osborne murieron en prisión.

Mientras que Abigail Faulkner y Elizabeth Proctor, dos mujeres embarazadas, se salvaron de ser ejecutadas y fueron condenadas a cadena perpetua.

Finalmente, Tituba, con quien había comenzado esta historia, salvó su vida. Fue encarcelada y posteriormente vendida como esclava.

Pero, además, estuvieron implicadas muchas otras personas que no llegaron a ser juzgadas y condenadas, aunque sí encarceladas y torturadas.

El hecho inspiró al dramaturgo estadounidense Arthur Miller para publicar en 1953 Las brujas de Salem, una obra que rescataba aquel lejano episodio para denunciar en realidad la persecución que por entonces ejercía en su país la Comisión de Control de las Actividades Antinorteamericanas del senador Joseph McCarty contra intelectuales y artistas sospechados de simpatizar con el marxismo en plena Guerra Fría. Esa era una nueva caza de brujas, en pleno siglo XX.

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