Últimas

Cuando el perdón es verdadero

Por: Rodrigo Joaquín del Pino


Si realmente quieres alcanzar la paz interior y liberarte del sufrimiento innecesario tienes que entender el perdón verdadero y practicarlo. A través de él puedes liberarte de miedos, culpas, resentimientos y odios, y transformarlos en paz y amor.

Se puede sentir amor donde antes se sentía odio, se puede ver belleza donde antes se veía fealdad, se puede ver inocencia donde antes se veía sólo culpa, y esto únicamente debido al deseo profundo de quererlo.

El ego usa el perdón de manera superficial, cree en los errores y defectos, los considera reales y los utiliza para ampliarse y crecer. Ese falso perdón es un acto de superioridad camuflado: “Te perdono”. Hay una sensación de pérdida cuando perdonamos de esta manera, y esto indica que todavía necesitamos comprender lo que el amor es.

Perdonamos como si fuese un favor que otorgamos a otro, una oportunidad más, bajo la creencia oculta de que ese otro es realmente culpable. Es así como creamos la percepción de un mundo de dolor, vengativo y peligroso, desde la determinación a no perdonar. Asimismo, la idea de Dios como castigador surge de ésta indisponibilidad propia.

Cuando perdonas verdaderamente a alguien sueltas una memoria de dolor de tu propia mente. Te perdonas a ti mismo perdonando a los demás, y no es un acto de tolerancia, sino un favor que te haces a través de alguien. El perdón verdadero estriba en soltar lo que es falso, aparente, temporario en otro; por lo tanto, perdonar es renunciar a nada para ganarlo todo. Perdonar es ver la luz en cada persona.

La agresión a Buda

Cierta vez, Buda fue agredido por un hombre que le arrojó una roca desde lo alto de una montaña. Buda no fue lastimado, reconoció a su agresor y se mantuvo calmado y sonriente. Días más tarde, él encuentra a este hombre en la aldea y lo saluda; su agresor, atónito, le pregunta:

—¿No está enojado conmigo, señor?

—¿Por qué habría de estarlo? Ni tú eres ya el que arrojó la piedra, ni yo soy ya el que estaba allí cuando me fue arrojada.

Para el que sabe ver, todo es transitorio, para el que sabe amar, todo es perdonable. El hombre que tiene como propósito amar a todos es el que entiende el perdón verdadero.

La firme decisión de mirar de otra manera es el precio para experimentar paz, salud y obtener todo en la vida. Perdonar implica la firme voluntad de contemplar con inocencia a alguien, sin la necesidad de investigar causas o controlar procesos de cambio en la persona.

Es con las relaciones principales, aquellas donde exigiríamos amor y justificaríamos no perdonar, donde debemos estar atentos y aprender a soltar. No perdonar es el intento del ego de hacer reales la culpa y el castigo. En general se teme perdonar por miedo a perder algo, pero la vida, el universo o Dios quiere que seas dichoso y abundante en todo sentido, así que no temas hacerlo, pues cuando sueltas el control sólo puedes recibir.

Perdonar no es ver el error y disculparlo, sino más bien no ver error alguno. Cuando perdonas ya no eres tú, sino el amor a través tuyo. Cuando observas en tu mente la presencia de alguien que te produce incomodidad, por el motivo que sea, puedes decirle internamente: perdóname por juzgarte, yo te amo, eres un espejo, gracias por mostrarme lo que es mío.

www.humanodivino.com

Comentarios

10