Ciudad

Crónicas urbanas: Una monja

La periodista Susana Pozzi recorre los espacios de la ciudad, la mayoría de las veces arriba de un colectivo. En esta aguafuerte, la mirada sobre una monja


Arte El Ciudadano
Susana Pozzi 

Vuelvo a tomar el 129. Y nuevamente está ella. Sentada en el mismo lugar -el único primer asiento-. La primera vez que la vi , hace una semana, me llamó la atención el modo en que se sentaba: justo en el borde del asiento, sin apoyar la espalda. Me impactó la elegancia con la que se sentaba, sin que el bamboleo de la mole desvencijada amarilla le hiciera perder la perfección de su postura. Hoy está sentada del mismo modo. Parece como si su cuerpo delgado y longilíneo estuviera almidonado.

Otra cosa que me llamó la atención esa primera vez fue la pulcritud de su vestimenta. Camisa inmaculadamente blanca. Amplia y con una ligera transparencia que deja entrever como una segunda camisa de mangas cortas por debajo . Es como un intento de borrar el signo de feminidad que dan las tetas en una mujer. Una falda de un bonito marrón cubre totalmente sus piernas que imagino muy largas . Por debajo escapan los pies enfundados en una sandalias simples , que denotan años pero están cuidadas. Una suela marrón con tiras . Sin tacos. Y lo que más me atrae es el gorro que lleva cubriendo toda su cabeza. Es tejido. Marrón con una franja blanca que rodea su nuca y su frente. Es bonito, elegante. No para estos veranos calurosos. El sábado pasado también lo llevaba.

Tiene unos enormes ojos celestes que miran un punto fijo como enajenados al paisaje que regala el trayecto del norte hacia el centro de la ciudad. Unos anteojos diminutos, color plata, sin marco se anteponen a ellos. Un morral de tela, color beige cuelga con una tira larga de su hombro. Sus manos están entrelazadas. Sostienen un rosario. Imagino que reza por todos nosotros, sus compañeros de viaje. Es monja. No sé a qué congregación pertenecerá. Hoy , al igual que el sábado pasado, me sigo preguntando si dedicó su vida a Dios por un profundo amor hacia él, o quizás, un doloroso desamor la llevó por los caminos del señor. Me bajo en Córdoba y Entre Ríos con ganas de preguntárselo.

 

Comentarios