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Cristina prepara un “putch” contra el PJ

El mando de Cristina Kirchner opera a través de la agrupación La Cámpora.

El protocolo es sencillo, tiene dos cláusulas: habitar el planeta K requiere asumir que el mando de Cristina de Kirchner opera a través de La Cámpora y prohíbe, con escasísimas excepciones, cualquier tipo de cohabitación pacífica con los caciques del peronismo.

Ningún “paper” ni documento interno especifica los prerrequisitos, pero son los que rigen Unidos y Organizados (UyO), la megaorganización que la presidenta lanzó el 27 de abril pasado desde Vélez y que pretende ser la marca que amalgame al universo ultra-K.

Es una variante ampliada del neocamporismo, una herramienta para anudar a los grupos diversos y dispersos del kirchnerismo –desde el Movimiento Evita de Emilio Pérsico hasta Kolina de Alicia Kirchner– bajo el comando único y vertical que se atribuye La Cámpora.

Tras una cumbre de referentes nacionales empezó, con sigilo, la confección de las franquicias provinciales. Hay un dato esencial en ese proceso: el armado en cada provincia debe excluir a los gobernadores. Simple: Unidos y Organizados expresa al “kirchnerismo puro”.

Lo mismo vale para los intendentes. Incluso para los kirchneristas más visibles: a Darío Díaz Pérez, de Lanús, le “caminan” el distrito a pesar de su fervoroso cristinismo. De allí es Julián Álvarez, viceministro de Justicia y edecán de “Wado” de Pedro.

Ametrallado por Cristina de Kirchner, Daniel Scioli aparece –al igual que el grueso de los gobernadores– como un ajeno. Lo curioso es que Gabriel Mariotto también está, al menos por ahora, afuera de la filial bonaerense de Unidos y Organizados. “Lo respetamos, pero todavía no está acá”, explican.

Un eufemismo para plantear que el peronismo convencional, más que un aliado, es un potencial enemigo.

Hay rebeldías. En particular del Movimiento Evita, que tiene autonomía y se resiste a aceptar la conducción tercerizada. La pretendida equidad se disipó en los días previos al acto de Vélez: Cristina de Kirchner avisó que sólo iría si La Cámpora tenía un protagonismo central.

El núcleo central lo encarna La Cámpora, en la que quedó como jefe nacional Andrés “Cuervo” Larroque, el Movimiento Evita y el Frente Transversal de Edgardo Depetri que, a su vez, conforman con otros grupos La Corriente Nacional de la Militancia, que tiene como ordenador a Agustín Rossi.

Con cierto grado de protagonismo aparecen, también, los alicistas de Kolina que sienta en la mesa de Unidos y Organizados a Andrés La Blunda Fontana, funcionario de Desarrollo Social, nieto recuperado y protocamporista. Por esa vía llegan, también Segundo Centenario y el MUP.

La legislativa del año próximo es el objetivo y el ring serán las listas del FpV para cualquiera de las dos variables futuras: empujar una reforma constitucional que habilite la re-reelección o montar un dispositivo para imponer o condicionar al sucesor.

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