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Túnez: manifestantes desafían toque de queda

Cientos de personas piden frente a las oficinas del primer ministro la renuncia del gobierno de transición dominado por miembros fieles a Ben Alí. En tanto, el ejecutivo prepara una nueva coalición integrada por personalidades para acallar las protestas.

Cientos de manifestantes, que exigen la renuncia del gobierno de transición dominado por dirigentes del régimen del presidente derrocado Ben Alí, se disponían el domingo a pasar la noche frente a las oficinas del primer ministro desafiando el toque de queda.

Al iniciarse el toque de queda, varios centenares de tunecinos permanecen, con evidentes intenciones de quedarse, en la plaza frente a la oficina del primer ministro, al final de una jornada en la que miles de manifestantes se habían congregado en el lugar exigiendo la dimisión del gobierno.

Las tiendas que comenzaban a montarse o el despliegue de simples sacos de dormir, así como los emparedados y bebidas aportados por los vecinos, eran claros signos de la determinación de los manifestantes de quedarse allí toda la noche.

La mayoría de ellos habían partido el sábado desde el centro-oeste rural y pobre del país, foco de la “revolución de los jazmines” y que llegaron a la capital en la madrugada del domingo en la bautizada “caravana de la liberación”.

“No nos iremos de la plaza antes de que se vaya el gobierno”, declaró Mizar, un estudiante de Túnez originario de Sidi Buzid (centro-oeste), quien entonaba cantos revolucionarios con un grupo de una veintena de estudiantes.

“Muy probablemente los dejaremos que se queden aquí porque vinieron de muy lejos y no tiene dónde ir. Pero no les permitiremos desplazarse” por la ciudad, dijo un oficial del ejército tunecino, bajo anonimato.

Asimismo, el país prepara un nuevo gobierno de transición, integrado por personalidades reconocidas y gestores, para acallar las protestas populares, que no cesan de pedir en las calles que los ministros del anterior régimen salgan del poder, informaron fuentes próximas a las negociaciones.

El presidente interino del país, Fuad Mebaza, mantiene contactos con varias figuras de la época del primer jefe de Estado del Túnez independiente, Habib Burguiba, para sumarlas a ese nuevo Ejecutivo, del que saldría el actual primer ministro, Mohamed Ghanuchi, y el resto de dirigentes del presidente depuesto, Zine el Abidine Ben Alí.

Mebaza, cuya salida de la presidencia no se cuestiona al obedecer a un imperativo constitucional tras el vacío de poder dejado por Ben Alí en su huida, negocia asimismo con representantes de los sectores sociales y políticos del país la creación de un Consejo Constitucional, que se encargaría de elaborar una nueva Carta Magna.

Uno de los nombres que se barajan para sustituir a Ghanuchi es el de Ahmed Mesteri, ministro durante el régimen de Burguiba, pero que abandonó el partido en el poder entonces, el Neodestur, en desacuerdo con su deriva autoritaria y fundó el Movimiento de los Democrátas Socialistas (MDS).

Mesteri, con cerca de 80 años actualmente, se retiró hace años de la política, pero goza de un cierto prestigio entre la elite del país, pese a que el MDS se convirtió después en una de las formaciones de “oposición” utilizadas por Ben Alí para darle apariencia democrática a su mandato, aunque de hecho le apoyaban.

Entretanto, la presión para que las figuras del poder anterior salgan del Gobierno volvió hoy a las calles de Túnez, donde cerca de un millar de manifestantes procedentes del interior del país se sumaron a las protestas en la capital.

Ante el Palacio de Gobierno, en la vieja medina, unas 2.000 personas, entre ellas muchos estudiantes, continuaron pidiendo la ruptura definitiva con el antiguo régimen y la profundización de las reformas en todas las estructuras del poder.

Pese al anuncio de que dos ex ministros de Ben Alí y el propietario del único canal privado de televisión en Túnez, acusado de “traición”, habían sido detenidos, la mayoría de los tunecinos siguen sin creerse la voluntad reformadora de un Gobierno en el que los dirigentes del presidente depuesto ocupan todos los puestos clave.

Multitud de corros de decenas de personas, prohibidos anteriormente, continuaron formándose en la popular avenida Habib Burguiba y en otras calles de la capital para intercambiar información y opiniones.

Los tunecinos han recuperado la tradición oral africana y se apelotonan para escuchar atentamente a las personas que se van turnando en el centro de un círculo para relatar los últimos acontecimientos o celebrar un mitin político improvisado.

La gran mayoría de los ciudadanos consideran imprescindible la salida de los antiguos ministros de la dictadura del Gobierno para llevar a cabo las reformas que necesita el país.

“No se puede hacer nada nuevo con lo viejo”, asegura Chadli, un profesor de enseñanza media para quien “hay que cambiar y meter a gente nueva si se quiere que el Gobierno tenga alguna credibilidad”.

“La gente tiene miedo de que le confisquen la revolución”, recalca Jamal, un artista plástico de mediana edad, que desconfía de que el Gobierno “esté esperando la primera oportunidad para volver atrás”.

El riesgo de involución, tanto a nivel interno como fomentada desde el exterior, es compartido por casi todos.

“Gadafi ya ha dicho que apoya a Ben Alí y sus milicias pueden entrar en cualquier momento para sembrar el caos”, asegura Jafed, un trabajador de la construcción en paro en referencia al líder de la vecina Libia.

Aún así, los tunecinos disfrutan de la sensación de libertad recuperada que se respira en las calles de la capital, algo completamente nuevo e inédito para el país.

Muchos comprueban con asombro como la prensa privada -muy próxima sin excepción a Ben Alí y al anterior partido del poder- publica ahora en grandes titulares las manifestaciones por todo el país pidiendo “más democracia” y destaca las opiniones de los líderes de la oposición.

Hasta hace apenas una semana y durante décadas, diarios como “La Presse” o “Le Quotidien”, al igual que los medios públicos raramente concedían un breve a los opositores y se dedicaban a ensalzar cotidianamente los logros del partido en el poder y del presidente.

“La agencia Moody’s prefería la dictadura”, titulaba hoy “La Presse” en referencia a la rebaja de la calificación financiera de Túnez que decidió hace unos días.

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