El miércoles pasado se cumplieron cuatro años del homicidio de Emanuel Del Mastro, el policía de 26 años ejecutado dentro de un burdel céntrico donde hacía adicionales en negro que nunca fueron reconocidos. El asesinato a quemarropa quedó registrado en las cámaras de vigilancia de Paraíso Terrenal y en pocas horas se filtró a la prensa. Esas imágenes no sólo mostraron la ejecución de un hombre y el rostro de sus agresores, que ya fueron condenados. También dejaron entrever que las casas de citas funcionaban con el visto bueno de las comisarías, que suministran a sus propios agentes como custodios, quienes se ven forzados a compensar los magros sueldos con trabajo irregular. Emanuel quería terminar de construir su casa de Funes, tenía fecha para casarse por civil con su pareja y hacía los trámites para que su hijo, entonces de dos años, llevara su apellido, porque el día que nació estaba de servicio y no llegó a tiempo para anotarlo. Por eso aceptaba cuanto adicional se le ofrecía y la noche del 19 de junio de 2009 no fue la excepción. Luego de una jornada de 24 horas, siguió su turno en la casa de Mendoza 909 donde murió. Por eso fue velado sin honores. Un reconocimiento que nunca llegó y que para su familia, hasta el día de hoy, sigue siendo una herida abierta que esperan sea reparada.
“Lo único que me gustaría es que la Policía le rinda honores. Aunque sea tarde. Él murió prestando un servicio a la comunidad, no haciendo algo indebido. Murió trabajando. Y todos sabemos que los adicionales en negro los arregla la misma comisaría. Nunca lo reconocieron e hicieron lo de siempre, mover las piezas de lugar y darle la espalda”, dijo su papá Ricardo, ex combatiente de Malvinas, de 53 años.
“Nunca tuvimos apoyo de la Policía. Lo único que hicieron fue darle a su mujer la parte del sueldo de esos días que él había trabajado y nada más. Lo dejaron tirado y lo velaron sin honores. Esa noche (la de la muerte) fui a la casa de mi ex esposa y había un montón de policías, algunos parientes y otros compañeros de Emanuel. Ahí escuché que decían «la planilla la firmó». Es decir que él firmaba para hacer los adicionales que le ofrecía en la seccional 1ª porque necesitaba mucho el dinero. Pero después negaron todo: que lo habían mandado y que cobraban plata para que ese lugar funcione. Incluso, cuando tuvimos acceso a hablar con las chicas que trabajaban en el burdel nos comentaron que recibieron instrucciones de declarar que eran ellas quienes les pagaban directamente. Y según tengo entendido, en la comisaría firmaba la planilla, cobraba el adicional normal que eran 80 pesos y en el burdel le daban otros 100. Había una duplicidad en el pago”, expresó Ricardo tras agregar: “Básicamente el meollo de la cuestión es que ganan tan poco que si no hacen un adicional en negro no pueden subsistir”.
“No fue un robo”
Acompañado por la abogada que llevó adelante la querella, Griselda Strólogo, Ricardo se manifestó más que conforme con la labor de la letrada en el proceso judicial, que derivó en dos duras condenas en un tiempo récord (ver aparte). Lo cuenta mientras ensaya en voz alta los posibles móviles del crimen, que a su entender nunca quedó esclarecido.
Ambos coincidieron en que los tiradores fueron por la vida de otro policía que debía estar en su lugar y cuya identidad nunca se reveló, a raíz de que “la seccional 1ª jamás reconoció que administraba los adicionales que otorgaban a sus agentes con la firma de planillas”, dijo la abogada.
La teoría la fundan en las imágenes fílmicas que muestran cómo segundos después del ingreso de dos hombres al burdel, uno de ellos dispara contra Emanuel sin motivo aparente. No obstante, del expediente judicial surge que el brutal ataque podría haber sido para asegurar un robo y que la ejecución de Del Mastro fue porque lo reconocieron como policía o lo imaginaron al ver que portaba su arma reglamentaria.
“No fue un robo en realidad, el supuesto robo pasó después. Cuando la madame del lugar declara explica que no le piden nada, y que les dio una billetera con 1.200 pesos y celulares porque se asustó”, recordó Ricardo para reforzar que “fueron a matar a una persona que no era” su hijo. “Fue una ejecución directa. No se resistió a nada porque no le dieron tiempo”, dijo.
La vida hoy
“Después de lo que pasó nadie nos dio nada. Todo lo que hicimos para salir adelante fue por cuenta de nuestra familia. A mí me ayudó mucho la terapia, tanto la psicológica como la de la Iglesia, porque en ese tiempo me puse en las manos del señor y me sirvió para aliviar el corazón. Me hizo entender y aceptar bien la pérdida. Mi ex mujer fue a grupos de apoyo de padres que han perdido hijos, y mis hijas también. La más grande tiene 23 años y dos hijos, y la menor tiene 20 y está embarazada”, contó Ricardo que se sigue viendo con su nieto (hijo de Emanuel) que ya tiene cinco años pero no lleva su apellido porque ese trámite quedó inconcluso.
También contó que la mamá del niño pudo rehacer su vida, se juntó con un policía y tuvo otros dos niños.
Consultado sobre la falta de reconocimiento en la labor de su hijo y lo que lo que él vivió en carne propia en la guerra de Malvinas, Ricardo dijo que “se tuvo que luchar mucho para que el gobierno nos reconozca aunque sea una pensión. Después de 15 años nos empezaron a dar reconocimiento a los soldados. Primero a los conscriptos y luego a nosotros, personal de cuadro (de carrera). Estuve siete años en la Marina, entré en el año 1979 y estuve tres en la Esma, donde me recibí en la parte de electricidad naval. Y de ahí me mandaron a los barcos. Estuve en combate cuando se tomó la isla, salimos a navegar y no sabíamos ni adónde íbamos. Me fui porque se ganaba muy poco”, dijo tras reiterar que, aunque sea tarde, no pierde la esperanza de que su hijo reciba los honores de la fuerza.
Condenas en tiempo récord
Los dos hombres que fueron acusados del homicidio del policía firmaron sus propias condenas. Cinco meses después del crimen de Emanuel Del Mastro, Matías Javier Robledo, entonces de 23 años, fue condenado a 15 años de prisión tras confesarse autor de los cuatro tiros que terminaron con la vida del policía. La pena, que fue alcanzada en el marco de un juicio abreviado y se unificó con otra anterior, quedó fijada en 16 años y por ser reincidente no goza de beneficios como salidas transitorias.
El joven era intensamente buscado cuando cayó herido a un hospital de la localidad chaqueña de Resistencia, donde se registró con el nombre de otra persona. Ese mismo día, el 21 de septiembre de 2009, el muchacho quedó detenido acusado de ejecutar de tres balazos, un día antes, a Norma Sánchez, propietaria de una legendaria parrilla ubicada sobre la ruta nacional 12, a pocos metros de la rotonda Virgen de Itatí, al este de la capital correntina. Tras conocerse su verdadero nombre, fue trasladado a Rosario donde se le fijó una pena que lo dejará tras las rejas hasta mayo de 2023.
En tanto, días después de cumplirse el primer aniversario del crimen, la misma suerte corrió Rubén Darío Duré, conocido como Pato, quien tenía 31 años y aceptó firmar un juicio abreviado por el monto de 11 años de prisión. En esa pena también se le computó un robo ocurrido siete meses antes del homicidio, en otra casa de citas rosarina ubicada en Castellanos al 400.
El papá de la víctima, Ricardo Del Mastro, se manifestó “muy conforme” con el resultado de las condenas y valoró los consejos de su abogada Griselda Strólogo, quien le recomendó evitar el juicio oral y alcanzar un abreviado, para no correr el riesgo de que los imputados salgan absueltos.
“Al principio teníamos ansiedad y queríamos que todo fuera rápido, aunque los tiempos de nosotros no son los tiempos de la Justicia. Pero dentro de todo, y a raíz del incidente que tuvo el asesino en Corrientes, la causa se movió rápido”, celebró Ricardo.
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