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El Mago Coria hoy: mano a mano con El Hincha

Por Pablo Soria.- Paternidad, amistades y anécdotas, en una distendida charla con el ex tenista. Coria cuenta su elección por Rosario, los consejos de Bielsa y su relación con Messi, entre otras vivencias.


A tres años y medio de haberse retirado del circuito ATP, Guillermo Coria observa la vida con otros ojos. Atrás quedaron las presiones agobiantes para ganar, ganar y seguir ganando, los viajes agotadores por el mundo y las corridas semanales entre aeropuertos, hoteles y sitios de entrenamiento, para asistir de un torneo a otro. Ahora el Mago luce distendido. Bromea con sus alumnos y camina sin apuros por las canchas de cemento y polvo de ladrillo de la academia, el Coria Tenis, que fundó en Fisherton. Y entonces se presta a una charla íntima de dos horas con El Hincha. No sólo con el propósito de repasar lo que le dejó su carrera, sino también para hablar sobre su reciente paternidad, amistades y anécdotas con personalidades del fútbol vinculadas con Rosario, como Lionel Messi y Marcelo Bielsa, entre otros temas.

—¿Cómo venís llevando la paternidad con Thiago?

—El bebé es un fenómeno. Duerme bastante. Igual se levanta la madre (risas). Cuando en la vida te toca ser padre, no es joda que te cambia la vida. Lo disfruto en cada segundo. Con Carla decidimos casarnos de jóvenes y no quisimos tener hijos tan pronto porque no íbamos a tener tiempo de disfrutarlo a full. Si ahora tengo que levantarme a las 3 de la madrugada, no tengo problemas en hacerlo. En cambio, si hubiésemos estado en el circuito, hubiera estado histérico y nervioso. No lo iba a poder disfrutar. Estoy fascinado en mi rol de padre. Feliz. Obviamente que el amor que siento es único.

—Una profesión tan exigente como el tenis te da pero también te quita cosas. ¿Qué te perdiste en la vida?

—Me perdí el viaje de egresados a Bariloche porque tenía una gira junior por Estados Unidos, que terminaba en el US Open. Encima me enfermé y me perdí de jugar casi todos los torneos. Tampoco llegué a despedirme cuando fallecieron mi tío y mis abuelos. Mi hermanito menor Fede estuvo complicado por un cuadro de meningitis y recién me enteré cuando volví de una gira. Me perdí buena parte de la juventud y las primeras salidas con los chicos de Venado Tuerto. Son elecciones que hice y un tenista tiene que hacerse adulto a la fuerza con 17 o 18 años. Te encontrás con muchísima fama y dinero, hoteles cinco estrellas, autos de primer nivel… Salís a la calle y te vuelven loco. Salís a comer y se te tiran encima. No es fácil controlarlo y sobrellevarlo. Pero son elecciones que se toman.

—Tenés muchos amigos en el ambiente del fútbol. ¿Por qué tantos de Newell’s?

—Pura casualidad. A Lucas Bernardi lo conocí en Mónaco. Me lo presentó Marcelo Gallardo en el torneo de Montecarlo. La amistad arrancó hace diez años. Cuando volvió a jugar a Newell’s fui a presenciar entrenamientos. Y a partir de allí me hice amigo del Patón Guzmán, (Mauricio) Sperduti, (Leonel) Vangioni, el Gato Formica, (Sebastián) Peratta, el Flaco Ayales. También de (Rolando) Schiavi, que ahora está en Boca. Es raro. Así como me encanta ir a ver los partidos de Newell’s, también me encantaría ir a Central.

—En el Coloso pudiste jugar amistosos a beneficio. Y en el último ni más ni menos que con Lionel Messi.

—Sí, tuve la chance de charlar un rato con Lionel. E incluso cuando estuve viviendo en Barcelona después de mi operación de hombro me lo crucé un par de veces en los torneos. Pasa que Messi siempre tiene 25 personas encima rodeándolo. Tuvo la amabilidad de sacarse una foto conmigo y con mis amigos. Es un tipo muy tímido y sencillo. Lionel es un fenómeno y da gusto tenerlo cerca. Valoro mucho sus palabras. Lo mismo cuando tuve la posibilidad de hablar cinco horas con el Loco Bielsa…

—¡Cinco horas con Bielsa!

—Sí, somos vecinos de edificio y pactamos una reunión. Fue la única vez que lo crucé. Estuvimos hablando cinco horas y tuvimos que interrumpir la charla porque era la hora del almuerzo y sus hijas tenían que irse al colegio. Recuerdo que estaba pasando por un momento confuso de mi carrera. Y decidí hablarle. Bielsa me dio consejos. Y también me dejó enseñanzas y experiencias que le habían transmitido (Josep) Guardiola y Cachito Vigil. Siempre quiero saber y aprender sobre manejos de grupo, para transmitírselo a los chicos de mi escuela de tenis. Cuando te va bien, muchas veces pensás que te las sabés todas y querés llevarte el mundo por delante. Y ahí es cuando chocás contra una pared y no podés crecer.

—¿En algún momento de tu carrera creíste que te llevabas el mundo por delante?

—Es que cuando entrás a una cancha tenés que creerte el mejor y no respetar a nadie. Cuando enfrentás a un rival, tenés que pensar que sos mejor que él. Y pensar en aplastarlo; cagarlo a palos. Si entrás con respeto, se te va a hacer muy difícil triunfar. Entonces tenés que creértela vos mismo. Que podés llegar a ser número uno, dos o tres del mundo. Obviamente que si tenés las condiciones para llegar, tenés que romperte el alma y vivir las 24 horas para el tenis. Sino no llegás.

—¿Es como un fuego sagrado que hay que avivarlo para que no se apague?

—Sí, y se puede apagar cuando perdés el deseo de lograr otros objetivos. Tenés que ser inteligente para darte cuenta cuándo hay que parar la pelota y retirarte bien. Que no significa ganador. Yo pude retirarme bien. Pude superar mis trances y me di cuenta de que ya no podía disfrutar de jugar al tenis. No era feliz en el día a día y no podía irme a dormir contento. Y al otro día que me retiré seguí haciendo mi vida y pude comprobar que podía hacer otras cosas sin depender de ser protagonista de un torneo. Es más, fui más feliz cuando me retiré que cuando estaba jugando.

“En cinco minutos se fue todo a la mierda”

Para Guillermo Coria, aquella increíble final perdida en Roland Garros 2004 quedó “como una marca imposible de borrar” en su carrera profesional. “Hice todo lo posible por ganarla. Y por tres centímetros que se me fueron afuera dos pelotas, no me puedo reprochar nada. Obvio que me dolió y me dio bronca. Y me quedó una marca imposible de borrar. Cuando me acalambro, empiezo a pensar en otras cosas porque venía llevándolo muy tranquilo al partido. El error fue haberme ido de la táctica y la planificación. Por eso los tenistas tenemos que jugar en neutro. No pensar en nada. Sino te empezás a poner nervioso, te acalambras y no podes parar más. Fueron cinco minutos en los que todo se fue a la mierda”, lamentó sobre aquella definición.

—¿Vos perdiste la final o la ganó Gaudio?

—La perdí yo. No tuve experiencia en situaciones adversas. Me sentía imbatible en polvo de ladrillo. Tenía todo en mis manos. Pero no hay que quitarle méritos al rival porque del otro lado hay que meter la pelotita. En los dos match points tomé riesgos y Gastón los jugó bien.

—¿Quedan rencores de aquella rivalidad con Gaudio?

—El tema fue que Gastón estaba más pendiente mío que yo de él. Yo me preparaba para superar a los dos o tres rivales que tenía delante en el ranking. Hubo situaciones que no me hizo pasar bien con algunas declaraciones. No es una persona de mi agrado ni de mi círculo de amistades. Lo saludo y si tengo que compartir una publicidad, lo hago. Pero si me dan a elegir con quien estar, obviamente no lo elegiría.

—Tu mejor partido fue con Nadal en la final de Roma 2005?

—Contra Nadal en Roma, contra (Andre) Agassi en Roland Garros 2003, contra (Mikhail) Youzhny en Stuttgart ganando por un doble 6-0. Es muy difícil quedarse con un solo partido. Contra Nadal jugué en mi nivel máximo. Cada tanto lo vuelvo a ver y lamento no haberme dado cuenta lo que jugué en ese momento. Por táctica, por velocidad y por intensidad, fue un partido perfecto por más que lo haya perdido. No lo gané porque enfrente había un jugador mejor que yo. Me dejó tranquilo haberle jugado cinco horas de igual a igual a esa bestia.

“Del Potro se manejó mal y no quedó bien parado”

En ocasión de las semifinales de Copa Davis entre Argentina y República Checa, el Mago Coria recibió el Premio Konex en reconocimiento a uno de los mejores cinco tenistas nacionales de la pasada década. Y allí pudo presenciar in situ, lo cambiante de una serie que arrancó favorable para el elenco albiceleste y que terminó en estrepitosa derrota. Con un punto de inflexión: la deserción de Juan Martín Del Potro para la decisiva jornada del domingo, argumentado problemas físicos cuando tras el triunfo inicial había expresado haber jugado “por la gente”.

—¿Qué creés que pasó con Del Potro en la última Davis?

—Obviamente que fue una lástima no haber podido ganar la serie. Del Potro no quedó bien parado porque se manejó mal. Las declaraciones de que un día jugás por la gente y al otro día no jugás… Puedo opinar de las declaraciones que hizo. No fue bien aconsejado. Le deben haber dicho lo que tenía que decir y no fueron las palabras indicadas. Cuando dijo que había jugado por la gente no cayó bien en el equipo. Y le jugaron en contra porque no quiso jugar en el último día. Es joven y se equivocó. Desde afuera es muy fácil hablar con el diario del lunes.

—¿Qué falta para ganar la Copa Davis?

—No se dio por diferentes motivos y diferentes egos. Es una cagada porque (Rafael) Nadal no estaba. Y lo hubiésemos agarrado a (David) Ferrer cansado después de ganar dos torneos y de participar en el Masters. Este año era más posible ganarla que en Mar del Plata 2008.

—¿Tan difícil es domar el ego de un tenista?

—No es fácil. A mí me tocó perder en semifinales contra Eslovaquia en 2005 frente a (Dominio) Hrbaty y Karol Beck. Nos ganaron bien. Y así y todo hubo problemas. No es que cuando ganás lo hace un solo tenista y cuando perdés hay que buscar un único responsable. Eso generó cortocircuitos. Lo que pasó en Mar del Plata fue muy fuerte y dejó secuelas. Cuando me tocó integrar el equipo éramos prácticamente cuatro top ten (NdR: David Nalbandian, Gaudio, Coria y Mariano Puerta) y cada uno pensaba a su manera. Obviamente que en Eslovaquia fui el más perjudicado y me la morfé. Y después terminé teniendo la razón en un montón de cosas. Éramos todos muy pesados.

Rosario, la razón de ser

El emplazamiento del Coria Tenis en Rosario tiene una razón de ser para Guillermo Coria. “El tenis me dio muchísimo y le estoy agradecido. Por eso todo este complejo. Tuve chances de hacerlo en otras ciudades u otras partes del mundo. Decidí instalarme en Rosario porque mi esposa (Carla Francovigh) es rosarina. Además la instalación del predio en Fisherton tiene una lógica. Mi viejo Oscar tenía una academia y nos venimos a vivir a Rosario por su trabajo. Por eso cuando decidí poner la escuela me incliné por este lugar porque ocupa un lugar muy especial en mi vida, que me marcó en mi carrera”, destacó el Mago, quien llegó al puesto 3 del mundo. “Acá hicimos una inversión grande para que los chicos y los amantes del tenis tengan un lugar en donde se respire ciento por ciento tenis. Además estoy con otros negocios inmobiliarios. Tampoco quiero que mi vida sea todo el día tenis. Desde que me retiré me propuse abrir la cabeza hacia otros emprendimientos para crecer en otros rubros”, advirtió el rufinense.

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