El Hincha

Deporte y solidaridad

Corazón de oro: Braian Toledo, un atleta comprometido

Uno de los mejores lanzadores de jabalina del mundo destina parte de sus ingresos para la ayuda social. "Yo sé lo que es tener hambre, dormir en el piso, con frío o calor”, relató el deportista de 25 años


“Me llena de placer poder ayudar a gente que está en una situación parecida a la que viví yo”, expresó Toledo.

Hay días en los que Braian Toledo brilla más que en la pista y se convierte en un héroe sin jabalina. Al menos una vez al mes, uno de los mejores deportistas olímpicos del país carga su auto con bolsas de mercadería y sale a recorrer los barrios aledaños a su Marcos Paz natal. Con la ayuda de su novia, la impulsora de la idea, el atleta va por calles y cuando observa una casa o lugar necesitado, se baja, toca la puerta y ofrece su regalo. “¡Hola! Si no se ofenden, quería dejarles esto, quizá los ayude un poco”.

Braian apenas explica por qué lo hace, no dice quién es ni acepta fotos o grandes agradecimientos. Sólo le interesa ayudar porque vive con su historia a flor de piel. Sabe que él pudo darla vuelta, que hoy su realidad es otra (sin sobrarle nada) por ser uno de los mejores lanzadores de jabalina del mundo, pero no se olvida de las necesidades que pasó.

“A mi familia le hubiese venido bien algo así. Pasamos frío, pasamos hambre… Por eso me llena de placer poder ayudar a gente que está en una situación parecida a la nuestra”, explica quien se metiera en la final de los Juegos Olímpicos de Río 2016 (fue 10°) y hoy se entrena a full para ir por más en Tokio 2020.

Toledo destina cada mes un porcentaje fijo de sus ingresos para hacer esta movida solidaria y asegura que no hay sentimiento más hermoso. “Es algo único, difícil de explicar. Te sentís Papá Noel”, dice mientras cuenta cómo reacciona la gente cuando llega de sorpresa. “Muchos no entienden, algunos no me conocen. Preguntan si es verdad, por qué lo hago…”, cuenta quien hoy ya no lo realiza al azar porque encontró los lugares que necesitan más y va directo allí.

Eso sí, esta solidaridad que practica a diario le vuelve de las formas más emotivas. “Hace unos años yo volvía para casa y vi a un hombre, con su hijito, revolviendo la basura. Era fin de mes y a mí me quedaban sólo 50 pesos en la billetera porque justo en esos días habíamos hecho una compra importante. Pero ni lo pensé: se los di al nene para que se los alcanzara al padre”, relata Braian con una sensibilidad que impacta.

Y enseguida completó: “Cuatro años después, cuando mi mamá empezó a estudiar en una escuela nocturna, se cruzó con una mujer que, cuando la vio, se puso a llorar desconsoladamente. Cuando se calmó, le contó esta misma historia… Le dijo lo que había significado ese gesto para ellos, que en ese momento su esposo no había reaccionado para agradecerme como me merecía. Mi mamá se emocionó, volvió a casa y me agradeció lo que yo había hecho. Yo le respondí que era lo que ella había alimentado en mí. Hoy seguimos ayudando a esa familia, como a otras… Y es lo que me hace feliz, lo que me llena el alma y el espíritu. Me alegra tanto como ganar una competencia”.

Cada acción en la vida de este deportista tiene que ver con una historia que incluyó abandono (de su padre), violencia y una frase de su madre (“no sé qué voy a darles de comer mañana”) que lo estremeció de chico y resume las necesidades que pasaron los Toledo. Hoy la vida es otra, aunque haya días en los que Braian aún no lo pueda creer.

“Honestamente me sigue pareciendo increíble cómo pude cambiarla. Me levanto y me pregunto si es verdad… Hace años dormíamos todos apretados en una casilla, no había para comer, mi vieja trabajaba por 20 pesos para comprar un kilo de pan y yo le hacía la tarea a mis compañeros por algunos centavos para intentar ayudarla. Por eso todo lo que me pasa lo vivo el doble y me gusta tanto ayudar”, revela un emocionado Toledo.

Y no paró ahí su relato: “Yo sé lo que es tener hambre, dormir en el piso, con frío o calor…Y eso, para mí, no tiene que ser siempre así. Yo entendí que podía cambiar mi realidad. Me lo propuse, me esforcé, fui disciplinado y lo conseguí, aunque con ayuda de mucha gente también. Por eso me gusta devolver”.

Por eso el atleta de 25 años no dudó en sumarse a Huella Weber, el programa social de “Weber Saint Gobain” que elige a deportistas con conciencia social para protagonizar cambios en la sociedad eligiendo un lugar para refaccionar con los materiales que pone la empresa.

“Elegí la ONG Manos en Acción en Marcos Paz porque me hace acordar mucho al comedor que yo iba de chico, a tomar un mate cocido con pan casero o tortas fritas. Yo pasé por eso y sé lo importante que es, lo bien que me sentía y no sólo por poder comer…”, rememora.

En “Manos en Acción” está Mónica con su marido, sosteniendo un merendero al que cada día asisten 30/40 chicos con hambre y necesidades de contención: “Yo estoy muy comprometido. Cuando fui hace poco y vi los cambios en infraestructura me emocioné mucho. En poco tiempo comenzaremos con la segunda etapa de refacción, aunque yo sigo ayudando”.

Braian se siente orgulloso de participar de este programa junto a colegas (y amigos) olímpicos. “Es único compartir un programa que ayude a la gente con Pareto, Chiaraviglio, Crismanich, Delfi Merino y otras del deporte. Entre todos nos ayudamos y potenciamos los proyectos. Es soñado. Weber es hoy la única empresa que hace algo así, ojalá otras la imiten. Yo no me lo voy a olvidar en la vida porque me ayuda a ayudar y, además, nos permite descubrir cosas nuestras y nos muestra que hay otro mundo”, reflexiona.

Claro, no todo es ayuda en la vida de Braian. El 2018 fue tranquilo en cuanto a torneos, aunque no dejó nunca de entrenar. Estuvo cuatro meses en Finlandia con el mejor lanzador de jabalina del mundo (Kari Ihalainen) y en enero volverá tras tres meses en el país que lo ayudó a recargar las pilas.

“Ya extraño la competencia, pero este año fue de mucho aprendizaje en todo aspecto. Cuando estás en el país hay cosas cotidianas que se vuelven normales pero, cuando estás afuera, te das cuenta lo importantes que son, como extrañar a tus seres queridos. Mi vieja ha estado enferma y tuve que enfrentar el miedo a que le pase algo mientras yo estoy lejos”, dijo el lanzador.

El método de entrenamiento también es otro y eso también lo ayudó: “Aprendí a no ser tan autoexigente. Allá se entrena fuerte pero de otra manera: se respetan los descansos y la esencia del deportista, lo que sos más allá de la jabalina. Te escuchan, te dejan participar, para saber qué te hace mejor. Y eso no pasa en otros lados”.

En el 2019, Toledo tendrá con tres campeonatos como metas principales: Sudamericano y Panamericanos, ambos en Perú, y el Mundial de octubre en Qatar. “Presiento que será un gran año para mí. Tengo muy buenas sensaciones. Todo está fluyendo, estoy muy feliz con mi equipo y el entrenamiento. Estoy muy enfocado aunque, repito, disfrutando el camino y sabiendo que hay cosas fuera de la pista que son tan importantes como las medallas, como superarse, ayudar a las otros y ser una mejor persona”. Parece que, al menos en eso, Braian ya ganó.

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