Coronavirus

En cuarentena

Convivir con la pandemia, el encierro y la discapacidad

El fin de semana pasado el gobierno incluyó a las personas con discapacidad y con trastornos del espectro autista en la lista de quienes están autorizados para salir de sus casas. También otorgó esa libertad a profesionales que trabajan con esos pacientes


El aislamiento social, preventivo y obligatorio cuenta con una serie de excepciones que habilita la circulación en algunos casos.  El fin de semana pasado el gobierno sumó a ese listado a personas con discapacidad o con trastornos del espectro autista y habilitó a profesionales que les brindan contención a hacer trabajo a domicilio. Desde el punto de vista de la salud mental, esta decisión permite establecer rutinas, descargar energías y sostener terapias físicas y psicológicas para evitar desbordes tanto de los pacientes como de sus cuidadores. Una psicóloga y dos mamás explican cómo se convive con estas situaciones, cuentan cómo modificó sus vidas la cuarentena y qué implican estas nuevas libertades que les otorgó el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU).

El viernes de la semana pasada el presidente Alberto Fernández anunció la ampliación del listado de actividades y servicios exceptuados a cumplir el aislamiento social, preventivo y obligatorio. A través de un DNU publicado el sábado pasado, se autorizó la “circulación de las personas con discapacidad y aquellas comprendidas en el colectivo de trastorno del espectro autista, para realizar breves salidas en la cercanía de su residencia, junto con un familiar o conviviente”. También se incorporó al listado a “prestadores profesionales a domicilio” para asistir a esas mismas personas.

“Al hablar de discapacidad hay que entender que hay diferentes tipos: podemos hablar de personas con discapacidad cognitiva, mental y psicosocial, en muchas de las cuales es característica la alteración de la conducta, como se observa en los trastornos del espectro autista”, explicó a El Ciudadano la psicóloga Ivana Mortera.

“Cuando nos referimos a una alteración de la conducta hablamos de lo disruptivo desde el punto de vista sociocultural. Se trata de comportamientos de una intensidad, frecuencia y duración exageradas”, explicó. De acuerdo con Mortera, en el caso, por ejemplo, de los niños autistas, “pueden implicar una alta probabilidad de poner en grave compromiso la integridad física de ellos y de su entorno familiar”, explicó.

La psicóloga explicó que ya en contextos sociales normales son asuntos difíciles de atender, ya que modifican la dinámica familiar en la organización de cualquier actividad. Y si a eso se  suma la situación de pandemia y la prohibición de circular, la situación se agrava.

Carina es la mamá de Juan Cruz, un nene de nueve años con un trastorno del espectro autista leve. Hace unos años su condición era más grave, pero mejoró después de realizar terapias con cannabis. Carina forma parte del colectivo Madres que se Plantan.

“La situación es muy difícil por lo que implica el encierro, que remarca la ansiedad y la hiperactividad, conductas obsesivas. Juan Cruz pasó de tener un montón de actividades a estar encerrado en una casa chica y sin patio. Cuando sacás de sus rutinas a los chicos con trastorno del espectro autista, hay situaciones de ansiedad que se potencian, y si no tienen cómo descargarlas es peor”, remarcó.

Esta patología, dice Carina, es muy compleja, y la hiperactividad sobresale como característica. “Necesitan gastar energía. Juan iba a la psicóloga, a la psicopedagoga, a la fonoaudióloga, hacía un taller de dibujo, salía a caminar, lo sacaba a andar en bicicleta, a jugar un rato a la plaza. Tenía gran parte del tiempo ocupado”. Hoy, sostiene algunos de esos espacios por videollamadas. Pero para Carina el hecho de que su hijo un pueda liberar la energía es uno de los mayores problemas. “Ahora se la pasa corriendo alrededor de la mesa. Él tiene un Asperger leve, pero en patologías más graves se dan situaciones complicadas, porque cuando entran en crisis tienen una energía incontenible y las mamás muchas veces se ven superadas en fuerza por sus hijos”.

Que puedan salir, remarca Carina, sirve para que puedan bajar esa ansiedad que se traslada a todo el núcleo familiar, que es el principal espacio de contención.

Mortera explicó que “una de las limitaciones características del autismo tiene que ver con una dificultad severa en la comunicación en general, lo cual implica serios problemas en la manifestación de las emociones en particular. Presentan hipersensibilidad a los diversos estímulos. Por lo tanto, al momento de sentir algún displacer, no pueden manifestarlo de manera clara y muchas veces recurren a dichas manifestaciones disruptivas como golpes o gritos”.

“Todas estas cuestiones, que se contemplan en las terapias, requieren de rutinas bien organizadas, donde nada sorprenda y haya movimientos estandarizados. La cuarentena derrumba todo, porque todo se vio afectado; y las situaciones habituales que podrían llevar a un displacer se incrementaron”, analizó.

“Es muy difícil contemplar todas estas cuestiones en un DNU”, consideró Carina, quien ponderó el hecho de que desde hace una semana se pueda salir y que los profesionales puedan acercarse a las casas para dar continuidad a las terapias. “Hay casos donde los chicos tienen problemas de movilidad con atrofia muscular y necesitan seguir ejercitando sus músculos. Para eso dependen de terapeutas y las mamás no siempre pueden hacer todo”, consideró Carina.

Analía es mamá de tres nenas que van a la primaria. Una de ellas, de nueve años, tiene problemas de habla y de motricidad y, hasta el inicio de la pandemia, además de asistir a una escuela de educación media, iba a una escuela integradora donde le brindaban asistencia especial. Esto, además de una terapia kinesiológica.

“Es muy difícil la organización familiar. En mi casa hago de integradora, de terapeuta, de maestra de tercero, de cuarto, de quinto. Y también me tengo que ocupar de la casa, de la limpieza, cuestiones de la vida cotidiana”, dijo Analía.

Para Analía, la posibilidad de que los terapeutas puedan acercarse a los domicilios sería una solución a algunas de las demandas que surgen en su casa y a las que ella no puede dar respuestas. “En este momento mi hija camina, puede circular, pero por ejemplo el otro día empezó con un dolor de rodilla, que le transmití a la kinesióloga, pero no es lo mismo que la vea un profesional y pueda controlar los ejercicios”, detalló.

Para la psicóloga, con el DNU que habilita a circular, de alguna manera pueden volver a construir algunas rutinas, aunque esto solo no sea suficiente. “En el caso de las personas que tienen una discapacidad psicomotriz, además de las salidas es fundamental el acercamiento de profesionales que realicen las terapias. Son personas que pueden tener miembros comprometidos y que requieren una habitual terapia para e higiene, el aseo, y que los cuadros no empeoren”.

 

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