Coronavirus

Segunda ola

Contagios en escuelas: los datos que ponen en duda que en la escuela no se transmite el virus

Andrés Snitcofsky trabaja visualización de datos y compartió un análisis de una cadena de contagios que se dio en una escuela de Ciudad de Buenos Aires. Esta semana un informe de científicos argentinos concluye que las restricciones a la presencialidad escolar influyen en la disminución de casos


Hace más de un mes en Buenos Aires se desató la discusión sobre  si puede sostener o no la presencialidad escolar en el marco de una segunda ola de contagios de coronavirus más virulenta que la del 2020 y con una ocupación de camas de terapia intensiva al borde del colapso. La polémica se trasladó al resto de las provincias a medida que siguieron escalando los casos. En Rosario la ocupación de camas ya supera el 90 por ciento y en el sector público anunciaron ayer que había un 99 por ciento de ocupación. Llegó el temido colapso.

Este martes, el diseñador gráfico y visualizador de datos Andrés Snitcofsky compartió en su cuenta de Twitter un hilo donde presentó una cadena de contagios en una escuela en la Ciudad de Buenos Aires que se dio desde mediados de abril.

Contó que en un establecimiento educativo de la comuna 13 una maestra dio positivo por lo cual las alumnas y alumnos debieron aislarse por contacto estrecho. A pesar de que en las escuelas hay estrictos medidas para prevenir contagios, cuando hay un caso confirmado el protocolo indica el aislamiento de toda la burbuja escolar. Pero además en este caso las familias decidieron también aislarse y testearse, a pesar de que el protocolo del Gobierno de la Ciudad no lo indica. Finalmente, hubo 10 alumnos y 13 familiares contagiados. De los 14 integrantes de la burbuja, 10 fueron positivos y de ellos 6 fueron asintomáticos.

Según las indicaciones del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, los alumnos que sean contacto estrecho deben aislarse por diez días y si no presentan síntomas pueden volver a las clases presenciales. Según los gráficos confeccionados por Snitcofsky al día nueve uno de los alumnos que no presentaba síntomas se testeó y dio positivo. Si hubiera regresado a las aulas corría el riesgo de contagiar a otros compañeros.

Si el alumno que es contacto estrecho no presenta síntomas y no es testeado, puede ir a la escuela y lo mismo pasa con sus hermanos o hermanas, si es que tiene, que siguen asistiendo a las escuelas en sus respectivas “burbujas”. En este caso, la cadena de contagios no se expandió porque las familias afectadas tomaron la definición de aislar a todos sus integrantes. “Si no hubieran hecho esto, los contagiados 10 días después, hubieran sido “contagio comunitario””, señaló Snitcofsky.

Sin embargo, el analista publicó: “Anécdota no es evidencia. Esta historia suelta no puede extrapolarse a toda una población. Para tener “evidencia” deberíamos: 1. tener accesible el autoreporte escolar con el que cuenta @EducacionBA 2. hacer testeos en escuelas al azar (incluyendo a las flias!)”.

Expresó la necesidad de que sean accesibles los datos de los contagios que se dan en las escuelas y las metodologías utilizadas “para obtener esos números que andan tirando con tanta soltura” desde el gobierno porteño. Señaló que apoya la prioridad de la educación presencial “pero no de cualquier manera ni con cualquier costo y especialmente no a ciegas. Para priorizar una cosa hay despriorizar otras”.

“Deberíamos tener muchas de estas historias, no deberían ser tabú. Los gobiernos deberían investigarlas, rastrear los casos, publicar conclusiones (sin individualizar personas) y así todos aprender a cuidarnos mejor y realmente priorizar la presencialidad”, destacó.

Además, detalló: “Como siempre: correlación no implica causalidad. La maestra dio positivo un viernes. Compartió 4 horas por día durante toda la semana con 14 chicos. 10 resultaron positivos. ¿Cómo sabemos quién contagió a quien? No lo sabemos. Debería testearse mucho más y antes para ello”.

Una de las cuestiones que pone en evidencia esta visualización de datos que confeccionó Snitcofsky tiene que ver con el papel de los asintómaticos en la expansión de la pandemia. El biólogo molecular, inmunólogo y biotecnólogo Ernesto Resnik lo explicó este año en El Ciudadano: “Es variable pero el promedio en los estudios da que los asintomáticos representan un 45 por ciento o sea casi la mitad de las personas que cuando fueron testeadas no tenían síntomas. Entre asintomáticos y presintomáticos son casi la mitad, un 45 por ciento, pero de esos la mayoría, un 33 por ciento de todos los infectados, son verdaderamente asintomáticos. Un sólido tercio de los infectados con coronavirus nunca desarrollan síntomas. Es un montón”.

Por esto son tan importantes las medidas de prevención superpuestas más allá de tener o no síntomas: uso de barbijo ajustado, ventilación cruzada de ambientes o aire libre, higiene de manos y distancia de dos metros.

En noviembre de 2020, la revista científica Nature había publicado qué medidas gubernamentales son las más efectivas para contener la pandemia en donde estableció que “el cierre de instituciones educativas está en segundo lugar con 73 por ciento de contribución a la reducción d R (número que indica a cuánta gente puede contagiar una persona infectada)”, tal como lo compartió la periodística científica Nora Bär. Fue una investigación donde se analizaron  más de seis mil intervenciones no farmacológicas en casi ochenta lugares.

Transmisión por aerosoles

Desde el inicio de la pandemia la comunicad científica internacional se puso a trabajar de forma acelerada y colaborativa para encontrar tratamientos, posibles vacunas e investigar cuáles eran las formas de contagio. En una primera etapa, en marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud -OMS- comunicó que la principal vía de contagio era a través de las gotas que salen despedidas de nuestras bocas y narices cuando estornudamos o tosemos, por eso las medidas de prevención se enfocaron en la distancia de dos metros y la limpieza de manos y superficies que podrían estar contaminadas. También se incorporó el uso de barbijo aunque Occidente demoró más que los países asiáticos que ya tenían la experiencia de otras epidemias este siglo.

Sin embargo, con el paso del tiempo la evidencia del papel de los aerosoles en los contagios pasó a ser mucho más importante. Los aerosoles son partículas que quedan suspendidas en el aire cuando hablamos, gritamos, cantamos o simplemente respiramos. Las gotas más grandes caen más rápido al suelo, son las que expulsamos al toser o estornudar. Pero las microgotas son las que conforman estos aerosoles que quedan suspendidos en el aire, sobre todo en espacios cerrados.

La primera advertencia a la OMS de parte de algunos investigadores fue en julio de 2020. El organismo aceptó que los aerosoles cumplían un papel importante pero lo hizo con ciertas dudas y recién lo reconoció oficialmente este mes, mayo de 2021. Esto trajo muchísimos problemas en todos los países porque los protocolos no se enfocaron en el aspecto fundamental del contagio por aerosoles.

Si bien la ciencia no descarta la posibilidad de infectarse a través de una superficie, la mayor probabilidad es a través de la vía aérea, es decir, si una persona inhala estas gotículas suspendidas en el aire que haya despedido una persona infectada.

A pesar de esto, la comunidad científica sí coincidió desde el inicio que la reducción de la circulación de las personas incide enormemente en la disminución de la circulación del virus por eso las cuarentenas estrictas son tan efectivas. Pero en lugares como Argentina donde por lo menos un 30 por ciento de la población trabaja de manera informal imponer cierres totales tiene un efecto muy perjudicial para la economía de esos hogares, sumada a la inflación de alimentos siempre en aumento.

De hecho en abril de 2021 se conocieron los números del INDEC que ubicaron la situación de pobreza en un 42 por ciento de la población argentina en el segundo semestre de 2020. Implicó una fuerte suba con respecto al 35,5 por ciento del mismo período del 2019. Se trata del paso de 10 a 12 millones de personas en esta situación en el último año. La indigencia también aumentó: pasó de un 8 por ciento en el mismo periodo de 2019 a un 10,5 por ciento. Entre niñas y niños de 0 a 14 años la pobreza asciende al 57,7 por ciento.

Estudio de investigadores argentinos

La suspensión de la presencialidad de las escuelas, en momentos de alto riesgo epidemiológico como el de hace más de un mes, es una opción que puede tender a la disminución de la circulación de personas sin perjudicar actividades económicas que de suspenderse de manera total puede implicar un daño irreversible para su sostén.

Según un reciente estudio de investigadores del Conicet, la Universidad de Buenos Aires y científicos de otras casas académicas la interrupción de la presencialidad escolar contribuye significativamente a disminuir contagios de coronavirus y, por ende, internaciones y fallecimientos. Los investigadores analizaron la situación epidemiológica tanto de CABA como de la Provincia de Buenos Aires.

“Con alta cantidad de casos, la suspensión temporal de la educación presencial en el Conurbano  disminuyó la circulación viral y produjo una disminución más veloz y pronunciada de la cantidad d casos confirmados en el Conurbano en comparación  con CABA y el resto de PBA”, destacaron.

En el informe sostuvieron que “tomando en cuenta todas las líneas de evidencia presentadas, la virtualidad no sólo parece haber reducido notablemente los contagios en la franja etaria 5-11, sino que también redujo los casos en la población general”.

Plantearon que la pendiente negativa se profundizó desde el 22 de abril en el Conurbano. “Este efecto es aún más notable cuando se tiene en cuenta que la presencialidad en CABA y en el resto de la Provincia de Buenos Aires (Interior PBA) fue muy reducida durante la semana del 19/04 al 23/04”.

Más de una decena de científicos argentinos expresó que “ante un panorama ya previsible de expansión de los contagios, internaciones y fallecimientos -por razones estacionales, nuevas variantes virales-, el cierre temporario de los establecimientos educativos mostró ser una herramienta eficiente para la reducción de contagios en la Argentina”.

Los coordinadores de este informe son Rodrigo Castro (Instituto de Ciencias de la Computación, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA y CONICET) y Guillermo Durán (Instituto de Cálculo, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA y CONICET) y también firman el informe: Jorge Aliaga (UNAHUR, CONICET), Leonardo Boechi (UBA, CONICET), Roberto Etchenique (UBA, CONICET), Daniel Feierstein (UNTREF,CONICET),   Diego Garbervetsky (UBA, CONICET), Mario Lozano (UNQ, CONICET), Rodrigo Maidana (UNLP) Sol Minoldo (UNC,CONICET), Santiago Olszevicki (UBA), Mario Pecheny (UBA, CONICET), Ezequiel Pecker (UBA, CONICET), Rodrigo Quiroga (UNC, CONICET) y Soledad Retamar (UTN).

La publicación incluye esta aclaración: “Estas consideraciones por supuesto no desconocen que la educación presencial es mucho mejor, desde cualquier punto de vista, que la exclusivamente virtual, la cual presenta a su vez dificultades y a menudo reproduce y genera desigualdades, y por lo tanto no debe extenderse indefinidamente en el tiempo”.

Por otra parte, observaron que  hubo una gran reducción de casos detectados en el Conurbano en la franja etaria de 5 a 11 años que comienza el 22 de abril “”exactamente 3 días después de la suspensión de la presencialidad”.

Citaron un artículo publicado en The Lancet que evidencia una correlación temporal entre cierres y aperturas de escolaridad presencial con variaciones sustanciales con la tasa de reproducción de contagios. Con los cierres, el R se reduce mientras que con las aperturas, el R aumenta.

“Según datos de Unesco, en el año escolar 2021 (desde septiembre 2020), hubo 101 países (de  210) que dispusieron restricciones a la presencialidad en todos los niveles escolares. La base no incluye, como países con cierres de escuelas plenos, a algunos de los que sí  lo hicieron según consta en la prensa o en comunicados oficiales, como Francia, Bélgica, y Uruguay)”, resumió Nora Bär sobre el informe.

Y siguió: “Los países del hemisferio norte tuvieron acelerados incrementos de contagios desde diciembre. En la mayoría se procedió al cierre de escuelas. En algunos, a nivel nacional y en todos los niveles, como  Israel, Polonia, Austria, Alemania, Grecia, Irlanda, Inglaterra, Dinamarca, Portugal, Bélgica  y Francia  (Unesco, 2021). En otros casos, las restricciones se produjeron en todos los niveles, pero exceptuando zonas rurales o bien sólo en las jurisdicciones con una situación epidemiológica más grave, como fueron Italia, Bélgica, Canadá y Estados Unidos (Our World In Data, 2021 ). Los países europeos que se destacaron por no implementar en todo el invierno ningún cierre pleno (es decir de todos los niveles educativos) fueron España, Suiza y Suecia”.

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