Ciudad

Miserias y fake news

Contagio de insolidaridad: consorcistas quieren que se vaya del edificio un enfermero de Pami II

Hace 30 años que trabaja en ese oficio, hoy de riesgo extremo. Tiene 56 años y entre llantos, pero sin bronca, expresa la desilusión: "Entiendo el miedo, yo lo tengo, pero que te discriminen es terrible"


Héctor tiene 56 años y trabaja como enfermero en el Policlínico del Pami II, en el barrio Arroyito de Rosario. Algunos de sus vecinos del edificio le dejaron una desagradable muestra de las miserias que afloran con la pandemia: un cartel en el que le piden que se mude para no “contagiarlos”.

El mensaje, escrito a mano y un ejemplo de falta de solidaridad además de un ejemplo del poco criterio con el que se absorben informaciones sin corroborarlas. “No nos contagies. Andate del edificio”, escribieron en la falsa creencia de que el trabajador estaba infectado. Aún cuando fuera cierto, un despropósito.

Héctor, enfermero de Pami II (Imagen de TV).

Héctor tuvo que explicar, con la lógica de que todos son “culpables” hasta que se demuestre su inocencia, que no se había contagiado de covid-19. Recién entonces, otros vecinos, con un poco más de humanidad, desandaron parte del desatino con otro texto: “Héctor, te bancamos”.

Entre llantos, el hombre no dio rienda suelta al previsible enojo. “No culpo a nadie, pero es terrible que te discriminen”, expresó a medios televisivos luego de que trascendiera lo que había pasado. No es nuevo para él, ni para su familia: “Sé lo que es, tengo hijos viviendo en España y pasaron por lo mismo”, atinó a completar el cuadro.

El miedo es de todos. Héctor entiende pero a él también le pasa. “Tengo miedo a morirme, como mis compañeros, como los médicos, pero que te discriminen es terrible”, señaló. Vive en la misma zona norte de la ciudad donde trabaja. La crisis, inédita en el siglo y global, empuja los mejores y peores condimentos de la condición humana. Del aplaudo a los trabajadores esenciales al escarnio sin solución de continuidad. Lo que le tocó vivir a Héctor no es nuevo ni en la ciudad ni en el país.

Héctor hace 30 años que trabaja como enfermero. Sufre, acaso más, lo que todos. Está más expuesto que la mayoría, y tiene los mismos temores y restricciones que el resto en esta pandemia. “Los aplausos en los balcones no sirven de nada cuando después te ponen un cartel en la puerta”, se desilusionó sin bronca el trabajador de la salud.

 

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