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Riesgos y consecuencias

Consumo de drogas: fuerte impacto en tasa de accidentes y ausentismo laboral

El abordaje de la problemática del consumo de drogas, tanto legales como ilegales que afectan la vida cotidiana de quienes son adictos a ellas, es casi un tabú.


“Uno de cada tres accidentes graves que se producen en el mundo laboral tiene como protagonistas a personas que son consumidoras habituales de drogas o alcohol”, dijo el docente de la Facultad de Ciencias Económicas Lautaro Gómez Sepliarsky, en base a datos de un estudio realizado por la Asociación Chilena de Seguridad (ACS). La problemática no es ajena a la realidad que se vive en los ámbitos de trabajo locales y en otros lugares de la provincia.

Algunas de las consecuencias del consumo de drogas ilícitas, pastillas o alcohol repercuten en el ámbito laboral, siempre de acuerdo a lo referido por Sepliarsky. En situaciones de ausentismo, conductas arriesgadas o inadecuadas, presencia de otras enfermedades o problemas de salud, conflictos en las relaciones interpersonales, disminución o deterioro del rendimiento laboral, fallas por la toma de decisiones impulsivas o alteraciones de las destrezas psicomotoras, falta de compromiso o lealtad con la empresa.

 Situaciones extremas                                   

El psicólogo social Aníbal Leone, coordinador de la asociación Aprendiendo a Vivir, contó en diálogo con El Ciudadano acerca de dos situaciones graves en las que intervinieron como organización, a causa del consumo de sustancias de dos trabajadores.

“En uno de los casos un operario metalúrgico quedó en una situación en la que se le trabó una máquina y quedó enrollado como si fuera un enjambre de abejas, pero de alambre. Se quedó dormido por haber estado consumiendo desde hacía varios días. Un compañero advirtió una irregularidad en el funcionamiento de la producción y lo salvó”, graficó el profesional.

“Después de ese episodio, el delegado gremial lo acompañó al centro de tratamiento y comenzó un seguimiento desde el sindicato. Este empleado tenía también antecedentes de mucho ausentismo laboral”, agregó.

Otros de los casos en los que intervino la organización Aprendiendo a Vivir fue con un trabajador de 40 años de una empresa láctea quien -según contó Leone-, “tenía muchos años de consumo de alcohol, lo que generaba mal clima laboral y ausentismo e incluso, había tenido accidentes”.

“Se había puesto violento con sus jefes y hubo episodios de violencia dentro del ámbito de trabajo. Sus compañeros y la parte sindical lo acompañó en el proceso para que comenzara el tratamiento”, dijo el psicólogo social.

El sector servicios, el de mayor visibilidad

Estos conflictos se dan de manera más aguda en el sector de servicios. Según Gómez Sepliarsky, allí se emparenta con el ámbito de la educación porque se trata de trabajos intensivos, en contraposición con el sector secundario o manufacturero, que es más de capital intensivo.

“Justamente -explicó-, en aquellos ámbitos en los que el componente humano tiene una preponderancia más importante dentro de la estructura de trabajo, los efectos negativos del consumo con las repercusiones en las relaciones interpersonales, tiene un impacto mucho más visible”, refirió Gómez Sepliarsky.

Evaluar costos y pérdidas

Muchas veces se piensa que la implementación de dispositivos de prevención en las empresas tienen costos que pueden llegar a ser muy altos. Sin embargo, para tomar esa decisión, lo que haría falta es ponderar esos costos en función de los beneficios en caso de que se pongan en práctica.

“Si la empresa tiene un empleado que consume, se expone a cuestiones como disminución de productividad, aumento de riesgo y tasa de accidentes, ausentismo y licencias médicas, deterioro en el clima laboral y pérdida o conflictos con clientes por la caída en la calidad del servicio”, indicó Gómez Sepliarsky.

Prejuicios, miedo y paralización

“Hay miedo en la sociedad, en las estructuras y en las instituciones. El miedo es un sentimiento destructivo y paralizador”, consideró el consejero en adicciones Sergio Bove, de la asociación Aprendiendo a Vivir, con respecto a las pocas intervenciones a nivel gremial e institucional que se llevaron adelante en la ciudad de Rosario.

Uno de los primeros sindicatos en tener un área especializada en asistencia a afiliados con problemas de consumo fue la Asociación Empleados de Comercio (AEC). Oportunamente, el secretario general del gremio, Luis Battistelli, dijo en diálogo con El Ciudadano que “habían implementado esa modalidad de atención ya que cada día eran más las personas que eran suspendidos de sus trabajos por llegar tarde o faltar”, y otras fallas a raíz del consumo de sustancias psicoactivas.

“No es sólo el enfoque a la enfermedad en sí, sino que el abordaje está cargado de muchos prejuicios porque está instalado que la adicción es un problema de chicos cuando es algo que afecta también a los adultos, lo que se traslada a los ámbitos laborales. La mayoría de las muertes no son por sobredosis sino por accidentes laborales, de tránsito, violencia de género, violencia entre personas y enfermedades relacionadas con el consumo que no pasan por estadísticas como adicciones”, concluyó Bove.

Acerca de Aprendiendo a Vivir

La asociación civil Aprendiendo a Vivir trabaja brindando herramientas para sindicatos, docentes, trabajadores de la salud y público en general que esté interesado en el abordaje de la problemática del consumo de sustancias psicoactivas.

Justamente, el pasado 6 de diciembre llevó a cabo un taller de “aprendizaje de estrategias sobre el consumo de drogas”, ocasión en la que Gómez Sepliarsky, uno de los panelistas, brindó datos sobre el resultado de un relevamiento reciente realizado por la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), que derivó en el sexto estudio de consumo de sustancias psicoactivas y arrojó como resultado que una de cada cinco personas consumió drogas ilícitas en la provincia.

Una de cada cinco personas consumió drogas ilícitas en la provincia