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Confirman 200 mil muertos en Haití

El primer ministro confirmó la cifra. Crecen la tensión y reclamos sociales

Pasado el temblor, la ciudadanía haitiana hace frente a los problemas cotidianos.
Pasado el temblor, la ciudadanía haitiana hace frente a los problemas cotidianos.

El primer ministro de Haití, Jean-Max Bellerive, dijo ayer que “más de 200.000” personas murieron en el sismo que azotó el país el 12 de enero, un saldo que supera en 30.000 personas al que manejaban las autoridades hasta ahora.

Cientos de haitianos protestaron ayer en Puerto Príncipe para expresar su rabia contra el gobierno, incapaz de saciar las necesidades de un pueblo aplastado por un terremoto hace tres semanas, mientras 10 estadounidenses siguen presos por un caso de niños “robados”.

El juez haitiano a cargo de llevar el caso del grupo de estadounidenses que intentaron sacar del país a 33 niños sin ningún permiso el viernes pasado, escuchó el martes a cinco de los 10 implicados en este caso y continuará con los cinco restantes, dijo el juez Isai Pierre-Louis.

Los portavoces de la organización SOS Village, que están cuidando de estos menores, indicaron que “entre 15 a 20 de este grupo de niños” ha dicho que tienen padres, dando nombres e incluso direcciones.

En el plano social, los habitantes de los campamentos de refugiados que se erigieron en Puerto Príncipe tras el terremoto del 12 de enero, fueron saliendo de sus carpas para agruparse y protestar con rabia cerca de la alcaldía de Pétion-Ville contra el gobierno y todas las autoridades que no logran hacer llegar la ayuda requerida por los damnificados, constataron periodistas de la agencia de noticias AFP.

La gente reclama comida, trabajo y que se tomen las medidas necesarias para retomar el año escolar, en un clima de deterioro de la seguridad en la capital haitiana.

“El gobierno haitiano no ha hecho nada por nosotros, no nos ha dado trabajo. No nos han dado la comida que necesitamos”, dijo Sandrac Baptiste, uno de los refugiados en la plaza Saint Pierre de Pétion-Ville, donde la frustración reunía a personas que tienen tres semanas viviendo en asentamientos bajo pésimas condiciones sanitarias, entre carpas de sábanas construidas sobre palos de madera.

En este lugar al sudeste del centro de la capital haitiana, donde viven las clases medias altas rodeadas de villas miserias, un hombre, con un bloque de cemento en mano, gritaba con rabia que estaba dispuesto a pelear por el grupo de unas 300 personas que se juntaban en la plaza Saint Pierre.

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