Policiales

decía que era de los monos

Condenado por extorsionar desde prisión

Un convicto a perpetua por homicidio aceptó siete años de cárcel por un número similar de casos de extorsión por vía telefónica desde la cárcel de Piñero, en el marco de una saga de llamadas ocurridas dos años atrás, donde quienes efectuaban los aprietes se hacían pasar por integrantes de la banda de Los Monos.


Un convicto a perpetua por homicidio aceptó siete años de cárcel por un número similar de casos de extorsión por vía telefónica desde la cárcel de Piñero, en el marco de una saga de llamadas ocurridas dos años atrás, donde quienes efectuaban los aprietes se hacían pasar por integrantes de la banda de Los Monos. De todas esas llamadas, en sólo una ocasión quienes llevaban adelante las comunicaciones –el caso tiene otros dos imputados– lograron hacerse con el botín. La pena fue unificada en prisión perpetua, a la que se agregó la declaración de reincidencia.

El condenado se llama Carlos Miguel Fernández, le dicen Tajo y tiene 35 años. En agosto de 2011 la Cámara Penal le confirmó la prisión perpetua por un homicidio criminis causa (matar para procurarse la impunidad por otro delito, en este caso el robo) ocurrido en 2008 en barrio Tiro Suizo. La víctima fue un abogado, Guillermo Feil, quien el 25 de marzo de ese año fue baleado cuando quiso detener a un muchacho que acababa de asaltar un bar de Sarmiento y Deán Funes y falleció dos semanas después. Esa pena a perpetua incluyó dos causas anteriores, por un robo en 2003 y otro no concretado, tres años después.

Para junio de 2015 Fernández estaba preso en la cárcel de Piñero. Fue entonces que comenzó una saga de extorsiones telefónicas donde quienes llamaban exigían dinero a cambio de no cometer usurparles sus viviendas o agredir a familiares. Según la investigación del fiscal Nicolás Foppiani, el 30 de junio de ese año se concretó la primera llamada, en la que la víctima entregó dinero. Entre el 14 y el 22 de julio se concretaron otras seis extorsiones telefónicas que para los apretadores no llegaron a buen puerto.

En uno de estos casos, la víctima dijo que una voz masculina del otro lado del teléfono le exigió dinero a cambio de no usurpar su casa, y también bajo amenaza de secuestrar a sus hijos si no hacía entrega de lo requerido. Dijo llamar de parte de los Monos, el histórico clan con base en La Granada. En otro caso, la voz masculina se presentó también como integrante de esa organización y le pidió 30 mil pesos a cambio de no usurparle su vivienda o bien secuestrarle a algún familiar. En otras comunicaciones con la misma víctima, el extorsionador dijo conocer detalles de su vida. “Así como existe el viejo de la bolsa o fantasmas de ese tipo, invocar al clan Cantero mete casi tanto miedo como decir que hablan de parte del Chapo Guzmán”, aventuró entonces un investigador.

Al mes siguiente, a pedido de la Fiscalía la Policía de Investigaciones hizo allanamientos en el penal de Piñero, donde a Fernández y otro recluso, Luis B., entonces de 22 años, les incautaron tres teléfonos celulares y anotaciones con datos de llamadas efectuadas desde su celda. También fue apresado en su casa de Einstein al 5700 Héctor G., quien en ese momento tenía 19 años –había estado preso en la misma prisión acusado de homicidio– y fue imputado de ser quien retiró el dinero en la única extorsión consumada, la primera de la saga de siete, aunque en realidad para entonces Foppiani investigaba dos decenas de hechos similares.

El viernes pasado, Fernández, con la asistencia de su abogado, Marcelo Piercecchi, aceptó siete años de cárcel por estos siete hechos, lo que se acumuló en una condena única a perpetua con declaración de reincidencia. El abreviado fue avalado por el juez Gustavo Pérez de Urrechu.