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Condena para un policía

El suboficial Juan Galmarini fue sentenciado a 17 años de cárcel por asesinar de un disparo en la frente a Pablo Espíndola, un joven que salió en defensa de su hermano menor, que era perseguido por el uniformado.

El policía Juan Marcelo Galmarini fue condenado a 17 años de prisión, tras haber sido hallado culpable de matar, en mayo de 2007, a Pablo “Rusito” Espíndola, un joven de 25 años que había salido en defensa de su hermano menor, quien mantenía por entonces una inestable relación sentimental con la hijastra del uniformado. Además, el juez de Sentencia 6ª dispuso que el Estado provincial pague a la familia Espíndola más de 300 mil pesos por daño moral y material. El hecho ocurrió en la tarde del 24 de mayor de 2007 en el barrio Toba de zona oeste, cuando el Rusito vio pasar corriendo a su hermano menor y detrás de él, un coche policial. El joven no lo dudó y los siguió hasta el asentamiento toba, donde le hizo frente al agente. Instantes después, ante unas 20 personas, Galmarini le metió un tiro en la frente. Treinta horas más tarde y a una semana de haber cumplido 25 años, el Rusito falleció.

El juez penal de Sentencia 6ª, Julio César García, condenó al suboficial de Policía Juan Marcelo Galmarini, de 37 años, a la pena de 17 años de prisión, accesorias legales y costas, como autor penalmente responsable del delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego. Además, el magistrado hizo lugar a la acción civil y condenó a la provincia de Santa Fe y a Galmarini a pagar a los padres de Pablo Espíndola 250 mil pesos por daño moral y 80 mil por daño material. Estos últimos se fundamentan en que la víctima fatal trabajaba como plomero junto a su padre, lo que implica también una pérdida en cuanto a la manutención de la familia y su corta edad cuando lo asesinaron.

En ese sentido, el juez de Sentencia adujo que concedió a Galmarini una alta condena si se tiene en cuenta la carátula del hecho “homicidio agravado por el uso de arma de fuego”, donde generalmente las penas rondan entre 10 y 12 años de prisión. El magistrado realizó esta aclaración debido a que la fiscal en la causa había solicitado 27 años de cárcel para el imputado. Sin embargo, el juez de Crimen señaló que al no haberse destacado el agravante de funcionario provincial (en este caso pertenecer a la Policía) en el Juzgado de Instrucción sólo se puede estipular dentro del delito imputado.

En ese sentido, el gobierno provincial se ve involucrado debido a que en el momento del hecho existió una relación entre la función y el daño, ya que el agresor llevaba su uniforme y su pistola reglamentaria, la cual fue provista por el Estado, menciona el fallo.

 La corrida y el fusilamiento

El jueves 24 de mayo de 2007, el hermano menor del Rusito, Gustavo, estaba charlando con Micaela, una adolescente de 15 años, hijastra del policía Juan Galmarini, quien vivía en el mismo complejo habitacional de Rouillón y bulevar Seguí.

Si bien ambos se habían distanciado hacía un tiempo, en las últimas jornadas ella se acercó al joven, refirieron en su momento familiares del Rusito, pese a que el policía se oponía férreamente a la relación.

Esa mañana, ambos caminaron y charlaron a plena luz del día, por bulevar Seguí, hasta que a media cuadra de la seccional 19ª se despidieron. Gustavo volvió a su casa, mientras que la joven siguió caminando hacia el este, para meterse en la comisaría, según reconstruyó tiempo después la familia Espíndola.

Instantes después, Gustavo vio que detrás suyo venía un policía al que conocía como Pelado en una moto Guerrero de color celeste, con llantas amarillas, a toda velocidad. Ese policía, a quien también conocía del barrio, le dijo que se detuviera, pero el joven salió disparado hacia el Fonavi, seguido por el uniformado en moto. Gustavo logró llegar a su casa, donde estuvo escondido un rato, hasta que el uniformado que estaba en moto se fue.

En ese momento Gustavo salió, pero se encontró con el padrastro de su ex novia, Juan Galmarini, quien comenzó a correrlo, primero a pie y luego en una patrulla.

El Rusito estaba trabajando con su padre en una casa del barrio, pero en el momento de la corrida estaba inflando las ruedas de su moto en una gomería del barrio, cuando vio pasar corriendo a su hermano y, varios metros detrás, un patrullero que lo seguía. No lo dudó un instante y salió en la moto para ayudar a Gustavo.

Unas cuadras más hacia el oeste, donde se levanta el barrio Toba, el Rusito los alcanzó y le hizo frente al policía.

“Cuando el Rusito alcanzó al policía, comenzaron a hablar, no a discutir”, dijo en su momento Pablo Espíndola padre a este diario, hasta que el uniformado le puso su arma en el pecho a su hijo. Ante esto, el joven le corrió la pistola de un manotazo y el suboficial Galmarini reaccionó: primero le pegó un culatazo y luego lo agarró de la campera y le descerrajó un tiro en la frente ante la mirada de varias personas del barrio.

Los vecinos que vieron el incidente no salían de su asombro y Galmarini, arma en mano y bajo amenazas, pidió un celular, desde donde llamó a la comisaría 19ª para pedir que lo vinieran a buscar porque “se había mandado una macana”, según recuerda Espíndola padre.

Un rato después, con el policía “guardado” en la comisaría 19ª, el Rusito fue trasladado en ambulancia el Hospital de Emergencias, donde falleció 30 horas más tarde, en el atardecer del 25 de mayo.

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