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Condena a los “ídolos pasajeros”

El papa Francisco alertó sobre la tentación de buscar “el dinero, el poder y el placer como sustitutos de Dios”.


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El papa Francisco denunció ayer a los “ídolos pasajeros” como el dinero, el poder y el placer en su primera misa pública en Latinoamérica, ofrecida en el mayor santuario de Brasil, dedicado a su patrona, la Virgen Aparecida.

“Hoy en día, todos un poco, y también nuestros jóvenes, sienten la sugestión de tantos ídolos que se ponen en el lugar de Dios y parecen dar esperanza: el dinero, el éxito, el poder, el placer”, dijo el Papa ante más de 200.000 fieles en Aparecida, 180 kilómetros al este de Sao Paulo. “Con frecuencia se abre camino en el corazón de muchos una sensación de soledad y vacío, y lleva a la búsqueda de compensaciones, de estos ídolos pasajeros”, añadió, en una elíptica confrontación con los cultos pentecostales en auge que proponen una “iglesia del bienestar” y prometen la obtención de riqueza y de éxito, así como con las personas sin religión.

Francisco, el primer papa latinoamericano de la historia, defensor de una Iglesia cercana a los pobres, llamó asimismo a transmitir a los jóvenes los valores que los hagan “artífices de una nación y de un mundo más justo, solidario y fraterno”.

También prometió regresar a Aparecida en 2017, cuando se cumplan 300 años del descubrimiento de la imagen de esta Virgen negra.

La jornada del Papa concluyó anoche de regreso en Río con una visita a un hospital franciscano donde se inauguró un ala para tratar a adictos al crack, un derivado de la cocaína. Allí dijo que la Iglesia “acompaña con afecto a los pacientes” y cuestionó los proyectos de despenalización del consumo de drogas al sostener que “la liberación” no soluciona la “dependencia química”.

Líneas para la jventud

Mientras el papa Francisco oficiaba misa en el santuario de Aparecida, la Iglesia argentina afianzaba ayer la nueva Pastoral de la Juventud anunciada estos días en Río de Janeiro.“Estoy asombrado por la vitalidad y el entusiasmo de los jóvenes. Eso da esperanza por el mundo mejor que dejamos para el futuro”, dijo el obispo de Jujuy, César Daniel Fernández, al dar la catequesis a miles de jóvenes en el santuario de Nuestra Señora de Loreto, en Freguesia, un reducto de Río. La Pastoral prepara cuatro líneas de acción: fascinar, discernir, convertir, y escuchar, y se propone misionar por todas las diócesis de la Argentina.

Un renovado modo de llegar a todos los hombres y mujeres de buena voluntad

La visita del papa Francisco moviliza multitudes en Brasil en su primer viaje a América para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud. Miles de fieles locales y extranjeros participan del programa de actividades y se ilusionan con un renacimiento de la Iglesia de la mano de los mensajes y los gestos de un pontífice que acepta el desafío de revitalizar el legado de Jesucristo.

Monseñor José Luis Mollaghan, arzobispo de la Arquidiócesis de Rosario, desgranó ante El Ciudadano las impresiones que le provoca la presencia del Sumo Pontífice en Río de Janeiro.

—¿Qué valoración hace de la presencia de Francisco en Río?

—Es la presencia del pastor de la Iglesia, cercano a los jóvenes del mundo, que responden a su invitación a un encuentro de fe y de comunión fraterna. Esta presencia manifiesta su perfil de pastor, que valoramos por la convicción religiosa de cada uno, porque lo vemos como a Pedro en medio de nosotros, pero también por su sensibilidad y cercanía, verdaderamente evangélica y pastoral.

—¿Qué importancia tiene que el Papa sea argentino?

—En esta convocatoria de la juventud, él lleva la enseñanza del Evangelio y de la Iglesia, pero también es un testimonio de su vida en este continente y en nuestra Patria, y por tanto tiene una visión y una profunda experiencia de nuestras esperanzas y sufrimientos, especialmente centrada a lo largo de su vida en la preocupación por los más débiles y necesitados, con una mirada de caridad y de misericordia.

—¿Qué aportó la llegada de Francisco al Vaticano?

—Por una parte hay que subrayar la continuidad de la misión que tienen como supremo pastor, que es fundamental en el llamado que le hace la Iglesia. Al mismo tiempo se puede mencionar un renovado modo de llegar a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, una cercanía que refleja su profunda amplitud como lo vimos en estos cuatro meses de pontificado; que mira hacia afuera y también hacia adentro de la Iglesia.

—¿Coincide con las primeras decisiones del Papa desde su ascenso? ¿Cuáles considera que son las reformas más importantes que promueve?

—La conducción de la Iglesia, su guía y gobierno significan para nosotros obispos, sacerdotes y fieles una luz que señala y pone de manifiesto el camino de la unidad y de la comunión fraterna, en el conjunto de la Iglesia, alimentada por la acción del Espíritu Santo, que nos ofrece sus dones y carismas. Más allá de su acercamiento cordial, hay que subrayar en este tiempo el llamado permanente que nos hace a todos a vivir la fe en forma integral, a seguir a Jesucristo, y a poner en práctica las obras de misericordia: dar de comer al que tiene hambre, dar de beber al que tiene sed, vestir al que no tiene ropa, dar techo al que está en la intemperie, visitar al enfermo, acercarse a los presos. Es el llamado suyo a salir a las periferias existenciales. De este modo sus palabras y sus gestos son una catequesis que busca promover verdaderos creyentes, de fe arraigada, suscitando la opción por el Evangelio y despertando la simplicidad y el fervor de los inicios. Por eso, en el fondo, eligió el nombre de Francisco.

—¿Considera que hay algunos políticos que anteriormente no se encontraban cerca de Francisco y que ahora usan su figura para sacar algún rédito?

—No podría hablar de nadie en particular, pero he notado en todos aquellos que hablan sobre el papa Francisco una actitud sincera y una valoración muy ponderada de su persona, de su misión y de lo que significa su elección para nosotros. Y esto se explica por su elección, que no tiene precedentes históricos para nosotros, y por la valoración de su persona y de su misión. Por ello estimo que esta admiración es sincera y nace del corazón.

—¿Considera que la figura de Francisco tiene más aceptación que la de Benedicto XVI?

—Son dos figuras muy grandes. No hay duda que Benedicto XVI ha brillado por su hondura intelectual, por su don de enseñar y por su magisterio, por su testimonio y por las medidas tomadas que han sido firmes y necesarias, a veces no suficientemente valoradas. Asimismo su decisión de dejar el papado para que se eligiera un sucesor ha sido una muestra de su grandeza y de su profunda espiritualidad, y un gesto generoso que sólo se puede comprender en un hombre de su gran talla. Por otra parte, el papa Francisco seguramente podrá ofrecer la conducción y la guía espiritual que el mundo necesita y reclama, como lo vemos en estos días en los jóvenes de todo el mundo que lo esperan en Brasil y que aprecian sobre todo su lenguaje llano y sus exhortaciones que llegan al corazón. Aún cuando pienso que en el camino de su guía y conducción lo esperan retos inmensos.

—¿Cree que por ello más jóvenes se empiecen a sentir más cerca de la religión?

—Los jóvenes quieren al Papa. Lo han querido mucho a Juan Pablo II, como lo vimos en la primera Jornada para la Juventud en nuestro país, y en tantas otras partes del mundo; lo han querido a Benedicto XVI en estos pocos años de su pontificado, como lo han expresado por ejemplo en la Jornada similar en Madrid en el año 2011. Y vemos que lo quieren con gran entusiasmo al papa Francisco. La cercanía y el afecto del Papa atraen a los jóvenes a Jesús, más que a la religión en forma abstracta. Porque en realidad el Papa no les habla a los jóvenes de la religiosidad en forma abstracta, en forma incomprensible, sino de un encuentro con Jesucristo, a través de un mayor fervor de discípulos y a través de nuevos caminos para comunicar la fe y de obras que muestren esa misma fe.

—¿Qué opina sobre este mensaje que da siempre el Papa de austeridad: “No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso: Jesucristo”?

—Es una carta de presentación con palabras que resonaron en el mundo entero, como las dijo San Pedro en los comienzos de la Iglesia (cfr. Hechos 3,6), y que ahora Francisco renueva con su voz. Sólo en Jesucristo está la clave para entender el significado de esta Jornada. Por eso ahora caminamos en comunión  con Pedro –que ahora es Francisco– para encontrarnos con Él. Y cuando comprendemos que Francisco nos trae su Palabra y los signos eficaces de su presencia en medio de nosotros vemos que su llamado a la fe, a la justicia, a la misericordia, es el mismo que nos trae Jesús: “Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el Cielo” (Mateo 5,16).

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