Edición Impresa

Con panza llena y a la escuela

María Eva, la responsable del comedor comunitario Los Conejitos, de Fisherton, reúne útiles escolares, calzados y guardapolvos para los chicos del barrio. “Es importante que no dejen de ir a clases”, aseguró.

 

Eva afirmó: “Es increíble ver cómo los chicos pierden su vida en la calle”.
Eva afirmó: “Es increíble ver cómo los chicos pierden su vida en la calle”.

“Todo comenzó en la época más fea, con los terribles saqueos. Desde entonces agarré una carretilla, recorría toda la zona a unas quince cuadras y pedía a todo el mundo algo de ayuda, durante 10 años. Después preparaba la comida y me encontraba con los chicos”, relató María Eva, la fundadora y responsable del comedor comunitario Los Conejitos, de Sarratea 1250 bis, en la zona de Fisherton. En el comedor llevan casi un mes sin leche y recién mañana volverán a abrir sus puertas dada la partida que llegó desde el gobierno provincial. “Siempre llegan, a veces con atraso, pero llegan, capaz que este tiempo no nos pudieron entregar la leche por tantas cosas que pasaron en el mundo, como el terremoto en Chile”, cree la mujer desde su inocencia. María Eva ahora, en vez de pedir comida, pide útiles escolares, guardapolvos y zapatillas para chicos pequeños y en edad del colegio secundario. Los que puedan ayudar, deben comunicarse al 451-7821.

  La mujer lleva 27 años al mando del comedor que luego de diez tuvo personería jurídica y cuatro paredes. “Yo viví la situación que hoy padecen los chicos del barrio. De hecho, conocí a mi esposo en un comedor comunitario, hasta el día de hoy seguimos juntos”, expresó María Eva, quien dijo: “¿Para qué el apellido, si todos me conocen por mi nombre?”.

  El comedor está disponible y autorizado para unos 130 chicos, sin embargo, María Eva debe reducir las porciones para que alcancen para todos. “En realidad tengo más de 130 chicos, pero no puedo darles la espalda, damos porciones más chicas, pero por lo menos comen todos”, confesó.

  El comedor se levantó en un espacio que adquirió Eva y cuyas paredes levantó a puro pulmón. “No le debo nada a nadie, mucho menos a los políticos. Este comedor lo hicimos mi esposo, yo, y las personas que me ayudaron a levantar las paredes. Es más, tenemos un baño de lujo, nos felicitaron desde la provincia por el cuidado del lugar”, dijo con orgullo.

  Asimismo, detalló que entidades como la Facultad de Ciencias Económicas, el Ejército de Salvación, la concejala María Eugenia Bielsa, periodistas de la ciudad y empresarios en general han sido algunos de los que ofrecieron la ayuda a este espacio que además de útiles escolares, zapatillas y ropa para los chicos del barrio podrá pintar parte de las instalaciones gracias a la donación de varios litros de pintura que realizó una empresa de la ciudad.

  “Es muy emotivo saber que hay tanta gente que nos puede ayudar”, dijo y explicó: “Pido todo esto porque es necesario que los chicos vayan al colegio, muchos no tienen con qué estudiar y por eso se quedan todo el día en la calle. Es terrible ver cómo pierden su juventud haciendo nada por su vida”.

  En tanto, comentó que le han donado un terreno lindero al comedor, al cual ella quiso convertir en una canchita de fútbol “para que los chicos puedan jugar y no estén en la calle”, pero anunció que desde el municipio no le dieron “ni pelota”.

  “Al final, se llenan la boca diciendo que trabajan con los jóvenes, que inauguran playones y sin embargo yo tengo el espacio y no me prestan atención”, lamentó y advirtió: “Me donaron el terrenito para el comedor y quiero que sea un espacio para todos, porque si fuera otra persona me hubiera hecho una casita para mis hijas”.

  La preocupación porque sus vecinos no abandonen el colegio parte también de una experiencia personal: “Es importante saber leer y escribir. Por ejemplo, el lunes (por hoy) cumplo 60 años y no sé leer ni escribir porque en mi casa había muchos problemas y tuve que dejar la escuela. Por eso, si puedo hacer algo por evitar que los chicos pasen por la misma situación, lo haré”. “Cuando mi marido cobró una pensión de su trabajo, compramos el terrenito y levantamos el comedor como pudimos. No vive nadie allí, pero por suerte los vecinos lo cuidan. Aquí hay gente muy humilde pero respetuosa”.

  Además, adujo que hay mucha gente en contra de su trabajo: “Porque no soy piquetera ni me uno a ningún político. A mí que no me vengan con cuentos. Trabajo para que los chicos no tengan hambre, y en vez de quemar gomas prefiero ocupar ese tiempo en poner mi cara y pedir alimentos”.

Comentarios