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Con la ilusión en movimiento

La Escuela Experimental de Cine y Fotografía realizará cursos en el Distrito Municipal Noroeste con el objetivo de que los jóvenes aprendan técnicas audiovisuales y expresen inquietudes a través del arte.

“La palabra, la imagen y el sonido se convierten en testimonios clave resignificando la memoria social y colectiva”, resume Andrés Nicolás, coordinador de los cursos de fotografía y cine que se desarrollarán en el Distrito Noroeste de Rosario (Provincias Unidas 150 bis), organizados por el Programa Cero-Veinticinco de la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario. Así, los chicos del barrio reflejarán sus mensajes e inquietudes a través de fotografías y de videos. 

“Esta experimentación en cine y fotografía es un espacio de formación y producción con sede en el distrito Noroeste y abierto a todos aquellos jóvenes que tengan interés de expresarse a través de la fotografía y el lenguaje audiovisual en un espacio de creación, investigación y aprendizaje”, explicó el coordinador de la Escuela de Experimentación de Cine y Fotografía. Hasta el lunes inclusive hay tiempo para inscribirse.

—¿Cuál ha sido la experiencia de estos talleres, a dos años de su creación?

—Muy buena. El año pasado tuvimos a unos 250 chicos de la zona noroeste de Rosario inscriptos en los talleres. En un comienzo sólo se dictaban en el distrito pero luego decidimos abrir el espacio a las escuelas primarias, secundarias y a algunos centros culturales para que los jóvenes tengan mayor acceso a esta propuesta y puedan expresarse y lograr así que los sectores más vulnerables de la ciudad tengan actividades creativas que explotar.

— ¿Qué tipo de temáticas trabajan y cómo lo hacen?

—Trabajamos las temáticas que presentan los alumnos. Nos parece ilógico que porque sean de un sector pobre de la ciudad le impongamos hablar sobre pobreza. Los chicos traen sus inquietudes, que con muchas, y sobre eso surgen ideas para presentar en formato fotográfico o de cine. A muchos chicos les gusta la ficción, a otros el cine fantástico y se pueden relacionar con la experiencia de cada uno en su barrio. Además, más allá de la temática,  intentamos que los talleres sirvan para mejorar sus relaciones humanas, poder construir y desarrollar su potencialidad. Un ejemplo claro de ello son los trabajos fotográficos, donde siempre se ve reflejado el contexto social en el que viven, pero no siempre éste es el punto primordial del trabajo presentado.

— ¿Con qué temas se trabajará este año?

—Este año queremos que más allá del auge de las imágenes digitales cada chico tenga su caja con fotos de su vida y familia. La idea es que en medio del trabajo y del aprendizaje los chicos vayan conociendo, recuperando o fortaleciendo su historia, que es una de las cuestiones más importantes de la identidad de una persona. Queremos que este tesoro sea algo tangible, que no ate a los chicos a tener una computadora en su casa para ver las fotos, a pesar de que en los talleres utilizamos los recursos actuales y que están al alcance de los jóvenes, como los teléfonos celulares para sacar fotos y para grabar videos. No olvidemos que toda familia y toda comunidad tienen su historia e imágenes que la revelan.

— ¿Qué les llama más la atención a los chicos de estas propuestas?

—Los engancha el propio objeto de conocimiento, tanto en los talleres de cine como en los de fotografía. Más allá del grupo docente, o de las estrategias pedagógicas, sabemos que los convoca la curiosidad por saber cómo se hace.  Muchos nos han planteado por qué enseñamos cine en un barrio carenciado, si es probable que los chicos no tengan luego las posibilidades de lanzarse de manera independiente en estos rubros. Sin embargo me parece un acto de discriminación. ¿Por qué los chicos no van a tener derecho a conocer la cocina de la fotografía y el cine? La imagen no es propia de los sectores medios altos”.

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