Espectáculos

Julio Orselli: con la emoción del primer día

Uno de los referentes que da identidad al clásico “De 12 a 14”, Orselli habló de los gajes de su oficio y de qué significa acompañar el mediodía de los rosarinos desde hace más de veintiocho años .

Por Javier Hernández / El Ciudadano.

Referente para sus colegas, es sin embargo con la audiencia con quien guarda su mayor vínculo todos los mediodías cuando desde la cordialidad y el respeto que lo caracteriza, da la habitual bienvenida a una nueva jornada de información. Sus primeros pasos en Televisión Litoral fueron bien de abajo “dando la temperatura y la hora”, pero rápidamente supo avanzar hasta ser hoy, a cuarenta y cuatro años de su ingreso, quien identifica a Canal 3 con su particular estilo.

Desde su llegada vivió todas las etapas, desde el blanco y negro y el color, hasta los modernos estudios y envíos satelitales. Rosarino por adopción, confiesa que nunca sintió la necesidad de irse porque “Rosario me dio todo y soy feliz viviendo acá”.

Cómo una de las cabezas de “De 12 a 14” desde hace veintiocho años, su trabajo fue reconocido en múltiples ocasiones y en 2005 obtuvo un Martín Fierro por su labor periodística. “Los premios, regalos y distinciones son cosas lindas y sabores gratos que te da la profesión”, aunque entre risas reconoció: “estos que recibo ahora a la trayectoria me parece que me están diciendo chau”.

Habla de la “buena onda”, pero lo más importante es que lo hace carne, e identificado con ella agradece a su trabajo que hoy le permita seguir disfrutando de las mismas dosis de adrenalina que en un comienzo.

Periodista por añadidura, su voz trasciende la pantalla. “Si me preguntan por mi profesión siempre digo locutor”, apunta. Si aún el lector no lo descubrió, las citas son de Julio César Orselli, quien abrió las puertas de su profesión para repasar sus comienzos en la televisión, la vida en Canal 3, los veintiocho años del clásico del mediodía, y su relación con  la noticia. “Desde el punto de vista periodístico me gusta vender la nota, ofrecerla, presentarla como si llevaras un regalo muy bien envuelto”, señaló.

—¿Cómo llegás a Canal 3?
—En el 65, año en que Canal 3 empezó a transmitir, necesitaron voces nuevas y llamaron a un concurso de locutores. En esa primera tanda entró Norberto (Chiabrando) y al año, con su ayuda, entré yo. Tenía la posibilidad de ir a Radio Universidad de Córdoba pero me llamaron del Canal y finalmente fue Televisión Litoral la primera que me dio el carnet transitorio después de tomarme un examen el 20 de junio del 66, hace cuarenta y cuatro años; pero empecé dando la temperatura, la hora; no había tanto fílmico y se usaban mucho las placas. Hasta me jubilé, pero cuando llegó ese día le pregunté a Gollán “¿qué hago?” y me respondió “Si te querés ir es tu tema pero por mí podés seguir”. Eso te da un valor agregado que te hace sentir bien.

—¿Cuánto de cierto hay en que en la primera época en la televisión hacías el noticiero en camisa, corbata, saco y calzoncillos?
—Sí, es cierto, porque era muy chiquito el estudio. Teníamos la camarita y muchas luces; estas luces frías, en esa época no existían, tampoco teníamos aire acondicionado y te asabas; la única forma de hacer los noticieros durante los meses de calor era en calzoncillos. Lógicamente te tapaba el escritorio, pero era media hora de total transpiración empapando una camisa por día.

—Desde hace tiempo lográs una identificación con los más jóvenes a través de las redes sociales…
—Llevo tantos años de trabajo que la gente me acepta y termina queriendo. Lo siento porque en la calle siempre recibo un saludo cordial; y eso que me perdonaron muchísimas cosas: primero no ser santafesino, menos rosarino, nací en Córdoba y hasta tengo la tonada; hago un programa cordobés en radio con el Negro Álvarez; no soy ni de Central ni Newell’s, sino de Boca; tengo todo para que me odien y sin embargo hay buena onda conmigo, y siento que me adoptaron desde el primer día.

—Nunca fuiste a trabajar a Buenos Aires.
—No me iría jamás de Rosario y eso que tuve la posibilidad de irme a Radio Rivadavia, de Buenos Aires, en algunos tiempos más juveniles, pero nunca sentí la necesidad de irme porque Rosario me dio todo y me fue bien. Tengo mi familia, mis hijos y soy feliz viviendo acá.

—¿Qué lugar sentís que ocupás en la televisión local?
—No lo sé. Soy un referente porque tengo muchos años de poner mi cara en la tele, pero no me gusta auto valorarme, ponerme número o definirme: yo sé que amo lo que hago. Esta profesión me llevó prácticamente toda la vida, no han sido todas rosas y han quedado cosas en el camino: matrimonios que no pudieron seguir, hijos que vi criarse a la distancia. Una vez dije que trabajar en mi profesión es como sentir un orgasmo.

—Dijiste que cada vez que salís al aire sentís lo mismo que el primer día.
—Las mismas cosas, la misma adrenalina desde el comienzo al final. Ese es el valor agregado que tenemos en nuestro trabajo. Si vos venís a trabajar con cara de bragueta, nada te gusta y todo te molesta y no le ponés un poco de alegría, chispa y buena onda, harías muy mal el trabajo. Yo me siento totalmente identificado con la buena onda.

—Hoy con la competencia de los canales de cable, ¿cómo se logra mantener la audiencia?
—Primero por hábito, porque tanto en radio como en televisión la continuidad es importante. Lo bueno de esta empresa, –o estratégico, si vale el término– es haber mantenido el título y su gente la mayor cantidad de años posibles. También estar en un canal de aire te da muchas mas posibilidades que estar en uno de cable. Saber que te están viendo en el campo, que a 50 kilómetros de acá no llega el cable y que todavía nos reciben por antena es muy interesante.

—¡Qué retos se plantean año a año para que “De 12 a 14” siga siendo un clásico?
—Trabajar para la ciudad, identificarse con Rosario y nunca volarse la cabeza con Buenos Aires. Si hay algo bueno que tiene trabajar en esta empresa es que siempre se le dio prioridad a lo local y, si sobra espacio, nos dedicamos a los baches de Buenos Aires; eso la gente lo siente.

—¿Cuáles fueron los momentos más destacados de tu carrera desde los inicios hasta el presente?
—Identificar al Canal con un 20 de junio de 1966 no se me va a olvidar jamás, máxime que me estaban escuchando los directores de la empresa, en una prueba que en esa época se hacía directamente al aire; haber ingresado a De 12 a 14 con valores inculcados por  Gary Vila Ortiz o Raúl Hernán Sala me enseñó mucho, no de periodismo, porque siempre digo que no soy periodista o lo soy por añadidura, pero sí sé cómo mirar a la cámara, cómo conducirme con la gente: tuve muy buenos maestros. Igual si me preguntan por mi profesión, en todos lados digo locutor, ni siquiera intenté el tema del periodismo.

—En 2005 ganás el Martín Fierro
—Sí, lo recibí como mejor labor periodística en una ceremonia en Córdoba. Los premios y distinciones son cosas lindas y sabores gratos que te da la profesión, aunque los que recibo ahora a la trayectoria me parece que me están diciendo chau (risas).

—¿Desde qué lugar creés que comunicás?
—Me gusta vender el producto, vender el título. Si Luis (Novaresio) tiene un título bueno y me lo quiere dar, me gusta promocionarlo porque puede ser el tema del día. Desde el punto de vista periodístico me gusta vender la nota, ofrecerla, presentarla, como si llevaras un regalo muy bien envuelto; y de ahí en adelante lo que está en ese paquete es el periodista, el colega, el que tengo al lado, en este caso Luis, un excelente compañero, y un grande de Televisión Litoral.

—Por ser un clásico, ¿“De 12 a 14” tiene mayores dificultades a la hora de innovar?
—No creo; la marca tiene la cara de Orselli por la antigüedad que tengo en el programa, pero prácticamente se renovó todo el staff y el programa sigue teniendo valor por su nombre, espacio y horario. Es como un hábito.

—Algo que llamó la atención fue la incorporación de Analía Bocassi cuando en el programa eran todos hombres…
—Siermpre fuimos muy misóginos. En los comienzos del programa no tenía cabida ninguna mujer y aunque se hacían algunas pruebas y se intentaba, no le encontraban la vuelta. Tuvimos mujeres pero eran chicas que pasaron una temporada, y de pronto arrancaba el ciclo sin ellas. En el caso de Analía fue muy buen complemento y agradezco a la empresa que la dejara porque significó mucho para mí ya que era mucho hacer todo los comerciales y las presentaciones durante dos horas; ahora nos dividimos el trabajo, en lo personal me vino profesionalmente muy bien su compañía.

—¿Qué opinión tenés de la Ley de Medios?
—Me gusta porque para trascender, los que somos del interior tuvimos que hacer un gran peregrinaje. Con la ley de medios se le está haciendo mucho más fácil al periodista, al locutor, al cantante y al actor, trabajar en los medios. Por supuesto que todo el mundo apunta a la gran ciudad pero si tenés la facilidad de tener una onda en tu ciudad natal o en la vecina, ya podés desarrollar tu vocación. Ojalá se siga haciendo y se sigan abriendo más fuentes de trabajo.

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