José Odisio
A veces ganar no tiene que ver sólo con las virtudes propias. El rival muchas veces ayuda para conseguir un triunfo. Y Newell’s aprovechó un momento de inspiración y la debilidad de un Talleres pálido e inexpresivo y se quedó con tres puntos de mucho valor. No brilló, pero con un rato de Pérez y Castro y el empuje de Fernández y Lema alcanzó. A veces esto suena a poco, pero en Córdoba fue suficiente.
El partido arrancó friccionado. La demora en tomar decisiones con la pelota de uno y otro lado era la pausa necesaria para que un rival siempre llegara a ensuciar el juego. Y así, las áreas se mostraron lejanas. Talleres insinuó con un lateral que encontró al fondo leproso distraído, pero Fertoli se nubló cuando Macagno lo apuró. Newell’s, en cambio, llegó con un par de centros, en especial uno de Méndez a la cabeza de García, quien no pudo darle dirección al anticipo.
Con Castro titilante, Panchito González desconectado y Garro con el freno de mano en cada arranque, a Newell’s le costó llegar con peligro a Herrera. Y eso que el local no se mostraba firme defensivamente.
El partido pasó de la fricción y el entusiasmo, a la lentitud y el bostezo. Desde los 15 minutos costaba encontrar argumentos racionales para no hacer zapping para aquellos que lo miraban por TV. Y el 0 a 0 del entretiempo fue un reflejo fiel de lo sucedido.
El segundo tiempo tenía pinta de “copy paste”. Pero hubo un click provocado por Pablo Pérez. El volante, a partir de una fricción y una amarilla -su combustible-, empezó a jugar. Se hizo dueño del partido, tomó el control. Y la Lepra pasó a ser protagonista. Y no hizo falta mucho para marcar diferencia. Inspirado por este cambio, Nico Castro tomó una pelota en ataque y a diferencia de lo hecho en la primera parte, buscó el espacio y sacó un remate potente que doblegó la floja respuesta de Herrera. Y a este Talleres versión Hoyos, un golpe a la mandíbula es casi nocaut.
Y Newell’s vio al rival tambaleante y fue por la definición. Pase frontal, Garro la dejó pasar y García en su carrera mano a mano provocó un penal de Herrera. Lema pidió la pelota y con jerarquía puso el 2 a 0.
La ventaja se hizo grande, mucho más para este Talleres que llegó a este partido sin haber anotado un gol. Y entonces Sanguinetti decidió replegar fuerzas y jugar de contra. Primero afuera Pérez para no arriesgar su expulsión. Luego cambió del tridente ofensivo, para meter velocidad con Reasco, Sordo y Balzi, imaginando los espacios que podía dejar Talleres.
Pero el plan final de Sanguinetti falló. Newell’s perdió pelota, los livianitos fueron inofensivos y a puro empuje el local se vino. Por suerte la incapacidad de Talleres fue grande y el descuento llegó cuando ya sonaba la campana. Como para que el festejo no sea excesivo, aunque sí necesario.
La previa del partido
Javier Sanguinetti se encontró más rápido de lo imaginado con un problema existencial en su ciclo en Newell’s. La pobre tarea de Mauricio Arboleda en estos primeros partidos, potenciada con su horroroso y rendimiento ante River, obligó al entrenador leproso a decidir si debía mantener o no al colombiano en el arco, a quien pidió expresamente incluso negociando en forma personal con Rayo Vallecano.
Sanguinetti sabe que sacar a Arboleda del equipo es una apuesta fuerte. Cuando un técnico decide excluir a un arquero, en general no es sólo por un partido. Y hacerlo con Arboleda en la cuarta fecha, es reconocer un error de elección previa. Pero el DT seguramente analizó todo el contexto, y todo indica que entendió que lo mejor para Newell’s es que ante Talleres ataje Ramiro Macagno, o mejor dicho: pierda la titularidad Arboleda.
El DT leproso tiene cierto aval de los hinchas, que cuestionaron a Arboleda por su partido ante River, aunque en las encuestas posteriores entendían en parte que siguiera en el equipo. Y hay un riesgo extra, Macagno hace un tiempo no ataja e hizo la pretemporada tardíamente por una lesión y un covid que lo retrasó aún más. Prueba y error para Sanguinetti, que encontró una encrucijada en un lugar donde fallar se paga con derrota: el arco.
Más allá de la salida de Arboleda, Sanguinetti entendió que el partido con River tuvo puntos positivos. Por eso mantiene el equipo y esquema, con la salida obligada por lesión de Leonel Vangioni, que será reemplazado por Martín Luciano.
Esta fue otra decisión que debió tomar Sanguinetti en la semana. El candidato natural a ingresar era Marco Campagnaro, que fue al banco en los tres partidos iniciales, pero el DT probó al Flecha Luciano y se entusiasmó. Y será titular.
El otro tema a resolver por el entrenador pasaba por Djorkaeff Resco. El ecuatoriano llegó sobre el cierre y está claro que necesita un tiempo de adaptación, pero también es cierto que Newell’s apostó fuerte por él, a punto tal que le compró la mitad del pase. Y verlo en el banco suena a poco. Aunque todo indica que el próximo partido será titular, dependiendo del rendimiento del equipo y de Juan Manuel García, el que hoy ocupa el lugar de nueve.
Fuera de lo que proponga Newell’s en nombres y esquema, que sería 4-4-1-1, con opción de 4-3-3 al pasar al ataque, es imposible no advertir el mal momento del rival.
Enfrentar a Talleres en Córdoba es siempre un problema para Newell’s. Sus números históricos no son favorables, mucho menos en la última etapa, donde los cordobeses dirigidos por Medina lo superaron muchas veces, salvo el choque en el Parque en el debut de Gamboa en 2021. Pero el entrenador uruguayo no está más, y Angel Hoyos no la pasa bien. Talleres apenas sumó dos empates en este inicio (Unión y Patronato), cayó ante Platense y aún no anotó un gol. Los hinchas piden la cabeza del DT, quien no pudo evitar en la conferencia previa al partido hablar sobre el tema, aunque apenas vayan tres fechas.
¿Podrá aprovechar Newell’s esta debilidad manifiesta del rival? Primero deberá afirmar a Macagno en el arco, para que la decisión de Sanguinetti tenga sustento; luego jugar más parecido al partido ante Defensa o parte del choque ante River, lo que sería una gran noticia para Newell’s en la búsqueda de estar más cerca de los puestos de arriba de la tabla. Y no acostumbrarse con poco, como en los últimos años.
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