Policiales

Un hombre de la Villa del Tanque

Como hace dos décadas, el folclorista narco es protagonista

Campito Giglione se hizo conocido en 1998 como un guitarrero que al que le incautaron un cuarto de tonelada de marihuana en zona sur. Cayó de nuevo en 2010 por gestionar una cocina de cocaína. Ahora le allaron su celda en Coronda bajo acusación de proveer pasta base al clan narco del Dulce Abregú


CAMPITO, DROGA, OPERATIVO, PRESOS,

Ramón Gerónimo “Campito” Giglione, el célebre folclorista narco de barrio Tablada, está detenido en Coronda desde hace ocho años por su última condena a 10 años de prisión por tráfico de estupefacientes. Ahora volvió a la palestra como quien proveía pasta base al clan Abregú, capo del Fonavi del Parque Oeste, que la Justicia federal dio por desbaratado este miércoles tras 17 allanamientos.

En este último procedimiento su pareja fue apresada en la zona sur, como quien era una de las encargadas de narcomenudeo de Walter “Dulce” Abregú. La acusación sigue la misma línea que todas las investigaciones donde Campito fue nombrado desde hace dos décadas: era el proveedor de la materia prima para que Dulce la transformara en clorhidrato de cocaína. Para conocer la historia de Campito hay que remontarse a 1998, cuando Ghiglione alternaba las guitarreadas folclóricas en peñas y fiestas familiares con el tráfico de estupefacientes.

Veinte años no es nada

En septiembre de 1998, cuando a Campito lo fueron a detener a la Villa del Tanque, los vecinos se levantaron: el célebre narco guitarrero gozaba de predicamento a partir de la grabación de un disco “Guitarra para el corazón” como Ramón Campo.

Por ese tiempo, la Justicia federal lo acusó de ser el destinatario del cuarto de tonelada de marihuana incautada en el norte provincial y que tenía como destino la zona del tanque de Grandoli y Güiraldes.

En 2002, el guitarrero narco estuvo nombrado como autor de los ataques que recibió Jorge “Negro” Selerpe (quien sería asesinado en febrero de 2018), ya que los uniformados sospechaban que Campito quería recuperar el terreno que el Negro le había ganado mientras estuvo preso en Coronda.

Tras esas versiones, Campito recibió el vuelto. En diciembre de 2002, le dispararon un escopetazo en la cara, las heridas fueron menores y se escapó del Heca. Pasaron unos días y sufrió otro atentado cuando en Spiro al 200 bis y le metieron otro escopetazo, esta vez en el pecho.

En 2005, Campito o Negro Campo fue acusado de ser el tirador que mató de un tiro por la espalda a Carlos “Pacalo” Salinas, de 38 años. Ese homicidio ocurrió el 11 de enero de 2004 en Spiro al 300 bis (casi Grandoli). Los pesquisas dijeron que el móvil había sido una vieja deuda del cuñado de Salinas con Campito, quien ya había estado involucrado en otro dos homicidios a mediados de los 80.

En 2007, la justicia lo absolvió por el crimen de Pacalo. Como a Campito le habían achacado dos tenencias de armas de fuego y ya contaba con una condena del 2000 a 6 años por el cuarto de tonelada de marihuana que le habían incautado dos años antes en el norte provincial, terminó condenado a diez años y medio de prisión.

La última caída

Para 2010, hacía un tiempo que Campito había conseguido salidas laborales de la cárcel de Zeballos y Riccheri. La libertad no le duró mucho ya que el personal de la ex Drogas Peligrosas lo venía investigando por venta de estupefacientes.

En septiembre de ese año, la Policía hizo cinco allanamientos en Tablada y la Villa del Tanque. En los operativos hallaron una cocina de cocaína en Convención y 24 de Septiembre y cuatro puntos de venta. En total 20 fueron los kilos de cocaína incautada que incluyeron dos kilos de pasta base, varios litros de precursores químicos y elementos para estirar la droga.

De los otros procedimientos llamó la atención que de una casa de Centeno 608 bis los policías se llevaron unos 3 kilos de cocaína, 740 gramos de pasta base y un pan de Trotyl o TNT.

La última vez que Campito fue nombrado en las crónicas policiales fue en 2014 cuando se conoció la sentencia a 10 años de prisión por la cocina de cocaína y los puntos de venta.

Comentarios