Ciudad

Aumentos que golpean duro

Comercios rosarinos espantados con las tarifas de luz

La empanadería El Gran Pipón dijo que cerrará sus puertas. A un restaurante céntrico le llegaron 66.000 pesos de electricidad y un almacén de zona oeste apaga las heladeras de gaseosas por la noche. Mientras, en el Congreso, diputados oficialistas negaron el quórum necesario para discutir el tema


Los diputados oficialistas negaron el quórum necesario para que la Cámara pueda tratar el proyecto de varios bloques de la oposición que pretendían congelar las tarifas. La sesión fue escandalosa. Faltaba sólo un diputado cuando el presidente de la Cámara levantó la sesión. Mientras esto ocurría, las facturas de energía eléctrica llegaban a los rosarinos. Y la mayoría no sabía cómo iba a hacer para pagarlas. Los comercios fueron los más golpeados. La clásica empanadería El Gran Pipón dijo que iba a cerrar sus puertas ya que sus ventas cayeron a la mitad y entre alquiler y tarifas tiene grandes pérdidas. A un restaurante le llegaron 66.000 pesos de luz y un almacén de zona oeste hace malabares para subsistir apagando sus heladeras de gaseosas.

Los vecinos, en tanto, se harán escuchar hoy a las 19 con un ruidazo contra los aumentos tarifarios. Las manifestaciones tendrán lugar en Oroño y Córdoba, Mendoza y Avellaneda, San Martín y Regimiento 11 y Génova y Alberdi. La falta de quórum en la Cámara de Diputados (hubo 128 legisladores cuando se necesitan 129) para tratar los proyectos instó a los rosarinos a salir a la calle.

Miguel Di Nanno estuvo 37 años al frente de El Gran Pipón. Al aumento tarifario se le sumó la caída de las ventas y la suba del alquiler del local de Italia y 3 de Febrero. Entre alquiler y servicios, el gasto ascendió a cerca de 60.000 pesos, lo que hizo imposible continuar con la venta de empanadas, que bajó de 110 docenas un viernes a 60.

La sorpresa más grande se la llevaron en el restaurante La Favrika. La tarifa de luz llegó con 66.000 pesos, según confirmó uno de los empleados del lugar a El Ciudadano. Sin embargo, al comedor parece que aún no sufre con la falta de clientela. “No puedo hablar mucho porque tengo el restó lleno de gente”, dijo el hombre.

Nancy Santamaría es una de las impulsoras del ruidazo. Tiene un almacén en zona oeste llamado La Tía Nancy, donde pasó de pagar 5.000 pesos bimestrales de luz a finales del año pasado a 8.000 a principios de 2018.

Para subsistir, tuvo que tomar algunas medidas: “Las tres heladeras de gaseosas las apago por la noche. Les pongo un telgopor a las botellas para que a las 7 de la mañana, cuando abro, estén algo frías”.

En su granja, Nancy también vende helados, fiambres y quesos. “Esas tres heladeras no se pueden apagar y son las que más incrementan los gastos, junto al aire acondicionado de 3.500 frigorías”.

“También cambié todas las lamparitas por las de LED. Son más caras pero gastan mucho menos y son más durables. No podemos con estas tarifas, somos trabajadores no empresarios”, dijo la almacenera a El Ciudadano. Y también se quejó de la caída de las ventas.

Por otra parte, describió la situación del barrio donde tiene el almacén, cerca del complejo Village. “Antes las segundas marcas de gaseosas no se vendían, todos podían comprar Coca Cola o Pepsi. Ahora bajó el consumo de gaseosa y la Manaos es la que más se vende”, manifestó.

Testimonio ciudadano

Cuando los casos antes mencionados llegaron al grupo de WhatsApp de los trabajadores de El Ciudadano, cada uno contó su drama con las tarifas. A un compañero le llegaron 10.000 pesos en el último bimestre y en su casa viven cuatro adultos.

Sólo a los que viven solos les llegaron facturas por debajo de los 2.000 pesos. A quienes viven en pareja y tienen uno o dos niños, la luz le costó entre 5.000 y 7.000 pesos el bimestre.