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Cocaína con sello de origen: del escorpión a la conejita de Playboy

En el operativo Lagarto fueron incautados 20 kilos de mercancía de máxima pureza: los ladrillos tenían la marca del productor.


Un logotipo es un elemento gráfico que se utiliza para identificar un producto comercial, aunque también puede ser distintivo de una empresa o entidad pública. En una sociedad signada por el consumo y la competencia desleal, las marcas no pasan desapercibidas, nunca. Supervisan el grado de calidad y su respectivo posicionamiento en el mercado. Y en el ampuloso mundo narco no son una excepción. Surgieron en relieve sobre ladrillos de cocaína hace más de 30 años con una doble función: identificar a los cárteles de droga y, a su vez, garantizar que los intermediarios no adulteren su pureza. En Rosario no es habitual relacionar las figuras de escorpiones, estrellas o dragones con estupefacientes. La postal más común es la del búnker atendido por un menor y cientos de bolsitas de nylon con pequeñas dosis listas para su comercialización. Pero esta semana, las conejitas de Playboy le pusieron glamour al asunto. Fue en el marco de la operación Lagarto encabezada por el Ministerio de Seguridad de la Nación que incautó un importante cargamento de drogas minutos antes de su ingreso a Rosario. Eran unos 20 panes de cocaína de máxima pureza sellados con el logo de la revista que se hizo popular por exhibir desnudos de mujeres bellas.
“No es común ver panes de drogas marcados en Santa Fe, porque acá los ladrillos siempre llegan desarmados”, dijo un investigador federal a El Ciudadano tras referir que hasta el momento se desconoce a qué cártel pertenece la droga sellada con conejitas de Playboy incautada el pasado 13 de mayo en el peaje de San Lorenzo, dentro de una caravana de tres vehículos que se dirigía a Rosario por la autopista Brigadier López.
No obstante, este pesquisa de la Policía Federal con dos décadas de experiencia explicó que ese tipo de marcas se realiza con la misma prensa que se arma el ladrillo de cocaína y sirve “para calificar la calidad y el lugar de origen”. En ese sentido agregó que “es algo característico del cártel que las produce”, pero que en Santa Fe no son comunes porque “el ladrillo llega desarmado, y en todo caso, si se utilizan prensas, es para su estiramiento”.
Otro detective, en este caso de la Policía provincial, resaltó la misma idea: “Los marcan para comercializarlos y que no les cambien las mercadería los intermediarios. Le ponen un sello para que llegue a destino sin ser adulterado”. Y agregó que ese tipo de marcas se da sólo cuando el cargamento es de cocaína, cuyo formato se estandarizó hace muchos años en panes de un kilogramo: “Con la marihuana varía mucho más el peso de cada paquete, porque se cobran los cargamentos enteros, de 500 kilos por ejemplo, indistintamente de cómo esté distribuida”.

Pioneros

En la actualidad, los sellos en relieve o las calcomanías sobre la mercadería son comunes en los grandes cargamentos de drogas que salen de países productores, como Colombia, Perú o Bolivia. Los investigadores aseguran que además de identificar a los cárteles que la embalan, esas marcas se transforman en una suerte de “huella dactilar” que distingue a cada organización incriminada en causas penales. Los catálogos de logotipos que manejan los gabinetes antidrogas son prueba de ello y en la actualidad se especula que son más de dos mil en todo el mundo.
Un versión sobre su origen se le atribuye al colombiano Henry Loaiza Ceballos, integrante del cártel de Cali en los años 80, a quien apodaban Escorpión, y su droga llevaba la figura de un alacrán como una firma, lo que más tarde adoptaron sus contemporáneos de Medellín o de Ciudad Juárez, en México. Y si bien el título del Rey de la Cocaína ya le pertenecía a Roberto Suárez Gómez, el boliviano al que se le atribuye la droga más pura del mundo, uno de los logos que se ganó su lugar en la historia fue el de “Vaticano”, perteneciente al célebre Demetrio Limonier Chávez Peñaherrera, el capo narco de Perú en la década del 90.

Rosario es Playboy

El pasado 13 de mayo, el secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, encabezó el Operativo Lagarto donde fueron incautados 20 kilos de cocaína de máxima pureza y otros 70 de sustancias de corte para su estiramiento, además de la detención de siete personas, entre ellas Víctor Hugo Grgicevic, apodado Lagarto, a quien le adjudican liderar la banda. La medida contó con una serie de allanamientos simultáneos en Rosario, Funes, Roldán y San Lorenzo; en esta última fue donde los policías federales interceptaron a la altura del peaje tres vehículos, en uno de los cuales se incautó la droga valuada en 1.200.000 pesos. Lo más llamativo de la investigación, que tuvo origen en la localidad misionera de Eldorado, fueron los sellos en los panes de cocaína, donde se podían vislumbrar dos conejitas de Playboy.

Indagaron en Misiones a los siete detenidos

Los siete detenidos en el marco del operativo Lagarto desarrollado el pasado martes 13 en Rosario, San Lorenzo, Funes y Roldán fueron indagados entre la noche del viernes y la madrugada del sábado pasado en la ciudad misionera de Eldorado, según el portal www.nortemisionero.com.ar. Víctor Hugo Grgicevic, su hijo Víctor Fabián y otras cinco personas prestaron declaración ante el juez federal José Luis Casals, quien a partir de la indagatoria tiene diez días para expedirse sobre la situación procesal de las dos mujeres y los cinco hombres detenidos en el marco de la investigación, que tiene puntos de contacto con otras dos causas: la de Delfín Zacarías, quien cayó en Funes sobre fines del año pasado aunque su base de operaciones era la ciudad de San Lorenzo, y la de Slawmir Polus, alias Francés, detenido precisamente en Eldorado, Misiones, a principios de 2013 aunque con vínculos estrechos con Granadero Baigorria. Según esta versión, algunos de los detenidos hicieron uso de su derecho de abstenerse de declarar.

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