Atenas despertó hoy sumida en el silencio y tensión luego de las violentas protestas que ayer costaron la vida a tres personas, e incertidumbre por saber qué puede pasar hoy en el Parlamento con la votación de las medidas de ajuste que estará enmarcada por una nueva protesta.
Esta tarde, el Parlamento griego debatirá sobre el duro paquete de medidas con el que el país mediterráneo espera evitar la bancarrota y recibir ayuda de los países del euro y del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Se precisan 151 votos en un Parlamento integrado por 300 escaños. Los socialistas en el gobierno cuentan con una cómoda mayoría de 160 diputados, por lo que espera lograr la aprobación sin sobresaltos.
Sin embargo, esa tranquilidad que esperan dentro del recinto no parece guardar relación con lo que sucederá en las calles, ya que el principal sindicato del sector público, Adedy, protestará hoy frente al Parlamento y evalúa convocar más huelgas la semana próxima para presionar al Ejecutivo.
“No abandonaremos nuestra lucha contra las medidas”, dijo el presidente de Adedy, Spiros Papaspyros, según informa la agencia de noticias DPA.
“La gran cantidad de gente que se manifestó (ayer) envió un claro mensaje al gobierno acerca de que no permitirán que se aprueben las medidas que la Unión Europea y el FMI impusieron a nuestro país”, aseguró Giorgo Bekouris, un maestro a tiempo parcial que gana menos de 450 euros al mes.
Por su parte, el sindicato bancario decretó ayer una huelga de 24 horas para hoy por la muerte de los tres empleados y acusó al gobierno de “no haber tenido en cuenta las consecuencias que las medidas iban a tener sobre los ciudadanos griegos”.
Las protestas de ayer tuvieron un giro trágico y plantearon el interrogante por lo que vendrá, luego de la muerte de tres empleadas calcinadas dentro de una sucursal bancaria, entre ellas una mujer embarazada, y de los 45 heridos, 29 de ellos policías.
Los ciudadanos, que ya sufren los efectos de una recesión, salieron a las calles el martes y ayer para protestar por las medidas de ajuste que aprobó el gobierno para recibir 110.000 millones de euros de ayuda de parte de la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
A pesar de que algunos griegos dicen que ciertos recortes son necesarios para poner a su país otra vez en el rumbo correcto, es de esperar que la indignación pública vaya en aumento a medida que la gente empiece a sentir los efectos de las medidas de austeridad.
Esto es lo que dicen todas las encuestas realizadas en los últimos días, en las que uno de cada dos griegos dijo estar dispuesto a salir a las calles para combatir el plan de ajuste.
La UE esperaba que con el paquete de rescate se calmaran los mercados y el gobierno tuviera cierta libertad de acción para poner a punta la altamente endeudada economía.
Pero las preocupaciones de los inversores acerca de que la crisis se extienda a otros países de la eurozona, llevó al euro a su menor nivel en más de un año.
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