La actual diputada nacional Alicia Ciciliani, quien irá por la renovación de su banca en octubre, es una testigo privilegiada del armado del Frente Amplio Progresista, el espacio que tiene a Hermes Binner como máximo referente a nivel nacional. En medio de los desencuentros que sufre el espacio en otros distritos frente al inminente cierre de listas para las próximas elecciones legislativas, y después de las declaraciones del senador Luis Juez, exigiéndole al ex gobernador “otra voz de mando” y “respuestas más rápidas”, la dirigente socialista le brindó a El Ciudadano su visión sobre la situación.
—¿Está al tanto de las declaraciones de Juez?
—Sí, divino. Lo escucho siempre porque me divierte mucho. Lo quiero mucho.
—Pero pidió una conducción más fuerte dentro del Frente.
—Sí, porque estamos discutiendo modelos de liderazgo. Es muy bueno lo que planteó. A mí me encanta. Además dijo que Binner tiene un reloj de arena y le puso piedras. Porque Binner es un modelo de liderazgo, un líder con características personales y sus atributos son estos.
—¿No ve una descalificación implícita en esos dichos?
—No, para nada. Porque Juez tiene una personalidad y unos atributos de liderazgo diferentes: más rápido, lo que no quiere decir que eso sea bueno. Binner es un gran constructor al que no le ha ido para nada mal. Empezó como director de un Hospital y terminó siendo candidato a presidente de la República.
—¿Y qué le pide Juez a Binner?
—Que diga “este candidato va acá. Este va allá”. Armar la lista y resolver. Y Binner no es así. Esa es Cristina. Binner no, porque crea espacios de debate. En los espacios de debate hasta que se ponen de acuerdo pasa un tiempo.
“Un momento difícil”
—¿Cómo ve la gestión de la intendenta Mónica Fein?
—Maravillosamente. Le toca un momento difícil, complejo del país. Y está a la altura de las circunstancias y con todas las fuerzas, peleando para que Rosario no detenga su crecimiento e innovación.
—¿Hay dificultades con los recursos?
—Además de los recursos, lo que estamos teniendo son nuevos problemas sociales en las ciudades. Nos estamos encontrando en el país con un crecimiento de la violencia y del narcotráfico en todos los centros urbanos como una novedad de los últimos cinco años. Entonces Mónica tiene que pensar en nuevas políticas públicas vinculadas a una realidad social, que es compleja, difícil y sobre la que se están escribiendo los manuales, porque no los hay.
—El kirchnerismo dice que esa realidad está pegando más fuerte en Rosario que en el resto del país…
—No es así. Es una realidad nacional y de Latinoamérica, que es la proveedora de droga para los grandes centros de consumo, como Estados Unidos. México, Colombia, Brasil y ahora la Argentina, son lugares de producción de droga para esos centros de consumo y eso es una realidad.
Estuvimos en Estados Unidos hace una semana y el tema de la economía del delito estuvo muy presente, algo que ningún economista serio ya soslaya: la cantidad de personas que viven de esa economía, porque el sistema capitalista no ha podido dar respuesta a la inclusión.
América Latina es la región más desigual del planeta y lo que vive Rosario lo vive en mucha menor intensidad que otras ciudades de Latinoamérica pero el proceso es exactamente el mismo. Las poblaciones emigran a las grandes ciudades, cuyos sistemas económicos no generan recursos suficientes, hay una enorme desigualdad y hay un mercado que demanda y una ganancia fabulosa. Hay un sistema que funciona y esa complejidad es la que afecta a Rosario. Mónica Fein lo reconoce, lo mira, lo ve y está pensando políticas públicas para eso.
“No hay verdadero debate”
—En medio de la discusión por la reforma judicial, usted pidió cambiar el sistema de debate. ¿Por qué?
—El reglamento de la Cámara de Diputados es muy viejo, de cuándo existían otras tecnologías y eran debates que hicieron historia. Porque los políticos que llegaban a la Cámara tenían una enorme formación en política, un enorme bagaje cultural.
—¿Ahora no existe esa calidad de oradores?
—No, porque ahora existen otras herramientas. Ahora tendríamos que usar otros métodos para explicar cosas y ser más ejecutivos. El tema, además, es que hay una obediencia debida a la pertenencia política del bloque mayoritario, que no debate, porque hay una concepción del uso del poder que emana de una persona. Y esa cultura política se traspasa a toda la Cámara de Diputados. Llegan y dicen: “No corremos ni una coma”.
Por eso, el debate en la Cámara está teñido por una concepción de poder autoritaria sin un verdadero debate que no está permitido en la concepción de poder del kirchnerismo, que es una concepción fascista, porque discute personas. Si se pone a consideración una idea, la descalificación no es sobre la idea sino sobre algo que la persona hizo. Eso es fascismo, y es muy peligroso.