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China: la fábrica de los suicidios

Más jóvenes obreros se quitan la vida por las duras condiciones de trabajo.

Detrás de las computadoras y aparatos electrónicos del mundo rico, como el iPhone o la Playstation, se esconden a menudo destinos trágicos de los trabajadores migrantes chinos. La serie de suicidios en el mayor productor mundial de electrónica la empresa taiwanesa Foxconn, echa luz sobre sus duras condiciones laborales, el aislamiento humano lejos de sus familias y en definitiva, la ausencia de esperanza en sus vidas.

En los últimos cinco meses, doce jóvenes de entre 18 y 23 años murieron en unos aparentes suicidios en instalaciones fabriles altamente custodiadas, lo que ha suscitado preguntas sobre los aspectos más duros de la vida de los obreros al sur del delta del río Perla: el calificado como el taller del mundo.

Los suicidios ponen en entredicho además el modelo de producción taiwanés, que unifica trabajo y vivienda en ciudades fábricas. Y daña el prestigio de marcas mundiales como Apple, Dell, Hewlett-Packard o Sony, que encargan la terminación de sus productos a Foxconn.

En ningún lugar se produce y exporta tanto como en China. Más de 100 millones de obreros migrantes mantienen viva la mano de obra del “taller del mundo”. Tras los suicidios, investigadores sociales chinos subrayan el futuro incierto sobre todo de los jóvenes que no encuentran trabajo en el campo.

Ellos no ven otra opción que ir a buscar empleo en las ciudades, una actividad mal pagada y que no tiene perspectivas de futuro. “En el instante en el que ven pocas posibilidades de crear un hogar en las ciudades a través del trabajo duro, se quiebra el significado del trabajo”, señalan.

“El camino hacia adelante está bloqueado, y el retorno es imposible. Atrapada en esta situación la nueva generación de trabajadores migrantes se enfrenta a una grave crisis de identidad, lo que empeora los problemas psicológicos y emocionales”, alertan los expertos.

Quien analice las condiciones sociales y estructurales comprenderá mejor la falta de perspectivas de los empleados de Foxconn. “La estrategia de desarrollo de China de los últimos 30 años creó no sólo un milagro económico, sino también desigualdades regionales, prolongó el estancamiento salarial y robó a los obreros migrantes sus derechos”, añaden.

Los activistas responsabilizan de los suicidios a las duras condiciones laborales. “La compañía tiene que hacer una profunda investigación de la vida en sus líneas de producción, no sólo tapar agujeros de forma superficial”, exigió la organización China Labor Watch, que alerta desde hace tiempo de los problemas en Foxconn y que ha interrogado a los obreros por los suicidios.
“Estamos extremadamente cansados, tenemos una enorme presión”, respondieron éstos. ” Terminamos una unidad de trabajo cada siete segundos”. Para eso se necesita mucha concentración.

“En cada turno (diez horas) montamos 4.000 computadoras Dell, todo el tiempo de pie”. De los 25 entrevistados, 17 atribuyeron los suicidios a la fuerte presión laboral. Los empleados tienen sólo un día libre a la semana y suelen hacer horas extras. Antes o después del turno, que con las extras es de 10 o 12 horas, hay reuniones de trabajo no pagas. El sueldo es el mínimo, de 900 yuanes (131 dólares) al mes.

El director ejecutivo de China Labor Watch, Li Qiang, cree que hay motivos para los suicidios: “El estilo militar de Foxconn y la falta de respeto de los gerentes taiwaneses por los obreros chinos”.

La indignación aumentó tras conocerse un video que muestra a vigilantes con uniformes negros de Foxconn que golpean de forma brutal a trabajadores en agosto en una fábrica de Beijing. Ya de por sí los empleadores taiwaneses tienen mala fama en China, por lo que los diarios de la isla han comenzado a exigir un “código de conducta” con estándares laborales mínimos para prohibir la explotación.

También hay quejas por la falta de vida personal de los empleados, que viven en su mayoría en grupos en residencias junto a la fábrica. Se trata de pequeñas ciudades con súper, restoranes, librerías y cibercafés.

En la fábrica de Shenzhen, donde se produjo la ola de suicidios, trabajan más de 300.000 chinos. Viven de forma totalmente aislada, apenas se conocen. Una joven dijo: “Pasamos el tiempo libre durmiendo o en internet, rara vez salimos”.

Fuente: sinmordaza.com

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