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Chile después de mañana

Un sismo de 8,8 grados sacudió ayer el centro y sur de Chile y dejó al menos 300 muertos, decenas de personas atrapadas bajo escombros y un millón y medio de viviendas afectadas con grandes daños.

Un sismo de magnitud 8,8 grados en la escala de Richter, uno de los más fuertes jamás registrado, sacudió en la madrugada de ayer el centro y sur de Chile, dejando un saldo provisorio de al menos 300 muertos, más de un centenar de personas bajo escombros y un millón y medio de viviendas destruidas, además de puentes, caminos derrumbados y otras obras de infraestructura públicas y privadas con todo tipo de daños. El sismo tuvo su epicentro en el mar a 90 kilómetros de Concepción, una ciudad de medio millón de habitantes situada en el desemboque del río Bío Bío en el mar, a unos 500 kilómetros al sur de Santiago, y desató el terror de la población, que a lo largo de la jornada soportó unas 60 réplicas superiores a los 4 grados, con siete de ellas de más de 6 grados. El terremoto se produjo a las 3.34 locales y sorprendió a la mayoría de los chilenos durmiendo: inmediatamente salieron aterrorizados a las calles donde se mezclaban personas en pijama que rehusaban regresar a sus viviendas por las continuas réplicas, con grupos de jóvenes que habían abandonado discotecas y fiestas: anoche centenares de ellas dormián en la calle y con temor. La confusión se vio agravada por el inmediato y generalizado corte de luz y el colapso de las líneas telefónicas. “La magnitud exacta de la tragedia recién se conocerá dentro de 48 ó 72 horas”, advirtió la presidenta Michelle Bachelet, quien personalmente se puso al mando de las tareas de rescate y suspendió toda actividad fuera de su país, como la asunción del mandatario uruguayo José Pepe Mujica.

“Este es un cataclismo de proporciones inmensas, por lo que va a ser muy difícil llegar a cifras precisas”, dijo el ministro del Interior, Edmundo Pérez Yoma. “Desde el año 1960 nunca habíamos tenido un terremoto así”, agregó.

“Sobre la destrucción estamos hablando de una cifra preliminar de 1,5 millones de viviendas afectadas”, de las cuales un tercio “probablemente no se pueden habitar más”, dijo por su parte la ministra de Vivienda, Patricia Poblete.

El sismo derrumbó puentes en rutas urbanas de Santiago, y parte importante de la infraestructura de pasajeros del aeropuerto internacional de la capital chilena, cerrado por al menos 24 horas. Por ello, un total de cinco vuelos procedentes de Europa que debían llegar a Chile arribaron al aeropuerto de Ezeiza. Otros vuelos, en tanto, aterrizaron en Mendoza, donde también permanecían varados camiones y transportes de pasajeros por la emergencia declarada en el país trasandino.

El sismo es el segundo en magnitud en el planeta de los últimos 20 años, tras el de 9,1 grados en la escala de Richter registrado en diciembre de 2004 en las costas de Indonesia y que desencadenó el tsunami que mató a 220.000 personas.

Con el epicentro ubicado en el mar de inmediato se disparó la alerta de tsunami en todo el Pacífico, y en Hawaii, al igual que Japón, Malasia y otros países, se evacuó a la población costera hacia tierras altas.

El gobierno chileno declaró “zona de desastre” a la región centro-sur de Chile. Las primeras imágenes televisivas de Concepción mostraban el gran puente sobre el río Bio Bío destruido, decenas de construcciones derrumbadas, incendios y calles obstruidas por escombros.

Un edificio de 15 pisos de menos de dos años de construcción se derrumbó en la costanera y los socorristas seguían trabajando al cierre de esta edición en el rescate de las personas atrapadas, al menos un centenar, de las que habían sido sacadas 22.

Para peor, más de 50 réplicas, según el instituto de Geofísica de Estados Unidos, se habían detectado en las 11 horas siguientes al primer temblor y ninguna de ellas tuvo una magnitud menor a 5 grados. La franja abarcada por el “enjambre” de sismos fue de 500 kilómetros.

Chile sufrió el terremoto más fuerte  registrado en el mundo –9,5 grados en la escala de Richter– el 22 de mayo de 1960 en Valdivia, al sur de Santiago, que dejó más de 3 mil muertos. Es que el territorio trasandino se encuentra en la convergencia de dos placas tectónicas y de hecho el país está acostumbrado a los sismos: cuenta con reglamentación para que las viviendas que se construyen soporten estos fenómenos.

En tanto, en la Argentina se sintió el sismo con gran intensidad en las provincias de Mendoza, Catamarca, La Rioja, en la ciudad rionegrina de Bariloche y también en los edificios altos del barrio porteño de Puerto Madero. En Mendoza, el movimiento se percibió a las 3.34, duró varios segundos y tuvo una fuerte réplica a los diez minutos, y otra más de menor intensidad cerca de las 4.30. El director de defensa Civil de Bariloche, Renato Ponce, dijo que el movimiento se sintió desde las 3.30 y duró “unos cinco minutos”, por lo que muchas personas que viven en edificios salieron a las calles, mientras las autoridades dispusieron el cierre de los boliches bailables.

Pero el sismo de Chile, según marcaron geólogos, no tuvo relación con el terremoto de Salta, que 9 horas y 11 minutos después dejó dos muertos.

Con todo, de inmediato se dieron mensajes de solidaridad con el gobierno chileno y las víctimas por parte de todos los gobiernos de la región y de la administración de Barack Obama. La Cancillería argentina expresó su “voluntad de cooperación” con la mandataria Michelle Bachelet, que en la víspera había estado en Mar del Plata con la presidenta Cristina Fernández.

 Además Cristina habló por teléfono con Bachelet para manifestarle “la más absoluta disposición de las autoridades argentinas para colaborar con recursos humanos y materiales destinados a mitigar las dolorosas consecuencias de esta catástrofe”.

 En tanto el estadounidense Barack Obama convocó especialmente a la prensa en los jardines de la Casa Blanca para informar sobre el terremoto. “Estados Unidos está listo para ayudar a Chile”, dijo el mandatario, quien se comunicó con Bachelet para ofrecer asistencia.

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