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Chau Diego, no hará falta más que entrecerrar los ojos para verte gambetear

Se rompió el espejo en el que nos miramos los argentinos. Aquel que nos reflejaba lo mejor, lo que queríamos ser, los éxitos, la épica, la grandeza. Pero también el que nos devolvía imágenes que no queremos hacernos cargo: las equivocaciones, las derrotas dolorosas, las contradicciones


“Se murió el Diego”, fue el mensaje que cayó en el grupo de wasap de mis amigos. La puta madre, fue lo primero que pensé. Todos sabemos quién es “el Diego”, no hace falta ninguna aclaración.

Se rompió el espejo en el que nos miramos los argentinos. Aquel que nos reflejaba lo mejor, lo que queríamos ser, los éxitos, los triunfos, la épica, la grandeza. Pero también el que nos devolvía aquellas imágenes de las cuales no queremos hacernos cargo: los errores, las equivocaciones, las derrotas dolorosas, las contradicciones.

Por eso queremos tanto a Maradona. Porque “el Diego” somos todos. Es nuestro Dios pagano, nuestro ícono, con lo bueno (que es un montonazo) y con lo malo. Es por eso que nunca te juzgué por tus errores, ¿quién carajos soy yo, quién carajos somos nosotros, para hacerlo?

Aquellos que amamos el fútbol, sabemos que no habrá otro igual. Nunca. Jamás. Pero afuera de la cancha también era bravo, bravísimo, nunca conformándose ni aceptando el poder establecido. “La zurdita endemoniada y el martillo en el garguero”, dice una canción de La Guardia Hereje.

Hoy pasó a la inmortalidad, como los próceres, como los ídolos, y no habrá más que entrecerrar los ojos para verlo gambetear.

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