Automovilismo

Mano a mano con El Hincha

Charly Joffre, el rosarino que le ganó al Dakar

El piloto local le contó a El Hincha su emoción por haber cumplido con su sueño de llegar en la travesía más exigente del deporte motor. "Si no se sufre, no es Dakar", aseguró. Culminó en el puesto 25 en la divisional cuatriciclos.


El rosarino Joffre (amarillo) entre el francés Etienne Lavigne, director del Dakar, y el español Marc Coma, director de competencia.

Charly Joffre concluyó en el puesto 25 en cuatriciclos. Pero ese lugar en la clasificación general poco le importa. Antes de salir señaló que el sueño era llegar a Córdoba, y lo logró.

El piloto rosarino empleó 100 horas y algunos minutos para cumplir con su objetivo. Y arribar a la meta y encontrarse con sus hijos fue mucho más importante que estar un poco más arriba en la clasificación.

“Si le tengo que poner un título a lo que viví en el Dakar diría que la realidad superó a la ficción. La carrera fue soñada, increíble. La disfruté mucho. La sufrí también, pero si no se sufre no es Dakar. Nunca pensé que el cuerpo me iba a ser tan noble e iba a aguantar tanto, casi de manera sobrada”, le contó Joffre a El Hincha, con quien compartió día a día sus vivencias en la competencia.

En una competencia tan dura, sobrevivir es el principal objetivo. Y Charly sabe que hubo etapas donde fue muy duro seguir. “La parte más complicada fue el cruce de Perú a Bolivia. Fueron 550 kilómetros de enlace, en altura, y estaba mareado y con mucho sueño. Íbamos todos los pilotos juntos, todos estábamos en la misma. Y después el especial, que no fue muy largo, pero sí intenso, con mucho frío, mucha agua en el camino y con lluvia. Todo se compensó cuando llegamos a La Paz, había avenidas enteras con gente de cada lado que había ido a recibirnos, fue hermoso”, reconoció.
Y agregó: “Hice una carrera muy prolija. La etapa que queda para mi historia en el Dakar fue la 13, merece un párrafo aparte porque arranqué muy bien, me sentía como pez en el agua, eran arenas a 120 kilómetros y logré pasar a muchos pilotos. Venía a muy buen ritmo y seguro, encontré a mis amigos de Rosario. Logré terminar en el puesto 15. Y 60 kilómetros antes de empezar el segundo especial fundí motor, no lo podía creer. Llamé a mi asistencia y a la noche tenía el cuatriciclo en marcha con el motor arreglado. Lo largué a las 10 de la noche y lo terminé a las 6 de la mañana. Me dormía arriba del cuatri, pero llegué. Me dieron el rotbook y me dijeron que estaba retrasado 30 minutos, pero que por mi garra y mis ganas me daban 30 minutos más. Me cambiaron la transmisión, el filtro, me hicieron la hoja de ruta mientras me sentaba a descansar. Fue tremendo”.

Obviamente, llegar a Córdoba fue un momento emotivo, era cumplir con el objetivo, con el sueño. “Terminé la carrera contentísimo, cuando crucé el peaje, me para mi mejor amigo, me doy vuelta y estaban mis hijos, me emocioné un montón. Entré con mis hijos, uno de cada lado, y cuando voy a dejar el cuatri, todo el equipo Peugeot, que eran casi 150 personas, me hicieron un túnel y me aplaudieron. Ahí rompí en llanto. Realmente fue una emoción muy fuerte”, contó.

A la hora de hacer un balance, el rosarino no dudó: “Viví momentos únicos, estoy muy contento por la experiencia, sacrifiqué posiciones, pero es lo de menos porque pude cumplir mi sueño de llegar. Estoy muy feliz”.