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Chanchón Cantero y el narcoentramado que terminó en la ejecución de un policía

La Fiscalía imputó al hijo del Viejo Ariel Cantero, fundador de Los Monos. Según la acusación, el violento asesinato que terminó con el uniformado acribillado de al menos cinco balazos en la cabeza tiene un trasfondo en la falta de pago de la autorización para vender drogas en una zona determinada

Foto archivo: Juan José García
Foto archivo: Juan José García.

Ariel Maximiliano “Chanchón” Cantero tiene 21 años y es hijo de Ariel “Viejo” Máximo Cantero, fundador de la banda Los Monos. La Fiscalía lo imputó hace dos años en un homicidio, aunque cinco meses después quedó en libertad. Ahora, el pasado viernes 30, se presentó ante la Justicia tras un allanamiento a la casa de una hermana. El fiscal Miguel Moreno lo buscaba por el crimen del policía Cristian Ibarra, asesinado en julio pasado de al menos cinco disparos en la cabeza con dos armas de grueso calibre en barrio Godoy. Según la hipótesis fiscal, el asesinato se produjo en el marco de un entramado de venta de drogas al menudeo. Este martes, Chanchón fue imputado junto con otro hombre, Walter D., de 33 años y conocido como Teta. Ambos fueron acusados de subir al auto de Ibarra y ejecutarlo. Si bien la jueza admitió ambas imputaciones, entendió que la evidencia alcanza sólo para dictar una medida cautelar contra Chanchón, aunque con base en la conducta que tuvo en la causa anterior –la cual no tiene condena– la magistrada habilitó un arresto domiciliario con tobillera para el joven, quien dijo ganarse la vida criando chanchos.

El fiscal Miguel Moreno reconstruyó que el 22 de julio del 2019 a las 21.30 el policía Ibarra fue asesinado cuando se encontraba en el asiento del conductor de su Peugeot 308 negro, en Larralde y Deán Funes. Tras los estampidos, una mujer llamó al 911 para advertir de la situación. Cuando los uniformados llegaron les contó que se asomó y vio el auto detenido: tres de sus cuatro puertas estaban abiertas, las dos delanteras y la trasera del lado del conductor. Y agregó que alcanzó a advertir que desconocidos corrieron hacia la villa El Olivo.

En la audiencia de este martes, el representante de la Fiscalía hizo un pormenorizado análisis de las evidencias recolectadas tras el crimen.

En el auto había dos teléfonos, ambos eran de la víctima, y en uno de ellos tenía comunicaciones con Chanchón, dijo Moreno, para agregar que en el interior del vehículo los investigadores hallaron ocho vainas servidas calibre 9 milímetros. Siete de ellas fueron percutadas por una misma arma y la restante por otra.

También encontraron tres ojivas. Había marcas de tres orificios de bala en el interior del auto, el cuerpo de Ibarra tenía tres orificios posteriores occipitales de aparente entrada y otros dos en la zona frontal izquierda; también tenía orificios de salida. La autopsia determinó que sufrió destrucción encefálica de cráneo por múltiples proyectiles de arma de fuego.

El recorrido de Ibarra

Las cámaras de seguridad tomaron ese día a Ibarra conduciendo por avenida Circunvalación y avenida Presidente Perón a las 20.21. Hay otras cámaras en la zona que lo registraron a las 20.38 junto con otra persona por bulevar Seguí y avenida Provincias Unidas.

A las 20.49, la primera cámara lo volvió a tomar por Presidente Perón y Circunvalación, aunque esta vez se dirigía hacia el oeste. Su pareja contó que Ibarra debía encontrarse con Chanchón, ya que lo había escuchado hablando por teléfono con él. La mujer contó que Ibarra también le dijo que lo iba a pasar a buscar para resolver un problema.

Ibarra también le comentó que iban a ir a hablar con un tal “Venezolano”. Para ella, el interlocutor le dijo a su marido que sí, porque Ibarra le respondió que lo pasaba a buscar y después iban para la casa de este tercer hombre.

A las 21.20, Ibarra le mandó un mensaje a su pareja diciendo que estaba con el amigo, que estaban esperando porque el otro no estaba en la casa, continuó con la descripción el fiscal.

En la causa hay dos testigos de identidad reservada que aportaron el entramado en la venta de drogas al menudeo. En la casa de uno de ellos paró Ibarra antes de ir al encuentro que resultó fatal. Esta persona contó en Fiscalía que, el día del hecho, Ibarra tenía que hablar con “un tal Chanchón, hermano de Tartita, ambos hijos del Viejo Cantero”.

Según el fiscal, en su declaración el testigo le pidió a Ibarra que no fuera, pero la víctima le hizo escuchar un audio de Chanchón, donde ya le había dicho que agarraba Circunvalación y le iba a avisar cuando llegara a su casa. Ibarra le contó a esta persona que tenía que hablar con “un venezolano o un colombiano”. El fiscal aclaró que esta persona también era conocida con esos dos apodos y también como “el Dominicano”.

Los lugares del narcomenudeo

El otro testigo de identidad reservada dijo que Ibarra junto con un tal L.R. estaban a cargo de la organización de la comercialización de estupefacientes al menudeo en la zona de Monte Flores al 7200 y un tal “Enano David” era el encargado de efectivizar las ventas, reprodujo Moreno para agregar que esta persona detalló que esa zona era “propiedad de Chanchón”, hijo del Viejo Cantero, y que actualmente la mujer L.R. sigue explotando la zona junto con un tal Dominicano.

Con respecto a los roles, esta persona agregó que el Enano David vendía para L.R., pero en el último tiempo había comenzado a vender para Ibarra. Además, dijo que en el barrio está el rumor de que al Enano David le lleva las cosas el Colombiano, quien está asociado o vende para Chanchón.

En tanto, en otra entrevista dijo que Chanchón mató a Ibarra, según los rumores, junto con el Colombiano. “Este último está siempre del Enano David, que vende con su pareja y su cuñado en su casa”, explicó en su declaración el testigo.

Según la Fiscalía, en su testimonio esta persona aportó un posible móvil: Chanchón todos los martes le cobraba la zona al policía Ibarra. El día del crimen, los dos iban a encontrarse para arreglar problemas que habían surgido en el Fonavi, delimitado por las calles Monte Flores, México, Viamonte y Brasil, de zona sudoeste.

Con base en esta declaración, el consorcio 5 era de Ibarra y una semana antes se la habían sacado. Entonces, Ibarra y L.R. se fueron a vender por el otro lado, por Viamonte, a través del Enano David.

Chanchón y el Colombiano llevaron su gente e hicieron lo mismo pero por el lado de Monte Flores, dijo el testigo ante los pesquisas para señalar que Chanchón y el Colombiano fueron a apretar al Enano David para que no vendiera más.

Fue en el marco de esta situación que las advertencias le llegaron a Ibarra y éste mandó un mensaje para que le dijeran al Enano David que se quedara tranquilo, que iba a ir a arreglar el tema, concluyó el declarante.

Chanchón y el teléfono

Hay conversaciones que se rescataron del celular de la víctima; una de ellas se registró el día del hecho y tiene como interlocutor a un tal Agus. Este último le dijo que estaba afuera pero que no había nadie trabajando, que el Enano estaba durmiendo y el resto tomando mates adentro y le advirtió había ido el Colombiano y no los había dejado que laburaran.

También hallaron otras comunicaciones con Chanchón. En ellas, Ibarra le preguntó la tarde del crimen por el Colombiano y le dijo que le iba a caer en la casa.

Chanchón le pidió que aguantara, que iba a ver los pájaros y le avisaba. A las 19.56, Ibarra le reenvió a Chanchón un mensaje del Enano David que decía: “Vino el Dominicano y Chanchón, acá a mi casa. No quieren que labure porque si ven a alguno de los pibes le van a dar un palazo. Dijeron que cuando estén laburando afuera le van a pegar un tiro porque dicen que tienen que pagar la zona”. A lo que le agregó que después “fue Tito a hablar con él para decirle que no esté vendiendo ahí porque iba a pasar y le iba a dar un palazo”, reprodujo el fiscal sobre el contenido del mensaje que atribuyeron al Enano David, quien le pidió a Ibarra que se fijara cómo solucionarlo.

En ese marco, Ibarra habló con un hombre, que para la Fiscalía es Chanchón. El interlocutor le dijo a Ibarra: “No, no, no amigo. Decile a tu gente que no sabía. Con el único que fui a hablar fue con Tito –cuñado de Ibarra–. Está confundido ese hombre”.

Tras lo cual Ibarra le mandó un mensaje a Enano David diciendo que se quedara tranquilo que “iba a bajar Chanchón y el Dominicano y le iban a decir que podían vender tranquilos”.

El otro imputado

El otro acusado en la audiencia de este martes, Walter Daniel D., de 33 años, quedó involucrado en el caso por una conversación que se produjo al día siguiente del crimen, cuando habló con un número agendado como Chanchón. En esa comunicación, Walter le dijo que lo corrió la Policía y le comentó: “¿Viste que le echan la culpa al Tito?”.

“Acá anda la gorra a full, se ve que estoy nombrado y que me buscan los hermanos” –por los familiares de Ibarra, también policías– fue la respuesta del interlocutor, sindicado por la Fiscalía como Chanchón.

El fiscal explicó que por una conversación anterior determinaron que el interlocutor de Chanchón era Walter, un hombre al que apodan Teta y quien tiene una condena cumplida a 11 años y en proceso otra causa por homicidio culposo. En esas escuchas surgió que Walter iba a “guardar algo”.

Moreno también citó un informe policial que sindica como posibles autores intelectuales a: Tito, cuñado de la víctima; Toro, junto con los hermanos Chanchón y Tartita.

La hipótesis fiscal está vinculada con una disputa territorial por la venta de estupefacientes: Chanchón y Walter estaban en el interior del auto, fueron coautores de los disparos y tras el ataque fatal robaron el arma reglamentaria del policía, señaló Moreno, para explicar que todos comercializaban droga al menudeo cuando surgieron diferencias por el pago de la zona donde vendía Ibarra y era regenteada por Chanchón.

Según la Fiscalía, los hermanos de la víctima son policías y también se dedican a esta actividad ilícita y estaban buscando a los autores del crimen, por ello Chanchón dijo lo de “la gorra a full” y que lo buscaban los hermanos.

Otras hipótesis

La defensa de ambos imputados está a cargo de Maximiliano Special y Andrés Cal. Tras escuchar la exposición de la Fiscalía, los abogados expusieron otras hipótesis que no fueron investigadas.

Los penalistas cuestionaron la declaración de la pareja de la víctima y dijeron que la suegra de Ibarra contó que en el barrio le adjudicaron el asesinato a un tal Colombiano.

Los defensores agregaron que la casa de un familiar de la víctima fue allanada y en una declaración secuestraron el teléfono de otro familiar, “lo que llama la atención”.

“Los hermanos de la víctima dijeron no saber mucho de la vida de él y uno de ellos contó que Tito, el cuñado de Ibarra, lo hostigaba cuando tenía problemas con su pareja”, indicaron los abogados para remarcar que esta situación también se puede valorar como otra hipótesis a investigar.

Además, cuestionaron la evidencia, especialmente para Walter D.

Tras escuchar a las partes, la jueza Paula Álvarez resolvió admitir la imputación para ambos pero al momento de fijar una medida cautelar entendió que no hay evidencia de peso para Walter D. por lo que dispuso su libertad, mientras que para Chanchón la jueza consideró que están dados los requisitos para la prisión preventiva: tuvo en cuenta que está vinculado al homicidio de Brian Chamorro ocurrido en julio de 2017.

Si bien sigue vinculado con el caso Chamorro, la magistrada tuvo en cuenta que cumplió con las restricciones que le impuso la Justicia, lo que le sirvió para lograr un arresto domiciliario con tobillera en esta nueva causa. La adjudicación del dispositivo electrónico será in-dispensable para gozar del beneficio; caso contrario seguirá alojado en un penal.

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