Espectáculos

Chachi Verona, una mitología plástica en acción

Las ilustraciones que componen el cuidado libro que publicó Chachi Verona son un despliegue de buena parte de los trabajos que el autor dio a conocer en diarios y revistas y donde se destaca una imaginación desaforada para los arquetipos populares


Ilustraciones
Chachi Verona
Borsellino Impresos / 2015
110 páginas

Una obra llena de fantasía es la que vino tejiendo el inquieto ilustrador rosarino Chachi Verona. Sus trabajos aparecieron indistintamente en periódicos y revistas poniendo de relieve sus trazos diestros donde se destacan la sutileza, la picardía y una imaginación por momentos desaforada. Ahora gran parte de esas ilustraciones conforman las páginas de un libro que Verona presentará en las instalaciones del Espacio Cultural Universitario (San Martín 750), este miércoles a partir de las 19, y que podrá visitarse hasta el 1º de agosto próximo. En el ECU también podrán verse varias de sus ilustraciones impresas y ampliadas que inauguran una colección de arte gráfico que la institución se propuso incorporar a su acervo.
El contenido del libro, objeto de la conversa que sigue, fue editado a todo color y ofrece una selección de dibujos y fotomontajes que el autor vino desarrollando para distintos medios gráficos. Cuenta con un cuidado diseño de Luciano Ominetti y Flor Martín y con ocurrentes epígrafes traducidos al inglés y al portugués por Giulia Luisetti y Marta Miranda, respectivamente. Tanto en lo épico como en lo lírico, un fragmento de Adán Buenosayres, de Leopoldo Marechal, anticipa certeramente como prólogo lo que vendrá.
Acerca de cómo surgió la idea de hacer un libro y cómo seleccionó las ilustraciones que incluiría, Verona apuntó: “Surgió por la necesidad de reunir mis trabajos gráficos en una publicación independiente, con una mejor calidad de papel e impresión que la que normalmente tiene un diario o una revista, que es donde se podían ver anteriormente. Y también me permitió articular estas imágenes con pequeños títulos, frases absolutamente personales, independizarme de los medios de comunicación. En la selección de los trabajos busqué incluir distintas temáticas, como el fútbol, la música, los personajes creados en base a mapas, cuestiones políticas, de economía, y también busqué la diversidad desde el punto de vista formal. En este último aspecto fue muy importante el aporte de Luciano Ominetti y Flor Martín en el diseño”.
El trabajo de Verona parece buscar esmeradamente la representación de un efecto cromático para expresar sus singulares realidades, las que en su forma de criaturas deformadas ofrecen las líneas de un surrealismo pleno. Cuáles serían entonces los disparadores irresistibles, qué situaciones o particularidades de personajes lo llevan a expresarse en ese estilo surreal que caracteriza sus trabajos resulta un interrogante pertinente para la obra de este artista.
“Creo que parten de una reinterpretación de objetos y formas de uso cotidiano que transmutan; por ejemplo una serie de utensilios como pavas y cafeteras transformadas en un grupo de animalitos metálico/vegetales, o un bosque o jardín móvil, inquieto, trotamundos, viajero. Como también de un modo de interpretar los temas que tengo que ilustrar”, refiere Verona.
En las ilustraciones de este dibujante hay mucha manipulación, es decir texturas, formas, iluminación: parece realmente necesitar  esos recursos para expresarse completamente. “Sí, los necesito porque a lo largo del tiempo las temáticas se reiteran, y retomo personajes, o formas que me siguen interesando, entonces cuanto más recursos expresivos uno pueda tener a mano hace que el trabajo se enriquezca y no sea algo monótono”, confiesa Verona, a quien su afición por esta disciplina lo llevó a convertirla en su forma de vida, de la que no escapa cierta expresión política que puede leerse en buena parte de sus trabajos. Sobre este aspecto señala: “Creo que esa lectura política es algo inherente al trabajo artístico y al campo de la ilustración, como así también la lectura poética que puede desprenderse de ella”.
Chachi Verona eligió la ilustración para comunicarse con el mundo. Sus escenas multicolores con personajes a veces parecen desplegar un paisaje imaginario donde esas criaturas se mueven, porque hay allí líneas móviles que, claro, en algún momento sólo quedan perseverando en una suerte de cinemática propia. Ese despliegue plástico, ¿cuándo se detiene, cuándo se da por terminada una ilustración? “Esto tiene que ver con el oficio desarrollado a través de un tiempo prolongado de ejercerlo; tiene que ver también con la intuición: termina cuando te das cuenta que seguir trabajando es innecesario, tan natural como cuando la tuerca ya ajustó; por qué ocurre así, no lo sé, pero así funciona”, dice Verona.
Este ilustrador rosarino se destaca por un estilo muy distintivo en el manejo del color o en el blanco y negro para perfilar sus figuras. Sobre el criterio que lo lleva a decidir por una de las dos variables, Verona señala: “No hay un motivo preciso; tiene que ver con una necesidad expresiva, pero a veces te tocan páginas a color y otras veces no y eso lo define pero me siento cómodo con las dos posibilidades, ya que te llevan por caminos diferentes”.
La práctica compositiva de Verona está configurada por la vida cotidiana envuelta en situaciones humorísticas y satíricas que conforman una mitología bastante arquetípica en sus trabajos, donde ambos tópicos se integran en ingeniosas ilustraciones dentro de un ámbito que bien puede denominarse como de cultura popular.
“Seguramente la temática que elijo, el fútbol, el rock; la utilización de mapas, enchufes o pavas, formas y cosas de uso cotidiano; así como también al trabajar en medios de comunicación masivos, resultan puntos de contacto en diferentes aspectos con la cultura popular”, expresa el dibujante.
Para quien mira las ilustraciones de Verona la sátira, el grotesco, la innovación estética, el desparpajo, o su surrealismo son una declaración constante de una expresión depurada, podría decirse que así resultan independientemente de su tamaño. Cabe preguntarse entonces si hay un tamaño ideal para el autor desde donde pudieran provocar un mayor efecto. “No podría decidir un tamaño, me gustan en la escala del libro, que es de 20 x 21 centímetros, pero cuando se imprimen en un tamaño mayor como para esta muestra, que es de 110 x 130 centímetros, se ven muy bien; impactan un poco más en una exposición pero creo que el efecto es el mismo”, concluye Verona.

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