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Derby fácilmente olvidable

Central y Newell’s empataron sin goles en Arroyito

Dos formas de buscarlo y una certeza inequívoca: a la Lepra finalmente le sirvió más el puntito que al Canalla.


sintesis-clasicoSe diferenciaron por las formas pero los unió el espanto de un clásico fácilmente olvidable. Responsabilidad compartida. Central nunca pudo encontrar la fórmula para destrabar un Clásico cerrado, enredado, tal como lo propuso Bernardi desde una planificación táctica conveniente a las urgencias de Newell’s.

Y Newell’s, a pesar de haber dispuesto las situaciones más peligrosas del partido, no se avergonzó en respirar aliviado por el puntito que se llevó de Arroyito. Como tampoco se ruborizó en defender durante casi todo el partido con línea de cinco, a partir del retroceso de Villalba. La necesidad tiene cara de hereje. Al tacho cualquier atisbo de buenos modales futbolísticos. No había que volver a perder y así lo entendieron los jugadores leprosos.

A Central le sobró un volante de contención en gran parte del partido. Musto se quedó sin pareja con el desplazamiento de Villalba a la cueva. La pelota pasó casi siempre por Domínguez. Y el negocio estuvo entre la espalda de Denis y las narices de Escobar. Por allí firuleteó Delgado y ensayó diagonales Villagra. Debió aparecer el arquerito Unsain en un tiro libre del Chelito y apurar la salida en una definición imprecisa de Ruben tras desinteligencia entre López y Villalba.

En velocidad y con espacios, Mugni inquietó más de una vez a Salazar. Pero ni Maxi se tuvo confianza tras una salida en falso de Pinola, ni Cáceres estuvo certero cuando Caranta le ofreció un rebote ahí, al pie y en el corazón del área. Chancletazo y afuera.

Arriba, Boyé se la bancó prácticamente solito. Aguantó de espaldas, giró con pelota dominada y encaró entre dos o tres defensores locales. Incomodó toda la tarde a Pinola e inquietó siempre. Y exigió a Caranta en la llegada más clara del Clásico. Disparo rasante que alcanzó a manotear el arquero. Le faltó otro socio cuando Mugni sintió el cansancio.

Bernardi mandó a la cancha a Tonso exclusivamente para neutralizar las trepadas de Villagra. Y Coudet metió al pibe Lo Celso por el lesionado Delgado, para buscar profundidad en ataque. Lo consiguió en un ratito, nomás. Cuando ingresó Mateo, volvió a librarse batalla por la posesión, aunque sea efímera, de la pelota. La historia ya estaba escrita cuando Niell y Formica tuvieron minutos en cancha. Dos formas de buscarlo; un espanto de espectáculo. Y una certeza. A Newell’s le sirvió más el puntito que a Central.

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