Hay victorias que se explican fácilmente. En general, porque llegan como producto de una serie de méritos o virtudes que muestra un equipo para conseguirla. Pero a veces, las cualidades propias no alcanzan para justificar el logro. Y son los defectos del rival de turno los que terminan de componer un escenario. Y no hay dudas de que es por allí por donde debe empezar a entenderse el importante triunfo que logró ayer Central. Y fue por la mínima diferencia,1 a0, en la visita frente al difícil Boca Unidos de Corrientes.
El Canalla hizo lo suyo para ganar, fue efectivo en el momento en que consiguió prevalecer por sobre los correntinos. Pero, como contrapartida, Boca cometió errores puntuales que le impidieron quedarse con algún punto. Por ejemplo, dilapidó cuatro chances muy claras de gol en los primeros ocho minutos del segundo tiempo.
Gonzalo Castillejos volvió a ser el eficiente delantero de las primeras fechas. Así, pese a la llamativa fragilidad defensiva que mostró el equipo en el comienzo del complemento, Central pudo sumar tres puntos muy valiosos tanto para mejorar la ubicación en la tabla de posiciones, como para recuperar la confianza como equipo, que venía magullada tras cosechar sólo uno de los últimos seis puntos en juego.
Pero además, Central recuperó la capacidad para rehacerse en la adversidad. Tal como había sucedido en los triunfos ante Defensa y Justicia e Instituto, tras haber estado en desventaja. Aunque esta vez, el golpe llegó tras un imponderable: la lesión de Matías Lequi. El defensor tuvo que dejar la cancha en el final del primer tiempo, y el equipo lo sintió. Y después de un mal arranque en el segundo tiempo, el canalla se recompuso y terminó sacando adelante un partido en el que el rival manejó más tiempo, y mejor, la pelota.
El primer tiempo fue pobre. Boca Unidos tomó la iniciativa, pero se quedó en las buenas intenciones de los prolijos Fioretto y Devallis. Central lo controló bien y no pasó sobresaltos.
Pero el equipo de Pizzi tampoco supo cómo llegar hasta Sessa. No tuvo juego asociado, no hubo conductor, ni mucho menos precisión para tocar por abajo. Medina y Castillejos quedaron desconectados y el canalla fue inofensivo.
Para colmo, fracasó una de las mejores armas exhibidas en este torneo: la presión sobre la salida del rival. Con inteligencia, Boca desarticuló cada intento tocando de primera y por abajo, a partir de la movilidad de los receptores de ocasión.
En el complemento, los correntinos tuvieron seis chances claras de gol, pero las desperdiciaron. Y cuando Central se animó a jugar por abajo, que coincidió con el ingreso de Rivarola, empezó a lastimar. Allí fue cuando apareció Castillejos para facturar.
Ganó el Canalla. Y, merecimientos de lado, recuperó el terreno perdido en las últimas fechas. Aunque quedó claro que todavía falta trabajo para la consolidación de un equipo con aspiraciones de ascenso directo.
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