El punto sirve y el resultado puede considerarse justo. Al menos desde la vereda de Central, nadie pone en discusión que, sin brillar, Newell’s fue superior en el primer tiempo. Pero también hay coincidencia de criterio en que el equipo que dirige Diego Cocca mejoró en el complemento y que también entregó la sensación de finalizar el partido más entero en lo físico, con mayor resto que el rival. Eso sí, en la pelea por la permanencia, jugando en Arroyito y considerando a los Rojinegros como un rival directo en esa batalla, el punto obtenido sabe a poco. Más todavía teniendo en cuenta la coyuntura general, en la que este resultado del Clásico se agrega a una serie que ahora acumula 4 empates consecutivos en este torneo.
Central hizo un flojo primer tiempo. Sin posibilidad de generar a partir del juego asociado, muy liviano por las bandas, el equipo de Cocca se repitió demasiado con pelotazos frontales para los dos puntas. Y así, más allá del esfuerzo que realizaron Riaño y Ribas, casi no inquietó a Newell’s. Sólo consiguió un remate al arco, del uruguayo Ribas, que fue imperfecto y Aguerre lo resolvió bien en dos tiempo.
A esa falta de peso ofensivo se agregó alguna desinteligencia defensiva. Caruzzo primero y Barbieri después corrigieron en la misma acción una indecisión del propio Barbieri que podría haber terminado en gol. Y el travesaño devolvió un remate de Denis que había dejado sin chance a Ledesma.
Además, varias veces el equipo quedó largo, con Rinaudo muy solo en la pelea por equilibrar y recuperar el balón. Así los auriazules cometieron once infracciones en esa primera parte y tres de ellas fueron obra de Fito, que debió haber sido amonestado por Merlos.
Pero para la segunda parte, Central corrigió. Achicó espacios entre líneas, Gil se comprometió más con el armado del juego y aparecieron algunas aproximaciones de cara al arco de Aguerre.
Sin embargo, el que rompió el cero fue Newell’s, en un tiro de esquina, aprovechando los resquicios que entrega la marcación en zona que propone Central para este tipo de situaciones. Pero el equipo de Cocca reaccionó rápido. Encontró en el oportunismo de Riaño, el mejor del Canalla, un gol clave en el momento adecuado.
Consumado el tanto del empate, Cocca mandó a la cancha a Gamba por Zabala, cambio ofensivo con mensaje claro. Y el partido se abrió. El mediocampo se hizo zona de paso, pero ninguno de los dos tuvo ni la capacidad ni la inteligencia necesaria como para sacar provecho del escenario. Es más, hacia el final, los dos empezaron a conformarse con el reparto de puntos.
Con el famoso diario del lunes, el optimista dirá que Central mantiene el invicto. Mientras que el pesimista se quejará porque los auriazules sólo sumaron 4 puntos de los últimos 12 en juego. Entre las dos visiones, hay un equipo que, en la pelea por la permanencia, aumentó su urgencia por sumar de a tres. Mientras tanto, Cocca intenta imprimirle al Canalla una identidad futbolística, algo que aún sigue en elaboración. Eso sí, lo hace sin negociar la combatividad y la entrega, dos virtudes indiscutibles de este Central.