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Censar en lancha

Censar en el Delta: un laberinto de islas hasta completar la última casa

El operativo del Censo Nacional 2022, cuya etapa rural ya finalizó en las islas del Delta de San Fernando, al norte de la provincia de Buenos Aires, busca contar a toda la población que habita el laberinto de ríos, arroyos y juncales al que solo se puede acceder en alguna embarcación


Milagros Alonso

El operativo del Censo Nacional 2022, cuya etapa rural ya finalizó en las islas del Delta de San Fernando, al norte de la provincia de Buenos Aires, busca contar de forma anticipada a toda la población que habita el laberinto de ríos, arroyos y juncales al que solo se puede acceder en lancha, y donde los isleños aseguran que “la tranquilidad que hay es impagable”.

Desde el Parque Náutico de San Fernando, a unos 28 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, partió a media mañana una lancha del municipio con los censistas. El cielo encapotado apenas dejaba pasar unos pocos rayos de sol.

“El operativo tiene la complejidad de no contar con el transporte necesario para llegar a los distintos sectores del Delta, pero tuvimos la colaboración del municipio, de Prefectura Naval y de algunos censistas que utilizaron su lancha o bote particular”, dijo el jefe de departamento del Censo de San Fernando, David Luzzi.

San Fernando está conformado por una sección continental de solo 23 km2, y un sector de Islas del Delta del Paraná de más de 900 km2 que incluye a la Reserva de Biósfera declarada por la Unesco en el 2000. Para el relevamiento, el sector de islas compone la denominada “Fracción 15”, la cual cuenta con una jefa, dos asistentes y 100 censistas, quienes realizan su tarea únicamente con lanchas, a excepción de una zona en el Río Carabelas, donde es posible llegar por vía terrestre cruzando los vehículos con una chata.

En ese municipio del norte del conurbano bonaerense, al igual que en todas las áreas rurales del país, el censo empezó el lunes 9 y se extendió hasta ayer, un día antes de la jornada censal nacional en todas las áreas urbanas del país. Su propósito a lo largo de estos días fue contabilizar en el Delta sanfernandino a unas 3.500 personas y 1.100 familias, según estimaciones del municipio. “Estamos caracterizados como zona rural, pero no somos ni zona rural ni urbana. Son humedales”, contó Juan José Miranda, uno de los asistentes. “Hoy está tranquilo, pero cruzar el Paraná de las Palmas picado te la regalo”, aseguró Miranda.

Sobre la importancia del Censo, opinó: “El Delta es una región estratégica y aparte de saber los habitantes indagamos otras realidades para planificar los próximos 50 años en salud, educación y desarrollo económico sustentable”. “Solo las islas de San Fernando equivalen a 4,5 veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires”, agregó Germán Lufrano, el otro asistente de la fracción. Después de más de una hora de navegación, la lancha llegó hasta la Escuela Primaria Nº 20, sobre la costa del río Paraná Miní, donde aguardaban la jefa de Radio, Lorena Calderoni, y la censista María Giorgini.

En el Delta “hay familia presente”

Vestida con la pechera del Censo y con los formularios en mano, María se mostró ansiosa por comenzar el relevamiento. La joven de 27 años, que es profesora de inglés en la Escuela Primaria Nº 14 del arroyo Durazno, no dudó en ofrecerse como voluntaria: “Lo que más le gusta del Delta es la gente. El día que me toca venir es mi día de spa y los chicos no tienen maldad. Se nota que hay familia presente si bien hay carencias en lo material”. Para coordinar el operativo censal, el municipio se basó en la estructura del sistema educativo, ya que las escuelas cuentan con lanchas colectivas y tienen acceso a Internet.

A su vez, los formularios se completan “a la vieja usanza” porque en las viviendas no hay señal para que los censistas carguen en la aplicación del Indec todos los datos. Con un trasbordo a la lancha colectiva de la escuela, el viaje continuó hasta la Estación Forestal del río Paraná Miní, donde tres perros se acercaron hasta la punta del muelle para recibir con ladridos y saltos de alegría al equipo censal.

El predio tuvo su apogeo en la década del 50 cuando fue un próspero vivero forestal, pero hoy quedan nueve casas en pie y solo tres están habitadas.

Por un camino de tierra cubierto con un colchón de hojas anaranjadas se llega hasta la casa de María. “No sabía que venían hoy, sino me producía más”, bromeó la mujer mientras se peinaba con las manos su cabello negro.

María vive hace 15 años en la isla con sus tres hijas y su esposo, quien trabaja cortando caña y aseguró que “la tranquilidad que hay acá es impagable”. Rodeada de cinco perros y un carpincho bautizado como “Martincho”, la mujer le mostró a la censista el código del censo digital desde la pantalla de su celular. Después, acompañó al equipo para adentrarse en el monte hasta la casa de María Esther Sagues, quien a sus 86 años todavía elige vivir sola en el Delta. “Pasen, no tengo problema. Los recibo con cariño”, exclamó Esther desde el final de la escalera de su típica casa isleña de madera. No hizo el Censo Digital porque “no maneja los celulares”. Ante la pregunta de si tenía alguna dificultad para recordar, Esther sonrió y respondió: “Yo recuerdo lo mejor de mi vida, esto era un establecimiento de mil hectáreas y yo era viverista”. La vida la hice acá con mi marido que lo conocí cuando él tenía 17 años y yo 14, por eso me cuesta irme. Y eso que tengo a mis hijos y nietos en una casita en Tigre”, continuó.

Vivir con otro ritmo y otra tranquilidad

La travesía continuó río arriba hasta la casa de los Seuster, que salieron en cuanto escucharon el motor de la lancha colectiva. “Pasen adentro que hace frío”, dijo Susana Blanco invitando al equipo a ingresar a su casa alargada con una galería al frente y techo de chapa. Susana se dispuso a hacer la entrevista junto a su marido Héctor Seuster (63) y a su hija mayor Andrea (28).

“Es largo esto”, opinó Héctor ante las preguntas de la censista, al tiempo que explicó cuáles son las casas que permanecen habitadas por la zona y advirtió sobre los tramos cerrados del río. Héctor nació en la isla y relató que su bisabuelo llegó de Prusia en 1856 y se dedicó a plantar zapallos en el Delta.

“Acá se vive con otro ritmo, es otra tranquilidad”, señaló y destacó que en los últimos años fue mejorando la calidad de vida: “En este domicilio tenemos luz desde 2008, antes vivíamos con sol de noche”.

También, el matrimonio destacó que en el Delta es diferente la crianza de sus hijos: “Tenés menos cosas que puedan atacarlos”.

Concluido el formulario, Susana le regaló a la censista una bolsa de nueces y la acompañó hasta el muelle. De regreso al continente, los asistentes de la fracción revisaban las planillas y coordinaban horarios para el operativo de  hoy cuando esperan terminar de censar a todos los habitantes del Delta de San Fernando si la marea y el clima los acompañan.

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