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Catalina la grande: cómo conseguir un reino a través de intrigas y crímenes

“The Great” es una miniserie desquiciadamente divertida, sofisticadamente irreverente y brutalmente festiva que describe el ascenso al poder de Catalina, la joven prusiana que termina por asumir el trono de la Rusia Imperial en siglo XVIII tras dar un golpe que destrona a Pedro III

La cadena Hulu acaba de estrenar The Great, un desquiciado proyecto firmado por Tony MacNamara, el guionista del film La favorita, del griego Yorgos Lanthimos.

De igual modo que en la irreverente propuesta del director griego, aquí se propone una aproximación insolente a un hecho histórico, pero profundizando aún más su costado satírico, desatándolo incluso hasta lo inusitado, hasta conformar una parodia rocambolesca que no le teme al humor más negro ni a la sátira más irrespetuosa.

Sorprendente desde el punto de partida, The Great arriesga una comicidad que reúne con inusual efectividad lo sofisticado con lo prosaico. Todo está allí lanzado sin temor desde el comienzo, desatando una maquinaria brutal y destructiva que juega con total libertad y sin respeto con su referente histórico.

El único problema de la miniserie tal vez sea parte de su planteo de base: la ilustración europea como solución a la estupidez del mundo.

Estratega brillante y guerrera despiadada

El eje se centra en el ascenso al poder de Catalina, la joven prusiana que termina por asumir el trono de la Rusia Imperial en siglo XVIII tras el golpe que destrona a Pedro III.

Uno de los pilares fundamentales de la serie es la aquí enorme Elle Fanning, deslumbrante en una caracterización que, tras una perfecta apariencia algo aniñada, desbordante de ingenuidad y vulnerabilidad, va revelando de a poco las aristas insospechadas de la estratega brillante y de la guerrera despiadada que la harán (la) Grande.

Da la sensación de que nadie hubiese podido encarnar mejor a ese personaje en todo su espesor, sintetizando incluso su riqueza y sus contradicciones con un humor desprejuiciado y una emotividad arrasadora.

Pero no se puede soslayar, igualmente, la perfecta encarnación del resto de los personajes, una comparsa de figuras caricaturescas e hilarantes que roza lo bizarro.

Fanning brilla pero no opaca al resto. Pedro III es otro hallazgo, desencajado y anacrónico en la composición de Nicholas Hoult: chabacano, brutal, infantil, brabucón, despiadado, alegre, machista, torpe; lisa y llanamente un perfecto idiota liderando a un imperio que lo sigue con igual idiotez y condescendencia.

Brillante también en esa estupidez excesiva, sin límites ni reparos; brillante decisión porque en ese mismo exceso de irresponsabilidad infantil este Pedro III es capaz de enfrentarnos incluso a la contradicción de festejar sus desatinos criminales como si se tratasen de osadías infantiles no exentas de una cierta ternura cruel.

Y en torno a ellxs, alrededor de estas dos figuras inasibles, orbita esa comparsa de monstruxs sorprendentes que danzan al compás de la brutalidad imperante entre pasos cómicos que nunca pierden el ritmo arrebatador de esta fiesta destructiva.

Porque The Great es una osadía festiva, una celebración de la irreverencia, una apuesta por un humor poco frecuente, y sostenido por una intensidad dramática que no se deja obliterar por la exaltación paródica.

Intrigas palaciegas y crímenes de toda índole

El relato comienza con el arribo de Catalina a Rusia, para casarse con el emperador Pedro III. Catalina es una joven prusiana, ingenua y aniñada, que lleva consigo el entusiasmo de la Europa ilustrada.

Los escritos de Descartes, Diderot, y Voltaire la acompañan soñando con ese mundo nuevo y naciente que muy pronto chocará con la realidad del imperio ruso al que llega y se le revela como un cachetazo (un poco literalmente: un puñetazo en el abdomen y sesiones de tortura incluidas).

Desde el primer paso en tierra rusa, nada se condice con sus sueños. Lo que encuentra es un marido brutal y procaz, un idiota perfecto liderando un mundo incomprensiblemente violento e irracional.

Y allí comienza el gran periplo de esta Catalina, si no puede escapar de ese mundo que la asquea, para sobrevivir, se dispondrá a cambiarlo reinando sobre él.

Para eso recluta a los perdedores del reino, una fauna delirante de desplazados y humillados que irán sumándose a la en apariencia desatinada idea de conspirar para destronar a Pedro de modo tal que Catalina misma asuma el poder.

La niña ingenua del comienzo, poco a poco, va transformándose en una criatura descomunal, una estratega y una líder insospechada que emerge con una brutalidad acorde al mundo al que se enfrenta.

Entre intrigas palaciegas y crímenes de toda índole, The Great despliega todo su humor cáustico narrando esa transformación de Catalina hasta la toma efectiva del poder, pero aclarando desde el mismo subtítulo de cada episodio que no se trata de una recreación histórica, sino de una reinvención. Como dicta ese subtítulo, ocasionalmente aparecerán hechos reales… Y esa libertad es un festejo.

La máscara que oculta los crímenes colonialistas

Se decía al comienzo que The Great tiene un sólo problema, y que este se encuentra en el planteo de base del relato. ¿De qué se trata esta objeción?

Es discutible, desde ya, pero el foco está puesto en el “empoderamiento” de Catalina en un mundo fraguado sobre la brutalidad masculina. Correcta perspectiva, claro, pero el problema es que ese empoderamiento feminista propuesto en la miniserie parece ser (o podría serlo) apenas el disfraz de otra toma de poder, que es la de la ilustración europea.

Ilustración que se proponía como la salida del mundo de su condición infantil, con el imperativo de un racionalismo que se autoproclamaba como única razón planetaria, y que bajo esa condición, se adjudicaba el derecho de imponerse a sangre y fuego porque suponía el triunfo de la civilización llegada por fin a su madurez.

Pero claro, ese triunfo suponía sólo la dominación global de la civilización europea, o de eso entendido como Occidente. Catalina, en The Great, parece reivindicar no tanto la toma del poder como mujer, sino como mujer ilustrada frente al salvajismo de ese pueblo en el que ella es una extranjera.

Y lo hará violentamente, como buena europea ilustrada, suponiéndose capaz de haber llegado para iluminar la oscuridad de esa tierra salvaje.

Allí, por tanto, el problema con el que hay que lidiar, esta suerte de trampa que supone el hecho de proponer en apariencia un discurso “correcto” y acorde a los tiempos sobre el empoderamiento de las mujeres, en realidad es la máscara que oculta la justificación de todos los crímenes colonialistas perpetrados por la “gran Europa”.

Con eso hay que lidiar durante todo el relato, es cierto, pero dejando tal cosa en suspenso, poniéndola entre paréntesis (y hay que admitirlo, estamos habituadxs desde estos confines a lidiar con estas cosas, sino casi nada podríamos ver), The Great es ese hallazgo del que se hablaba, desquiciadamente divertida, sofisticadamente irreverente, y brutalmente festiva.

Y con el último y arrebatador gesto de esta Catalina, no se puede sino amarla definitivamente, adscribir sin concesiones a su causa, incluso cuando bajo esa última orden guerrera podríamos también estar siendo sojuzgadxs nosotrxs.

The Great / Hulu / 1 temporada / 10 episodios

Creador: Tony McNamara

Intérpretes: Elle Fanning, Nicholas Hoult, Phoebe Fox, Charity Wakefield, Louis Hynes

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