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Caso Urbani: “A mi hijo le volaron la cabeza”

Julia Rapazzini, madre del joven asesinado en octubre de 2008, fue la primera en declarar durante la audiencia inicial del segundo juicio oral.

La madre y la hermana de Santiago Urbani, asesinado durante un asalto a su casa de la localidad bonaerense de Tigre en octubre de 2009, reconocieron a uno de los acusados del crimen y contaron que los asaltantes prosiguieron con el robo aún cuando el joven había sido mortalmente herido de un tiro en la cabeza.

Al declarar en la primera audiencia del segundo juicio por el homicidio del músico, Julia Rapazzini y Florencia Urbani, madre y hermana de Santiago, respectivamente, realizaron un pormenorizado y dramático relato del hecho.

“Me duele mucho tener que decir que a mi hijo le volaron la cabeza”, dijo quebrada y llorando Julia, la madre de Santiago, sentada frente a los integrantes del Tribunal Oral Criminal 6 de San Isidro, que ayer dio inicio al debate.

La mujer, tal como hizo luego su hija Florencia (21), reconoció a Emiliano Herrera (21) como uno de los asaltantes que entró a su casa ese día a robar.

El otro imputado es Oscar Pérez Graham (43), sindicado como líder de la banda que mató a Santiago y quien se encargó de reclutar a los dos adolescentes que ya están condenados por el hecho.

Si bien Herrera y Pérez Graham se negaron a declarar, la defensa del primero expresó que el acusado acepta su participación en el robo, aunque “nunca tuvo intención de participar del homicidio de Santiago Urbani”.

No obstante, Rapazzini recordó que Herrera fue quien se acercó en la madrugada del 10 de octubre de 2009 a su habitación para decirle a un cómplice al oído que algo había sucedido, presumiblemente que habían baleado al joven, pese a lo cual los delincuentes optaron por seguir robando, incluso cuando Santiago ya estaba mortalmente herido en otra pieza.

Las mujeres relataron que, previamente, tres asaltantes habían entrado a la casa con Santiago, al que habían interceptado en la puerta cuando llegaba a bordo de su auto Crevrolet mientras ellas estaban durmiendo en sus habitaciones.

Los ladrones las despertaron tras prender las luces de sus cuartos para robar y en el caso de Florencia, lo hicieron en presencia de su hermano, a quien llevaron bajo amenazas hasta su habitación.

Luego, la joven fue trasladada a la pieza de su madre, mientras que el músico quedó solo en el cuarto de su hermana.

Julia recordó que a lo largo del asalto los delincuentes entraban y salían de las habitaciones, mientras que uno de los adolescentes ya juzgados siempre permaneció con ellas amenazándolas.

Rapazzini recordó que, en un momento, sintió un ruido proveniente de la otra pieza y que si bien en principio pensó que se había caído algo o era un golpe, luego supo que se trató del disparo que le efectuaron a su hijo en la cabeza.

La mujer dijo que lamenta el hecho de no haber podido estar junto a Santiago en ese momento. “Es una de las cosas que no les perdono, que me separaran de mi hijo”, expresó llorando.

Tras el disparo, madre e hija escucharon que un asaltante les decía a los otros que debían irse, motivo por el cual, al quedar solas en la habitación, Rapazzini pulsó un botón antipánico  instalado por una agencia de seguridad en el cuarto.

Pero, a pesar de que estimaban que los ladrones ya habían huido, las mujeres se sorprendieron al ver entrar nuevamente a la pieza a un tercer delincuente, el menor ya condenado como autor material del crimen, quien, fuera de sí, siguió buscando cosas para robar e incluso le exigió a la mujer que le diera Rivotril para tomar.

Tras la huida de los delincuentes en el auto de Santiago, las mujeres fueron a la habitación, donde encontraron al joven herido de un tiro en la cabeza y tapado con un acolchado.

Florencia recordó llorando que su hermano estaba aún vivo, “se ahogaba en su propia sangre” y que su madre le practicó tareas de resucitación, no obstante lo cual murió.

En tanto, una vecina de la familia, en cuyo garaje Santiago solía guardar su auto, declaró que vio de espaldas a un hombre “pelado, como rapado que hablaba por celular” –cuyas características son similares a las del acusado Pérez Graham– en la puerta de su casa.

La mujer relató que luego alcanzó a ver que varias personas cargaban cosas en el auto de Santiago que estaba estacionado frente a su casa y que tras escuchar un ruido (el disparo que mató al joven) decidió llamar a la Policía.

El juicio es el segundo que se realiza por este caso, ya que el año pasado fueron juzgados dos adolescentes de 17 años, ya hallados responsables, pero que serán penados al cumplir la mayoría de edad.

En el primer juicio oral por el caso, el Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil 3 de San Isidro, integrado por los jueces Alberto Villante, Mirta Ravera Godoy y Silvia Chomiez, declaró responsables a dos adolescentes de 17 años por el crimen, pero no les aplicaron pena y difirieron esa cuestión hasta que sean mayores de edad.

Además, modificaron la calificación del hecho al considerarlo un “homicidio en ocasión de robo” y no un homicidio “criminis causa”, decisión que se encuentra bajo estudio de la Cámara de Apelaciones y Garantías de San Isidro.

Ese fallo generó críticas de distintos sectores, entre ellos la familia Urbani y la Intendencia de Tigre, donde el Concejo Deliberante aprobó el pedido de juicio político para los tres jueces que condenaron a los dos adolescentes.

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