Policiales

Un oscuro entramado

Caso Medina: a un lustro del asesinato, vuelven a vincularlo con Alvarado

Dos nombres fuertes de las crónicas policiales volvieron a sonar tras la decisión fiscal de reactivar la investigación por el crimen de Luis Medina y Justina Pérez Castelli. Dos perfiles que a más de 5 años de la muerte de uno de ellos siguen teniendo puntos de encuentro


El auto en que se trasladaba Medina y su pareja cuando fueron acribillados. Foto archivo: Marcelo Manera

Una vez más el nombre de Luis Medina resurge en las crónicas policiales. Después de cinco años y medio de su asesinato y el de su pareja Justina Pérez Castelli, los cuales siguen impunes, la causa volvió a tomar impulso. Ahora, pasó a manos del Ministerio Público de la Acusación (MPA) a partir de la investigación contra el convicto por robo de autos Esteban Lindor Alvarado como ideólogo del crimen del prestamista Lucio Maldonado: la lupa vuelve a apuntar contra Alvarado como instigador.

Voceros de la Fiscalía dijeron que hay nuevos testimonios y quieren rever toda la causa Medina a la luz de la información que han recabado en el caso Maldonado. Para los pesquisas, a lo largo de este expediente no sólo se recolectaron indicios de las declaraciones sino también aparecieron elementos que los llevó a desentrañar cómo funciona la banda comandada por Alvarado para “preparar y encubrir los hechos”, agregaron fuentes relacionadas con el caso.

En el expediente por el doble homicidio de Medina y su pareja Justina quedaron plasmadas dos versiones sobre la principal hipótesis del móvil del crimen, las cuales nunca fueron confirmadas: una daba cuenta que algunos comentarios del ambiente del hampa decían que Darío “Oreja” Fernández fue quien, al haber sido maltratado por Medina, pidió “permiso para matarlo”, lo que su superior en la banda le habría concedido.

En tanto, en la causa también figura otra versión que habla de un quiebre en la sociedad Medina-Alvarado en el manejo de búnkers de droga en la zona noroeste. Este informe de inteligencia indicó que –tres días antes de la balacera fatal– Medina había amenazado de muerte a la pareja de Alvarado, lo que pudo haber desatado una venganza.

En diciembre de 2015, el cuerpo del Oreja Fernández –hijastro de un hampón al que sindican como socio de Alvarado y que terminó asesinado por la Policía– apareció en un descampado de la zona norte: tenía signos de tortura y le faltaba una oreja. Tenía 22 años y su nombre había resonado en varios homicidios, entre ellos el del adolescente Elías Bravo, acribillado de 30 tiros en octubre de 2011 en la cuadra de French al 2100. En su momento, Analía, madre de Elías, contó que el Oreja le había dicho que no tenía que ver con el crimen de su hijo y le había apuntado a Alvarado como el dueño del búnker en cuya puerta mataron a su hijo.

Las mismas fuentes indicaron que en una versión recogida por policías en el expediente también aparecieron otros tres nombres como los de quienes pudieron haber intervenido en el doble asesinato. Además del Oreja, uno de esos nombres era el de Sergio “Timi” Juárez, quien a los 37 años fue acribillado a balazos por desconocidos que lo emboscaron en la esquina de Miller al 1100. El crimen de Timi ocurrió en octubre de 2018 y en el marco de la disputa por el liderazgo de la zona norte para la venta de drogas al menudeo entre la banda del Ema Pimpi –primo del Oreja y a la vez vinculado con Alvarado– y de Olga “Tata” Medina (sin parentesco con Luis Medina). Los otros eran apodos de personajes vinculados con este último: Yoni y Leo. Nunca hubo imputados en la causa.

El Esteban

Alvarado tiene 43 años, está casado y dijo ser comerciante en la última audiencia donde fue imputado por el crimen de Maldonado, un prestamista originario de la zona oeste que fue secuestrado en la puerta de su casa de barrio Tablada y apareció sin vida en un baldío, amordazado y con un cartel que decía: “Con la mafia no se jode”. Una cámara de seguridad tomó el momento en que lo subieron desde la puerta de su casa en Garibaldi al 600 en una Renault Kangoo. El recorrido de ese vehículo llegó hasta una propiedad en un paraje cercano a Rosario, en Piñero, que fue asignado a Alvarado.

Por este hecho, Alvarado está detenido como instigador desde febrero de este año tras permanecer prófugo y ser capturado en la provincia de Córdoba. Pero ahora aparece una nueva investigación en su contra. El crimen de quien según algunas versiones pudo haber compartido alguna sociedad en los negocios ilícitos, Medina. Sin embargo ni Alvarado ni Medina fueron acusados formalmente por narcotráfico.

El abogado defensor de Alvarado es Claudio Tavella. Se enteró de la reactivación de la causa Medina por los medios de comunicación a pesar de estar en contacto cotidiano con la Fiscalía, según contó en diálogo con este diario, y agregó que no está notificado ni cuenta con información del caso.

El crimen del prestamista es el único antecedente penal en trámite que tiene Alvarado en la Justicia provincial; en la federal no enfrenta causa alguna: no fue citado ni como testigo, explicó su abogado.

En su prontuario figuran dos antecedentes condenatorios. Uno antiguo, de 2007, donde fue condenado a una pena de tres años de prisión en suspenso por un encubrimiento vinculado a un delito contra la propiedad automotor y una pena a la que arribó en la justicia bonaerense en la que aceptó su responsabilidad como jefe de una banda dedicada al robo de autos de alta gama en Buenos Aires.

Por este hecho, Alvarado fue detenido en 2012, desde entonces estuvo preso a disposición de la Justicia de San Isidro y en 2016 firmó un procedimiento abreviado y  fue condenado a 6 años y medio de cárcel. Estaba en libertad condicional, a pocos meses de cumplir la pena, hasta que cayó por el crimen de Maldonado.

Aunque no era un desconocido para las crónicas policiales, en 2002 se mencionó a Alvarado en un asalto a una casa. El dueño de la propiedad tenía un desarmadero y un policía terminó herido. Su nombre también resonó en un robo al supermercado Makro en 2004, cuando se produjo un tiroteo en el local tras la llegada de los policías, dos de los ladrones fueron detenidos y condenados. Alvarado fue imputado pero luego desvinculado.

En marzo de 2006 robaron una chatarrería en barrio Bella Vista, los investigadores le seguían los pasos a los ladrones y se montó un operativo dentro del local. Cuando llegaron los asaltantes hubo un tiroteo y los cuatro ladrones murieron bajo las balas policiales. Estos hombres habían estado vinculados al robo al Makro. Un año después cayó luego de un allanamiento a un desarmadero de Mendoza al 7700 donde había tres autos ya despiezados y en vías de cambiarles el chasis.

En 2015 la Procelac (Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos) presentó ante el Juzgado federal a cargo de Carlos Vera Baros un informe sobre el aspecto económico de ciertos grupos delictivos. En un tramo surge que algunos años antes de su muerte Medina tenía una importante cantidad de autos a nombre de presuntos testaferros, y entre ellos aparecía el de Alvarado.

El Luis

Medina tenía una concesionaria de autos, intentó abrir en Rosario una sucursal de la disco porteña Esperanto que terminó en escándalo y al momento de su muerte vivía en un country del Gran Buenos Aires. El 29 de diciembre de 2013 estaba en Rosario con su novia Justina Pérez Castelli. Salieron de La Fluvial rumbo al hotel casino City Center y en Circunvalación y Ayolas fueron baleados. Uno de los tiros destinados a Medina impactó en Justina, quien intentó bajar y correr pero cayó muerta a los pocos metros. Tenía 23 años.

La Unidad de Información Financiera (UFI) investigaba a Medina y su grupo. Este hombre tenía antecedentes por robo calificado y se lo vinculada con el mundo del narcotráfico. El homicidio trajo repercusiones políticas y varios dolores de cabeza a más de uno. La jueza de instrucción que estaba en turno cuando ocurrió el doble crimen, María Luisa Pérez Vara, estaba en Cariló en lugar de Rosario y enfrentó una causa penal por esto. En 2017 la condenaron a un año de prisión en suspenso por incumplimiento de los deberes.

Tres integrantes de la desplumada Brigada de la División Judiciales –que participó en la investigación de la banda de Los Monos–, intentó entrar a un country de Pilar con Gustavo, padre de Justina, sin orden judicial un día antes del allanamiento. Terminaron demorados por la Bonaerense.

Gustavo Pérez Castelli tenía 55 años cuando fue asesinado en abril de 2016. El hombre estaba en una silla en su carrito de comidas de Circunvalación casi Mendoza, donde desconocidos lo sorprendieron, lo mataron a balazos y le cortaron un pedazo de oreja.

Medina tenía en su poder una computadora Mac que se halló en el hotel del casino, la llevaron a la Jefatura de la  Unidad Regional II pero no pudieron abrirla. Entonces dos funcionarios de la Secretaría de Tecnologías para la Gestión del Ministerio de Gobierno aparecieron para desbloquearla. Un peritaje posterior determinó que la computadora fue manipulada remotamente. La causa penal por este hecho terminó en archivo en diciembre de 2015, tras ir y venir de la Justicia ordinaria a la extraordinaria y finalmente quedar en el nuevo sistema penal.

Mientras tanto, la investigación por el doble crimen nunca tuvo imputados. Tras el agotamiento del nuevo sistema y un pedido de archivo fiscal denegado pasó al nuevo sistema. Ahora de manos de la Unidad Fiscal de NN fue girada a la de Gravedad Institucional.

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