El fiscal que investiga el homicidio de Marcelo Joaquín Cañete, el remisero de 36 años que anteayer murió de cinco balazos policiales en la puerta de su casa de barrio Ludueña, dijo ayer que el hombre falleció en un “enfrentamiento” con efectivos del Comando Radioeléctrico, originado a partir de una discusión protagonizada por la víctima con un vecino, que derivó en la intervención policial.
Cañete vivía junto a su mujer y su hijo de tres años en Pasaje Einstein al 6200 (a la altura Vélez Sarfield) y trabajaba en una remisería del barrio, además de algunos extra de albañil. La tarde del miércoles discutió con un vecino por problemas de vieja data, según sus familiares, pleito que derivó en una acalorada persecución policial con un trágico final. Sin embargo, la versión que brindaron sus familiares y algunos vecinos no coincide del todo con la que los uniformados dieron al fiscal. Según la primera, el remisero llegó a la puerta de su casa perseguido a los tiros por la Policía, pero no estaba armado, y cayó herido al intentar escabullirse en un pasillo. “Se lo llevaron vivo con un tiro en la pierna”, dijeron en relación a los cinco tiros con los que ingresó sin vida al Heca.
La versión que dio a conocer ayer Miguel Moreno, a cargo de la investigación, se basó en testimonios que aseguró tomó él mismo en el barrio, entre ellas la del vecino con el que había discutido la víctima. Ese vecino testificó que la discusión con Cañete fue porque “le tiró el auto encima” y luego retrocedió en busca de pelea, lo que motivó que el vecino entre a su casa, desde donde dijo que escuchó detonaciones, pero no vio quién las efectuó.
Moreno dijo que eso motivó la intervención de las PAT, que al acercarse a Cañete fueron agredidos a balazos que no repelieron, y sí lo hicieron más tarde efectivos del Comando Radioeléctrico que lo persiguieron intercambiando disparos. En el marco del enfrentamiento, según Moreno, Cañete “suelta el arma, se introduce en una pasillo y cae”.
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